Ahmed Kabbah, el señor de la paz en Sierra Leona
Logró el desarme del salvaje Frente Unido Revolucionario de Foday Sankoh, al que intentó incorporar a la vida politica normalizada
Sierra Leona suena a África, a un pasado lejano atado al imperio británico y otro más cercano desgarrado por la guerra; suena a niños soldado, amputaciones y diamantes de sangre; suena a la Liberia de Charles Taylor, pero también a la Libia de Gadafi, y por aquí a la muerte del reportero español Miguel Gil. Pero suena menos en sus páginas de historia reciente un nombre, el de Ahmed Tejan Kabbah (Pendembú, este de Sierra Leona, 1932), el presidente que selló la paz, que logró el desarme de los rebeldes, que cruzó la trinchera de la atrocidad hacia la paz.
Nació en el seno de una familia que profesaba el islam, pero su educación, en el colegio Saint Edward de Freetown, en la capital, fue católica. También lo fue su primera esposa, Patricia Tucker, fallecida en 1998 y con la que tuvo cinco hijos. Kabbah es espejo de la historia que ha malvivido Sierra Leona, sobre todo desde que cortó la cuerda que la unía a Londres, allá por 1961.
Fue en tierras británicas donde se licenció en Económicas y formó como abogado. A su vuelta a Freetown, Kabbah metió la cabeza en la administración del Estado como funcionario sin duda precoz. Con 33 años ocupaba la vicesecretaría del Ministerio de Industria y Turismo. Y desde ahí, Sierra Leona le dio su primer guantazo. Kabbah asesoró la compra por un pico de una refinería de aceite de nuez de palma durante el Gobierno de Albert Margai; una adquisición que no gustó a los que dieron el golpe de 1967. Sus tierras y domicilio fueron confiscados y Kabbah se marchó al extranjero.
Pero los augurios son los augurios y como contó Kabbah en su libro autobiográfico Coming from the brink (Salvándose del abismo), algo bueno le tenía que esperar en la vida si hacía caso a lo que su propia mujer le había revelado: que él llegó al mundo guardando en la mano un trozo de papel con una inscripción en árabe. Y trae algo bueno.
Su aventura al otro lado del Atlántico le llevó derecho a la sede de la ONU en Nueva York. Allí trabajó para la agencia de desarrollo de la organización (PNUD) y emprendió, a partir de 1973, una gira de la mano de la ONU por varios países de África: Lesotho, Tanzania, Uganda, Zimbabue... Más de dos décadas pasó fuera de su país. Y, sirva de paradoja, un nuevo golpe de Estado le devolvió al poder.
Corría el año 1992, uno después del levantamiento de Foday Sankoh, a la cabeza del Frente Unido Revolucionario (FUR) contra la presidencia de Joseph Momoh, cuando los militares se alzaron en armas y ocuparon el Gobierno. Kabbah recibió la oferta de formar parte del consejo que llevaría el país a unas nuevas elecciones, y aceptó. Cuatro años después, Kabbah se alzó con la victoria en los primeros comicios celebrados en el país en más de 20 años. El reto: levantar un Estado, orillar la pobreza, pero sobre todo acabar con la rebelión de Sankoh, ayudado en sus inicios por Gadafi, como admite sin aspavientos el propio Kabbah en su libro.
El entonces presidente firmó un primer intento de paz con el FUR, pero descuidó su propia retaguardia. En 1997, las Fuerzas Armadas, esta vez lideradas por Johnny Paul Koroma, volvieron a tomar el poder al asalto y Kabbah acabó exiliado en Guinea. Unos meses después, con el apoyo de militares nigerianos, el presidente depuesto volvió a Freetown para quedarse. Regresaron las conversaciones de paz y se firmó un pacto que llevó a Sankoh incluso a formar parte del Gobierno del país. No le frenó eso para intentar tomar Freetown en el año 2000. Esta vez, Kabbah tiró de Londres: 800 militares británicos cayeron sobre la capital y cortaron de raíz el problema. Un año después, los rebeldes accedieron a desarmarse. Se acabó una guerra que había costado 50.000 vidas.
El pasado 13 de marzo, seis años después de dejar el cargo, Kabbah falleció en su casa de Freetown tras una larga enfermedad.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.