Venezuela afronta el dilema de regular a los motorizados para frenar el crimen
Cientos de conductores protestan en Caracas contra la prohibición de la circulación nocturna
Los motorizados (conductores de motocicletas) de Caracas demostraron este viernes la fortaleza de su gremio. Unos 500 conductores se reunieron frente al Gran Muro de Petare, un populosos sector del este de la capital venezolana, y desde allí circularon por la avenida Francisco de Miranda, una de las vías más importantes de la ciudad, como un cardumen hacia la sede del Instituto Nacional de Transporte Terrestre. Allí entregaron un documento en el que solicitan a las autoridades que reconsideren las inminentes restricciones al tránsito en horas de la noche que aprobará el gobierno del presidente Nicolás Maduro en los próximos días.
La gran cantidad de motocicletas ocupó ambos lados de la vía durante casi una hora y ocasionó la molestia de conductores y transeúntes. La manifestación terminó resultando menos traumática de lo que se preveía en la víspera -quizás el recuerdo de alguna escena de Un día de furia, el filme de Schumacher- pero hubo amenazas veladas a la salida de la reunión con el presidente del organismo Darío Arteaga: si el gobierno proseguía con su idea de impedirles la libre circulación entonces sí cumplirán su promesa de cerrar toda la ciudad como amenazaron en un primer momento.
Dos adjetivos le endilgan a los motociclistas de esta ciudad: anárquicos y delincuentes. Cierto antichavismo suele ironizar cuando afirma que el hombre nuevo guevarista, que el gobierno persigue con ahínco, es un motorizado. Una persona que somete a los demás actores del tránsito a su arbitraria cultura frente al volante: circular a contramano y amenazar con golpear a quien se lo reclama, convertir el espacio que queda entre los canales de la autopista en una vía expresa, maniobrar entre vehículos con objetos voluminosos o niños recién nacidos o en edad escolar.
Es una conducta que tiene matices y que sin embargo se ha convertido en un amplio estereotipo. El gobierno estimuló durante muchos años la anarquía al resignar su autoridad para regularlos por el temor al costo político. Pero tras el asesinato de la actriz y ex miss Venezuela Mónica Spear la noche del Día de Reyes, que estremeció a toda la sociedad, el Ejecutivo nacional ha entendido que llegó la hora de actuar para disminuir la violencia criminal. En el 80% de los delitos que se cometen en este país, uno de los más violentos del mundo, está involucrado una moto, dijo en diciembre el subdirector del Cicpc, la policía científica venezolana, Douglas Rico.
Mediante un comunicado, Arteaga acusó recibo de la petición y defendió los intentos por regular los horarios de circulación, alegando que en los estados donde ya se implementaron este tipo de medidas –Táchira, Lara y Vargas- “se han reducido considerablemente los accidentes de tránsito con motos involucradas y los índices delictivos”.
En Caracas, una ciudad cuya movilidad, según cifras oficiales, no pasa de 15 kilómetros por hora, la medida parece más difícil de implementar. En 2011 se suspendió la aplicación de un reglamento para normar el traslado de estos vehículos por la presión de los gremios. Los motoristas tienen un enorme poder para paralizar la actividad económica o provocar el caos. El miércoles pasado, por ejemplo, cortaron las vías de salida y entrada a Ocumare del Tuy, una población vecina a Caracas, después de que tres miembros de una banda criminal perdieran la vida en un enfrentamiento con el Cicpc. Se suspendieron las clases, el transporte público y la actividad comercial mientras duró la toma.
Existe, sin embargo, un consenso político para que la medida entre en vigencia más temprano que tarde. A las reuniones con el ministro del Interior y Justicia, Miguel Rodríguez Torres, ha asistido el líder opositor Henrique Capriles Radonski, quien apoya la medida. El proyecto presentado por el alcalde del municipio Baruta (sureste de la capital), Gerardo Blyde, establece la prohibición de que las motocicletas salgan a la calle entre 10.00 de la noche y 5.00 de la madrugada.
Los motorizados piensan que es una medida que los estigmatiza aún más. Han replicado a la decisión con el argumento de que la mayoría son trabajadores honestos y que no son responsables de todos los delitos. Pero en una ciudad tan caótica como Caracas las motocicletas garantizan rápidos desplazamientos para cometer fechorías.
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