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El anuncio de lluvias en Bolivia causa zozobra entre la población

Los habitantes del norte del país y las autoridades unen esfuerzos para levantar muros de contención

Un soldado ayuda a una pareja de ancianos en Camiaco
Un soldado ayuda a una pareja de ancianos en CamiacoGonzalo Jallasi (AFP)

El anuncio de nuevas lluvias en los próximos días sobre los castigados departamentos de Beni, norte de La Paz y Santa Cruz, inquieta profundamente tanto a las autoridades bolivianas como a los pobladores, que redoblan sus esfuerzos por levantar muros de contención al desborde de los caudalosos ríos de la cuenca amazónica.

El Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología ha declarado “alerta naranja entre la noche del martes y el día miércoles” tras pronosticar lluvias de fuertes a moderadas –entre 50 y 100 milímetros- y tormentas eléctricas en los llanos del norte y este de Bolivia, duramente castigados desde enero pasado.

“Parece que el peligro ha pasado ya en Trinidad”, la capital de Beni, “pues desde el lunes las aguas bajaron más de tres centímetros”, ha informado el director de Radio Patujú, Juan Carlos Zambrana. Esta emisora, como muchas otras de Trinidad, se vieron obligadas a suspender sus emisiones debido a las intensas lluvias que anegaron el centro de la ciudad.

Las aguas bajan hacia el norte y las autoridades temen que otros pueblos sufran inundaciones. Por ahora, los mayores esfuerzos del gobierno, del equipo binacional (Bolivia-Venezuela), las autoridades municipales y los mismos vecinos se han concentrado en proteger Santa Ana –capital de la provincia Yacuma a 150 kilómetros al norte de Trinidad- elevando el muro de circunvalación mientras el nivel de aguas de los ríos Yacuma y Mamoré aumentan cada hora que pasa y se llevan los defensivos de arena con la fuerza del oleaje.

Los informes oficiales señalan que se han trasladado por helicóptero 15.000 bolsas de arena para reforzar el anillo y proteger el centro urbano, pues los alrededores están anegados.

El aeropuerto de Santa ha suspendido sus operaciones debido a que la pista está bajo agua, en una altura superior a los diez centímetros, y el auxilio se realiza con la ayuda de helicópteros para distribuir ropa y alimentos entre los damnificados.

El alcalde de Santa Ana, Gustavo Antelo, ha informado a la cadena de radios de ERBOL que “todas las comunidades están bajo el agua” y sus pobladores han sido evacuados a centros de refugio. Ha lanzado una advertencia sanitaria para evitar el consumo de pescado, pues las aguas del río rebasaron las lagunas de oxidación del lugar.

Similar situación enfrentó Riberalta, ciudad en el extremo norte de Beni, que aún se encuentra anegada por aguas servidas en varias de sus calles debido a la rotura de los muros de contención de sus lagunas de oxidación. “Mientras las aguas no bajen va a persistir la contaminación ambiental y están latentes los focos de infección”, ha lamentado el director de Radio San Miguel de esa localidad, Carlos Arze. Calcula que la situación volverá a la normalidad en unos tres meses.

Los cultivos agrícolas se han perdido en casi todo el Beni y la ganadería está en grave riesgo: hasta ahora, según la Federación de Ganaderos de Beni, unas 120.000 reses han perecido a causa de las inundaciones. Las mayores víctimas han sido terneros y reproductoras, mientras que otros miles se encuentran debilitados por el cansancio, las patas bajo el agua y con muy poco alimento. Muchos ganaderos han protagonizado dramáticas escenas al intentar salvar su hato, en la mayor parte de los casos, su patrimonio más importante.

El periódico El Deber de Santa Cruz ha informado de que miles de reses flotan en el agua cerca a Santa Ana del Yacuma y San Ignacio de Moxos. El gobierno ha dispuesto que varias barcazas recojan el ganado sobreviviente y lo trasladen a lugares altos o secos, además de que ha llevado bagazo y otros alimentos para intentar salvar al medio millón de cabezas que se encuentra en riesgo en la zona.

Las víctimas de los desastres naturales que castigan Bolivia bordean el cuarto de millón de personas, que el gobierno resume en 59.800 familias damnificadas. El balance oficial menciona la muerte de medio centenar de personas, las más arrastradas por las turbulentas aguas de los ríos y, las menos, a causa de deslizamiento de tierras. Las tormentas eléctricas causaron quemaduras a algunos campesinos que cuidaban su rebaño en el altiplano.

El sur boliviano está afectado por la sequía. Y en zonas altiplánicas se ha informado del riesgo de graves daños a los cultivos de quínoa por la aparición de un gusano que devora las panojas, mientras que en otros lugares, la excesiva humedad ha ocasionado la aparición de hongos en los mismos arbustos, según ha reportado la radio Fides. En los valles, las intensas granizadas han destruido muchas plantaciones de frutas, verduras, legumbres y tubérculos.

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