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IV cumbre euroafricana

Europa intenta mantener su peso en África ante el auge de China

El discurso de la UE basado en ayudas al desarrollo choca con las exigencias de inversión de la delegación africana Bruselas traza una hoja de ruta sustentada la seguridad y el desarrollo, los mismos principios que guiaron la cumbre de 2007

Ignacio Fariza
De izquierda a derecha, el presidente de Níger, el de Malí, el de Burkina Faso, el de la Comisión Europea y el de Mauritania se preparan para una foto.
De izquierda a derecha, el presidente de Níger, el de Malí, el de Burkina Faso, el de la Comisión Europea y el de Mauritania se preparan para una foto.GEORGES GOBET (AFP)

Europa ofrece ayuda al desarrollo y África quiere inversión. La IV cumbre euroafricana, la más nutrida de cuantas han acogido las instituciones comunitarias, ha echado el cierre este jueves en Bruselas sin logros concretos más allá de una hoja de ruta sobre inmigración, seguridad y desarrollo. Ante la ausencia de contenido de calado, el encuentro se ha convertido en el escenario perfecto para que la UE representara su papel de gran potencia con interés “estratégico” en el continente vecino —en respuesta al apetito de China por sus recursos naturales— y para que los países africanos expresaran su descontento con el actual statu quo y reclamaran mayor cuota de protagonismo en el nuevo orden mundial.

Bajo el mantra más repetido en los últimos años al referirse a África —“el continente de las oportunidades”—, los presidentes del Consejo y de la Comisión Europea, Herman Van Rompuy y José Manuel Barroso, optaron por un doble mensaje en la clausura de la cumbre: seductor para los 41 líderes africanos y contundente frente a la creciente presencia china. “La ayuda el desarrollo es más que un imperativo humano, es una inversión estratégica”, ha dejado caer Barroso en la clausura de la cumbre. A su lado, Van Rompuy detallaba la leve mejoría en las cifras de cooperación.

El plantón de Zuma y Mugabe aumentó la sensación de que ahora es África quien tiene la sartén por el mango

Este mensaje, invariable desde la última cumbre UE-África de 2007, es insuficiente a ojos de la delegación africana. Pese a la fragilidad interna de muchos países del continente, el despegue de sus economías —si se cumplen las previsiones, crecerán un 6% en 2014 frente al exiguo 1,5% de la UE— ha instalado a los Estados africanos en el punto de mira de los inversores asiáticos y ha situado a sus mandatarios en la escena internacional. El inesperado plantón de Jacob Zuma, presidente de Sudáfrica, el país más próspero del continente, que menospreció la importancia del encuentro, y de su homólogo de Zimbawe, Robert Mugabe, que declinó la invitación después de que la UE denegara el visado a su esposa, aumentan la sensación de que ahora es África quien tiene la sartén por el mango.

“Nuestras ventajas comparativas son complementarias con las de Europa”, ha enfatizado la presidenta de la Unión Africana, Nkosazana Dlamini-Zuma, al tiempo que sacaba músculo sobre el potencial del continente. “Mientras Europa envejece, África será el único continente con una fuerza laboral joven en 2050; África tiene el 60% de las tierras cultivables del mundo y grandes espacios marítimos sin explorar y Europa dispone de la tecnología para su explotación”. Con estas palabras, Dlamini-Zuma afianza el cambio de tendencia en lo que a las relaciones UE-África se refiere y pasa del lenguaje de las ayudas, en el que Europa aún permanece instalada, al de la inversión. “No queremos subvenciones para infraestructuras, creemos que la inversión puede ser rentable. Queremos trabajar codo con codo con la UE”, ha zanjado la máxima representante africana en la cumbre.

Más allá de los grandilocuentes discursos y las loas mutuas propias de estos encuentros oficiales, los datos ponen nombre y apellidos a la mayor amenaza para los intereses europeos en África: China. Entre 2009 y 2012, el país asiático incrementó su inversión directa en el continente a razón de un 20,5% anual, pasando de 6.800 a 15.500 millones de euros. “Europa compra productos manufacturados y China sólo adquiere materias primas”, justifican en Bruselas. La mayor fábrica del mundo ha encontrado en África el socio perfecto y la UE, cumbre mediante, no logra dar con una estrategia que satisfaga al continente vecino y frene su hasta hoy imparable deriva asiática.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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