_
_
_
_

De Haití a Curitiba: 8.000 kilómetros en búsqueda de trabajo

Los haitianos vencen distancias y una tragedia para trabajar en la construcción del estadio Arena da Baixada Lejos de los focos del Mundial, en el resto de la región, enfrentan continuos abusos laborales

Trabajador en la Arena de la Bajada, en Curitiba.
Trabajador en la Arena de la Bajada, en Curitiba.Felipe Rosa (Confraria)

El estadio Arena da Baixada en obras. Bajo una temperatura de más de 30 grados, en el verano más caliente en Curitiba de los últimos ocho años, un grupo es fácilmente identificable entre decenas de trabajadores que caminan usando cascos coloridos. Aprovechando una sombra a la hora del almuerzo, se reúnen para conversar en los idiomas de la tierra natal, el francés y el criollo. Son haitianos, que vencieron distancias próximas a 8.000 kilómetros y una gran tragedia y acabaron trabajando en la construcción civil en Brasil. Pero, lejos de los focos del Mundial, en el resto de la región aún enfrentan condiciones de trabajo precarias.

El Sindicato de los Trabajadores en la Construcción Civil (Sintracon) de Curitiba señala que, cada semana, unos 15 haitianos acuden a la entidad con denuncias por los bajos salarios, la precariedad del alojamiento y la falta de seguridad. “Los que tienen suerte y son contratados por empresas grandes están bien. El problema no es con el estadio, es con las constructoras más pequeñas esparcidas por la región metropolitana de Curitiba”, declara a EL PAÍS el presidente del Sintracon regional, Domingos Davide, que dice realizar un seguimiento constante de las condiciones de trabajo en las obras del estadio escogido por la FIFA para acoger el Mundial.

De acuerdo con el presidente del Sintracon Curitiba, la construcción civil vive una “fiebre” de subcontrataciones. “A veces un empresario, con la idea de que va a hacerse rico con el crecimiento del sector, acaba montando una pequeña empresa de servicios y después no consigue saldar sus compromisos con la obra y los trabajadores”, añade. “Y ahí tenemos que actuar.”

Sobre el terreno, en las obras del estadio, se cuentan 65 haitianos entre los 1.000 profesionales del lugar. Trabajan para empresas diferentes y son oriundos de varias regiones del país caribeño. La mayoría trabaja de ayudante de obra y se encargan de transportar materiales, descargar, preparar la masa, limpiar, compactar el suelo y ayudar otros empleados. Uno de ellos, que prefiere no identificarse, cuenta que está en Brasil desde hace dos años, después de dejar la región norte de su nación de origen y pasar por Lima (Perú) y por el Acre (norte de Brasil).

Desde el fuerte terremoto de 2010, el flujo migratorio de haitianos a Brasil -que lidera el mando militar de la misión de estabilización de las Naciones Unidas en aquel país- se intensificó. Muchos llegan formados, pero encuentran obstáculos en la validación de los diplomas al buscar oportunidades de trabajo mejor remuneradas. En la construcción civil ven una oportunidad para mantenerse. En general, los haitianos están expuestos a la explotación de coyotes y sufren condiciones inhumanas en el agotador traslado a Brasil.

“Salimos de allá (Haití) prácticamente solos. Aquí nos vamos recuperando y haciendo nuevas amistades”, dice uno de los trabajadores residente en Curitiba, que pide para no dar su nombre. A pesar de su integración -se esfuerza en hablar en portugués-, aún no olvida el sueño de un retorno exitoso a los orígenes. Otro punto en común de los obreros haitianos son las ganas de ayudar a los que se quedaron. “Estamos aquí para trabajar y poder ayudar económicamente a los que están allá, para la reconstrucción del país”, añade otro obrero. El envío de remesas del exterior desempeña un papel importante en el desarrollo de la nación caribeña: supone más del 20% de su PIB, según agencias internacionales de desarrollo.

No todas las historias son exitosas en las obras del estadio, aunque los obreros haitianos no hagan comentarios sobre el trabajo. Varias huelgas en las obras -sobre todo por retrasos en los salarios de los obreros- han dado como fruto acuerdos para regularizar los pagos.

Hace cuatro años, un terremoto provocó la muerte de por lo menos 220.000 personas en Haití, dejando 1,5 millones de desplazados. El fuerte sismo, de siete grados en la escala Richter, fue registrado cerca de la capital, Puerto Príncipe, seguido de dos réplicas. Además de destruir hospitales, escuelas, edificios de la ONU y la sede del Gobierno nacional, la tragedia provocó epidemias de cólera, acentuando una crisis humanitaria en el país considerado como el más pobre de América. Brasil registró 21 víctimas fatales.

Las obras en Arena da Baixada son las que llevan más retraso de los cinco estadios que faltan por concluir para el Mundial. La FIFA y autoridades públicas brasileñas ya afirmaron que si se mantiene el ritmo de construcción del fin del año pasado, el estadio no quedaría listo a tiempo. Ser;an indispensables nuevos turnos o más contratos para que Curitiba sea confirmada este mes como escenario del torneo, algo que tal vez pueda dar más oportunidades de trabajo para los haitianos de la ciudad.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_