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Espaldarazo del Ejército egipcio a una presidencia del general Al Sisi

Horas antes fue ascendido a mariscal, un nuevo paso hacia la candidatura presidencial La cúpula militar autoriza al general a que se presente en las próximas elecciones

Abdel Fatah al Sisi, ministro de Defensa de Egipto.
Abdel Fatah al Sisi, ministro de Defensa de Egipto. STRINGER (REUTERS)

La cúpula del Ejército egipcio expresó este lunes su apoyo a la candidatura presidencial de Abdelfattá al Sisi, ministro de Defensa y responsable último del golpe de Estado que depuso en verano al islamista Mohamed Morsi, primer presidente del país elegido en unas elecciones libres. La decisión llega un día después de que el presidente interino, Adli Mansur, adelantara las elecciones presidenciales y mientras el país espera con expectación el inminente anuncio por parte del propio al Sisi sobre sus aspiraciones.

El espaldarazo del Ejército, que allana el camino de Al Sisi hacia el palacio presidencial de Ittihadiya, se produjo por consenso en una reunión de el Consejo Superior de las Fuerzas Armadas, según informó la agencia oficial de noticias MENA. En un comunicado público, el Consejo deja a la “conciencia” del líder militar su salto al ruedo presidencial, pero a la vez lo califica de “un mandato y una obligación” ante el pueblo egipcio.

Tan solo unas horas antes, Mansur promulgó un decreto presidencial para ascender al popular general al rango de mariscal, el más alto en el escalafón del Ejército egipcio. A esta institución, la más poderosa de la nación, pertenecía también el ex dictador Hosni Mubarak.

La promoción de Al Sisi se interpreta como una decisión de carácter eminentemente política. De 59 años de edad, el flamante mariscal lleva solo un año y medio en el cargo y pertenece a una generación de líderes castrenses sin experiencia de combate, pues aún se estaba formando cuando Egipto libró su última guerra contra Israel, en 1973. Además, no hay que olvidar que fue el propio Al Sisi quien nombró raïs interino a Mansur, presidente del Tribunal Constitucional durante el golpe.

El decreto presidencial es el último de una serie de movimientos que parecen formar parte de una estudiada coreografía previa al anuncio de la candidatura de Al Sisi. El avance de las elecciones presidenciales a la primavera —aún no se ha concretado la fecha exacta— obliga al mariscal a tomar una decisión con celeridad sobre su futuro político. En caso de dar el paso, en consonancia con la ley, Al Sisi deberá colgar el uniforme militar, lo que explica el súbito ascenso de rango decretado por Mansur. Según todos los analistas, el mariscal se impondría con facilidad en las elecciones, cuya fecha más probable es a mediados de abril, de acuerdo con una filtración publicada por el diario Al Shuruk.

Tras la asonada, el líder castrense rechazó categóricamente atesorar aspiraciones políticas. No obstante, con el paso de los meses, sus declaraciones se volvieron cada vez más ambiguas hasta abrir las puertas a su candidatura hace una par de semanas “por petición del pueblo y bajo el mandato del Ejército”. Su promoción al más alto rango militar del Ejército egipcio otorgará un nuevo argumento al culto a su personalidad promovido por los medios de comunicación, lo que ha contribuido a crear una auténtica “sisimanía” entre una parte de la población. Su efigie está en todos lados, incluidas las tartas de algunas pastelerías de la capital.

Mientras la prensa aún celebra la demostración del apoyo popular a las Fuerzas Armadas en la plaza Tahrir del pasado sábado, tercer aniversario de la revolución que depuso a Mubarak, el ministerio de Sanidad elevó a 64 la cifra oficial de muertos en aquella sangrienta jornada. La masacre fue producto de la brutal represión policial de las manifestaciones opositoras organizadas por los jóvenes revolucionarios laicos y los Hermanos Musulmanes, el movimiento islamista al que pertenece el ex raïs Morsi.

A pesar de haber aprobado recientemente una Constitución presuntamente democrática, la regresión del respeto a las libertades es clara. Por esta razón, el vice primer ministro, Ziad Bahai Eddin, presentó ayer su dimisión. El político, de tendencia socialdemócrata, estaba considerado como el principal abogado de una salida negociada a la crisis que vive el país y había mostrado públicamente su oposición a la nueva y draconiana ley que regula el derecho a manifestarse. Su renuncia representa una nueva victoria de los “halcones” del Ejecutivo.

Egipto atraviesa una fase de aguda polarización política, salpicada por periódicos estallidos de violencia que se han cobrado la vida de más de 2.000 personas, la mayoría simpatizantes de los Hermanos Musulmanes, muertos en el transcurso de manifestaciones de protesta. Asimismo, el país árabe es víctima de una ola de atentados terroristas contra las fuerzas de seguridad a manos de diversas organizaciones yihadistas con base en la península del Sinaí. La más potente es Ansar Bayt al Maqdis (partisanos de Jerusalén).

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