Obama: “Es el momento de arreglar un sistema de inmigración que no funciona”
El presidente defiende los beneficios económicos de aprobar la nueva ley y pide el trabajo conjunto de ambos partidos
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, realizó este martes una nueva defensa de la reforma del sistema de inmigración durante su discurso ante el Congreso. La ley, atascada en la división de la Cámara de Representantes, puede convertirse en el gran legado de Obama en su segundo mandato, con implicaciones profundas para el futuro económico, social y político del país durante las próximas décadas.
“Si hablamos en serio sobre el crecimiento económico, es el momento de arreglar un sistema de inmigración que no funciona”, aseguró Obama. El presidente instó a los legisladores a “responder al llamamiento de nuestros líderes empresariales, laborales, espirituales” y a las autoridades locales para aprobar la nueva legislación.
Obama recordó que demócratas y republicanos del Senado ya “se han movilizado”, logrando aprobar una ley de inmigración el pasado mes de junio. “Sé que miembros de ambos partidos en la Cámara de Representantes quieren hacer lo mismo”, afirmó el mandatario, invocando el espíritu conciliador que impulsó la reforma en el Senado, inspirando una coalición bipartidista sin precedentes recientes. “Consigamos aprobar la reforma este año”.
La economía volvió a convertirse en el principal argumento del presidente a favor de la reforma migratoria. Obama recuperó las cifras de la Oficina de Presupuesto para alegar que la reforma reduciría el déficit de EE UU en 1.000 millones de dólares durante las próximas dos décadas, gracias a la entrada de nuevos trabajadores en la economía y la creación de nuevos puestos de trabajo.
“Cuando las personas vienen aquí a hacer realidad sus sueños, a estudiar, crear y contribuir a nuestra cultura, hacen que nuestro país sea un lugar más atractivo para las empresas para crear trabajos para todos”, defendió Obama, que apenas dedicó 121 palabras a la inmigración en todo su discurso.
Su comparecencia era la ocasión para recordar su interés en aprobar la legislación y presionar a la Cámara de Representantes para que avance en las negociaciones. Pero una implicación excesiva en este proceso puede salir cara a Obama, alejando a los republicanos más conservadores de un proyecto que saben que puede ayudarle a hacer historia.
Se espera que el líder del Partido Republicano, John Boehner, -sentado detrás de Obama durante el discurso, como conlleva su cargo de presidente de la Cámara, presente esta misma semana sus principios para la reforma ante el resto de legisladores republicanos. Como ya han adelantado algunos miembros del partido, esa propuesta no concedería el acceso a la ciudadanía para los 11 millones de indocumentados, sino un nuevo “estatus legal” que les permitiría vivir y trabajar en EE UU, así como entrar y salir del país.
Obama no ofreció este martes ningún detalle sobre los elementos que debe contener la reforma, aunque sí ha asegurado anteriormente que no firmará ninguna ley que no contemple la creación de una vía para la ciudadanía. Tampoco dejó entrever si está dispuesto a invertir el mismo capital político que en el caso de la ley de sanidad, hito de su primer mandato y que solo podría igualar con la reforma migratoria.
El presidente necesita ahora el apoyo de la oposición para sacar adelante esta ley si, como ha afirmado en los últimos años, no quiere adelantar reformas a través de alguna de las órdenes ejecutivas que prometió firmar anoche. Obama no especificó si dedicará una de estas medidas a la inmigración, aunque la falta de avances en los próximos meses sí podría convencerle para cancelar nuevas deportaciones o aprobar una vía para la ciudadanía para los dreamers, los jóvenes indocumentados traídos a EE UU siendo niños.
Entre los invitados de la Casa Blanca, cuya presencia suele resaltar las prioridades políticas del presidente, se encontraba precisamente uno de los dreamers, Christian Ávila, activista de Mi Familia Vota, una organización que trabaja en todo el país para registrar a nuevos votantes. Legisladores como Luis Gutiérrez, gran defensor de la reforma en la Cámara de Representantes, también invitaron a varios indocumentados.
El éxito o el fracaso de la reforma tendrá consecuencias para las elecciones legislativas del próximo noviembre. Los republicanos ya vieron como Mitt Romney se alejaba de la Casa Blanca cuando Obama logró el apoyo del 70% del electorado hispano en 2012. Pero los demócratas no pueden dar por sentado que vaya a repetirse: el fracaso de la reforma también puede ser interpretado por los hispanos como suyo.
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