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Los tártaros de Crimea temen la anexión a Rusia

“Somos la garantía de la integridad territorial de Ucrania”, dice un dirigente

Pilar Bonet
Dos soldados, presuntamente rusos, descansan este lunes cerca de una unidad militar ucrania en Bajchisarái.
Dos soldados, presuntamente rusos, descansan este lunes cerca de una unidad militar ucrania en Bajchisarái.M. S. (EFE)

“Los tártaros somos la única garantía de la integridad territorial de Ucrania en Crimea”. Lo dice Shevkhet Hamzin, el jefe del grupo de ciudadanos organizados (se denominan “grupo de iniciativa”) que mantienen el orden en Bajchisarái para evitar provocaciones. Hamzin y Usein Osmánov han pasado toda la noche patrullando por la ciudad que fue la capital de los janes de Crimea (1441-1783), y donde todavía puede verse su palacio (reconstruido en su mayor parte).

Hamzin y Osmánov están vinculados al Medzhlis (el órgano de autoorganización de los tártaros) de Bajchisarái, pero si sucede algún imprevisto grave, explican, se ponen en contacto con el Medzhlis de Crimea, que es dirigido por Refat Chubárov. Si necesitan ayuda, esta organización da la alarma y los tártaros de otras regiones acuden con presteza en ayuda de sus hermanos.

En Bachjisarái viven unas 35.000 personas, de las cuales cerca de un 40% son tártaros, explican. “La situación es muy tensa”, agrega Hamzin, mientras señala hacia un coche negro que, en la lejanía, se mueve por una colina bordeando los límites de un bosque. “Es nuestra patrulla. Va en dirección al sexto microdistrito, donde hay una población tártara muy compacta”, afirma. En el barrio en cuestión se ha producido un intento de robo. No se sabe quién ha sido, pero los tártaros están en estado de alarma y temen un derramamiento de sangre, que, según ellos, podría dar a Rusia la posibilidad de justificar una intervención.

“El Medzhlis nos ha dado orden de ser contenidos”, afirman. Hasta Crimea han llegado de representantes de Tatarstán (una de las unidades administrativas de la Federación Rusa), pero sus esfuerzos parecen haber sido inútiles, por lo menos con la organización que controla Chubárov. En el pasado, los dirigentes de Ucrania han recurrido a los tártaros para afianzarse en Crimea, pero los recursos financieros para los programas que facilitan su asentamiento se han ido reduciendo. Además, los dirigentes ucranios siempre han mostrado algo de recelo ante el prolífico crecimiento demográfico de la comunidad tártara y tampoco se sienten confortables con el creciente peso de una comunidad musulmana que en el pasado estuvo bajo la órbita del Imperio Otomano. “Oficialmente somos casi unos 230.000, pero en realidad somos muchos más, pero se falsean las cifras porque si reconocen que somos más de medio millón deberían darnos más derechos”, afirma Shevket. Los tártaros de Crimea también han recibido visitas de los “chechenos de Moscú”, señala el activista, que distingue este contingente de chechenos oficiales de “los padres e hijo del pueblo checheno”, en otras palabras, los que lucharon contra los rusos.

Proceden de familias que fueron deportadas por Stalin a Uzbekistán en 1944 y que volvieron después a Crimea. El gran retorno de los tártaros de Asia Central se produjo sobre todo a fines de los años ochenta del pasado siglo tras los disturbios étnicos en Uzbekistán, pero la familia de Hamzin volvió a Crimea en 2005 después del sangriento fin de una rebelión popular en Andizhan por el régimen de Islam Karímov. Uzbekistán es un país sumamente inestable y Hamzin pronostica que de allí pueden venir muchos más tártaros si las autoridades ucranias les ayudan a instalarse en la península. No está claro que Kiev quiera pagar ese precio.

Ese mismo día al conocerse la decisión del parlamento de Crimea de consultar a la población sobre su incorporación a Rusia, Chubárov pidió a la comunidad internacional que contemple la posibilidad de llevar de inmediato fuerzas pacificadoras de la ONU a la península. El líder tártaro ha dicho que esto es necesario para reducir las tensiones que pueden llegar a producir enormes cantidades de víctimas. “El Medzhlis se dirige a la ONU, a la OSCE, a los diputados y a los jefes de los gobiernos de la Unión Europea y el Consejo de Europa”, señaló el líder tártaro y exhortó a boicotear el referéndum por considerar ilegal la decisión de cerebrarlo. Chubárov, que es el mismo diputado del Soviet Supremo de Crimea, ha manifestado que este parlamento “ignora” los intereses de los habitantes de Crimea y “atenta” contra ellos.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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