Cuba, en busca de negocios en Florida
La ciudad de Tampa multiplica los intercambios empresariales y deportivos con la isla mientras sigue con atención los tímidos acercamientos entre EE UU y La Habana
Las puertas de la ciudad de Tampa en el Estado Florida se abrieron de par en par para recibir, este jueves y viernes, al jefe de la diplomacia cubana en Estados Unidos, José Ramón Cabañas. Es la primera vez en una década que el máximo representante de la Oficina de Intereses de Cuba en Washington visita la ciudad, que en los últimos años se ha convertido en un punto clave del intercambio entre ambos países, aún a pesar de la vigencia del embargo. Y es la primera vez que lo hace para buscar negocios, en el contexto de la lenta pero sostenida apertura económica emprendida por el Gobierno de la isla.
Cabañas viajó a Tampa este jueves, invitado por la congresista demócrata de Florida, Kathy Castor; una de las más firmes promotoras del levantamiento de las leyes del embargo contra Cuba, vigentes en Estados Unidos desde la década de 1960, y la única legisladora de Florida –el Estado de la unión con mayor presencia de exiliados cubanos—que alienta esta reforma. De la mano de Castor, Cabañas asistió a un almuerzo con un selecto grupo de la Cámara de Comercio de Tampa, visitó la sede del diario Tampa Bay Times, el puerto y el aeropuerto, y estuvo este viernes de paseo por el barrio histórico de Yvor City.
“Este es un momento importante para que Estados Unidos esté más comprometido con Cuba. Están ocurriendo cambios en la isla y en la economía. (Los cubanos) pueden poseer propiedades, automóviles, y pequeños negocios. Este es el momento para que Estados Unidos promueva y aliente esos cambios”, ha dicho la anfitriona, Kathy Castor, este jueves, a los editores del diario Tampa Bay Times, que al recibir a Cabañas contestaron de vuelta con preguntas generales acerca del futuro de los derechos humanos en la isla y en particular, sobre la suerte del contratista estadounidense Alan Gross, condenado a pagar 15 años de prisión en Cuba por delitos de espionaje.
Sobre Gross, dijo Cabañas: “Estamos dispuestos a afrontar ese problema, a hablar de esto y encontrarle una solución. Pero algo tiene que hacer la contraparte, tiene que haber voluntad política para sentarse a conversar”. Respecto a una eventual apertura política que garantice el respeto a los derechos humanos en Cuba, el diplomático se limitó a recordar las excelentes relaciones que mantiene Estados Unidos con China, un país también señalado de violar sistemáticamente los derechos fundamentales de sus ciudadanos.
En cada encuentro, Cabañas insistió en ver el vaso medio lleno: aún a pesar de que las relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana están rotas desde hace más de 50 años, ambas partes se las han ido arreglando para establecer acuerdos mínimos en asuntos de su interés, al mismo tiempo que el Gobierno de La Habana ha emprendido, en los últimos años, tímidas reformas sociales y económicas que poco a poco han ido transformando la vida cotidiana de los cubanos. Desde enero de 2013, los residentes en la isla tienen la posibilidad de viajar al extranjero, con previo consentimiento del Estado. También tienen ahora oportunidad de rentar inmuebles, emprender pequeños negocios por cuenta propia y comprar automóviles, aún a precios astronómicos para su deteriorado bolsillo. En tanto, Washington y La Habana han accedido a compartir, por ejemplo, información sobre el movimiento de huracanes en la región y firmaron recientemente un acuerdo para manejar derrames de petróleo en el Caribe. A la par, el diálogo migratorio sigue su curso, pese a los desencuentros políticos; la más reciente reunión entre representantes de los dos Gobiernos se llevó a cabo en La Habana, el pasado 10 de enero, y es la tercera que se lleva a cabo en el último, después de que las conversaciones sobre asuntos prácticos estuvieron congeladas desde 2011.
En Tampa, donde reside una comunidad de más de 140.000 cubanos y cubano-estadounidenses, desde los deportistas hasta los empresarios, siguen con atención estos movimientos y han decidido tomar la delantera con varias iniciativas. A diferencia de Miami, donde reside el núcleo más beligerante del exilio, el debate sobre la nueva relación luce menos apasionado y más práctico, desde el punto de vista de los negocios. En marzo de 2013, la Alianza para la Fundación de una Política Responsable hacia Cuba invitó al cónsul general de Oficina de Intereses de Cuba en Washington, Llanio González, a participar en una conferencia que se llamó: “Acercamiento hacia Cuba: bueno para Tampa, bueno para Florida, bueno para Estados Unidos”. Era su segundo intento, pues ya en 2011, la misma organización invitó al cónsul y a otros funcionarios cubanos a un evento similar, pero el Departamento de Estado –que en las circunstancias actuales, debe autorizar cada movimiento de la diplomacia cubana por el territorio-- negó los permisos de viaje. Luego, en julio de 2013, Llanio González visitó Miami por primera vez, para motivar el tránsito hacia Cuba del sector más neutral del exilio, que durante más de cinco décadas ha acumulado capitales y el deseo de volver a su país e invertir en él.
Este tipo de intercambio ha ido ocurriendo desde Tampa, casi tan fluidamente como desde Miami, pero con menos aspaviento. En 2013, la Cámara de Comercio de la ciudad envió a La Habana una delegación de 38 miembros para tantear el terreno; en el grupo había empresarios y líderes civiles y políticos, y entre ellos también estaba la legisladora Castor. Dos años después de que el presidente Barack Obama levantó las restricciones a los viajes de familiares y envíos de remesas a Cuba, el aeropuerto local comenzó a ofrecer vuelos directos a la isla. Actualmente, tres empresas ofrecen viajes fletados a La Habana, Santa Clara y Holguín y del medio millón de personas que viajaron en 2012 desde Estados Unidos, 44.711 lo hicieron desde Tampa; se estima que en 2013 esa cifra se incrementó en 15%, hasta sumar 51.594 viajeros. Aunque el mayor número de pasajeros sigue despegando desde Miami y otros tantos lo hacen desde las ciudades de Fort Lauderdale y de Key West, también en Florida, José Ramón Cabañas describió la terminal de Tampa como “la puerta de entrada a Cuba” durante su visita de este jueves, más por un asunto de simpatías políticas que de estadísticas.
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