Rajoy apuesta por agradar a Merkel para lograr más poder
Los españoles votaron a Juncker por disciplina pero preferían a Barnier
Michel Barnier, que tiene muchos amigos entre la delegación española en el congreso del PPE, buscó hasta el último minuto el apoyo de los 56 delegados del PP español, la segunda mayor representación después de la CDU alemana. Ni siquiera le habría valido con ellos, aunque se habría quedado muy cerca, a una veintena de votos, que con un posible arrastre de los italianos habría podido cambiar la historia. Pero no, los españoles, pese a las claras simpatías de muchos eurodiputados hacia Barnier, votaron a Jean-Claude Juncker porque así lo ordenó Mariano Rajoy a través de María Dolores de Cospedal.
Bono propone una campaña para que se consuman más productos españoles
Algunos le explicaron después en persona a Barnier que habían tenido que votar a Juncker por disciplina, porque Rajoy, enfrascado en una negociación del reparto de poder europeo con Angela Merkel, entendió que le convenía más apuntarse a caballo ganador y agradar a la canciller. El francés Barnier no puede ofrecer nada a Rajoy en el reparto de cargos, porque la derecha ni siquiera gobierna en su país, presidido por el socialista François Hollande. Así que el poder pudo más que la simpatía.
La escena fue muy del estilo de Rajoy, que siempre guarda hasta el final sus cartas y exhibe su poder manteniendo en vilo a sus subordinados. Ya había empezado la votación, y los delegados españoles no sabían cuál era la orden. Esperaban todos juntos a que su líder, que estaba en el escenario, les lanzara una señal, aunque asumían que lo más probable era la opción Juncker porque Rajoy no quería enfrentarse a Merkel. En el instante en que terminó el discurso del luxemburgués, Rajoy dio la orden a Cospedal, y esta, a través de los que estaban sentados cerca, difundió el mensaje: “Juncker, Juncker, tenemos que votar a Juncker”. Ni debate, ni explicaciones: orden pura y dura. Y aunque el voto es secreto, parece que se cumplió a rajatabla.
El objetivo de Rajoy es claro: al agradar a Merkel, confía en que le devuelva el favor apoyando un buen reparto para España en las instituciones europeas. Los españoles han perdido mucho peso en los últimos años y Rajoy vio con desesperación como se escapaba incluso la silla en el Banco Central Europeo. Ahora aspira a colocar a Luis de Guindos como presidente del Eurogrupo y muy probablemente a Miguel Arias Cañete como comisario.
Rajoy estaba cómodo en Dublín. Algunos, como el presidente saliente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, alabaron su “coraje”. Él mismo reivindicó todas las políticas del PPE en la crisis y la “valentía” de sus primeros ministros sin un gramo de autocrítica, a pesar de lo mucho que luchó contra los nórdicos para relajar las exigencias de austeridad. Y recibió incluso un respaldo de Bono, el líder de U2, que llegó a reclamar a la UE una campaña para ayudar a España: “Rajoy urge a la UE a crear liquidez en la economía española. Tal vez lo logre. Pero además de eso ¿dónde está la responsabilidad familiar?” de la UE, se preguntó. “¿Dónde está la campaña en toda Europa para animar a todos a viajar a España, a pasar allí sus vacaciones, a consumir sus productos, a escuchar música española?”.
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