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Merkel maniobra para suavizar las fricciones en la nueva coalición

La canciller y sus ministros se reúnen durante dos días a las afueras de Berlín

Angela Merkel y Sigmar Gabriel este jueves en Meseberg.
Angela Merkel y Sigmar Gabriel este jueves en Meseberg. Sean Gallup (Getty Images)

En medio de un marco idílico que ofrece el castillo de Meseberg, la elegante y barroca casa de invitados del gobierno federal alemán ubicado a tan solo una hora en coche de Berlín, la canciller Angela Merkel, ha puesto en marcha este miércoles la delicada tarea de ofrecer una imagen de armonía y solidez al gobierno de gran coalición y, al mismo tiempo, acabar con las rencillas que envenenaron las relaciones entre los socios políticos a finales del año pasado y a comienzos del actual.

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Merkel, que aún guarda reposo a causa del accidente que sufrió en un balneario suizo mientras esquiaba, llegó a la reunión apoyada en sendas muletas, una molestia que no le impidió comparecer ante las cámaras de televisión, en compañía de su vicecanciller y ministro de economía, el socialdemócrata Sigmar Gabriel, para anunciar que la cita de 48 horas en Meseberg tenía la meta de planificar el trabajo para el presente año y consensuar las principales iniciativas que se ha propuesto el Gobierno, como el futuro de la política energética y la reforma del sistema de pensiones.

"Este es un gobierno integrado por tres partidos políticos, pero es un gobierno", afirmó la canciller al poner énfasis en una aparente unidad que existe en el seno del gobierno de gran coalición. "Llegó la hora de concretar con hechos el acuerdo de la coalición. Esta reunión es un buen comienzo para el trabajo conjunto", dijo, por su parte, Sigmar Gabriel.

Yo apoyo los planes del ministro Gabriel. Será un proyecto de todo el gobierno Angela Merkel

En la primera comparecencia conjunta de la canciller y del vicecanciller ante la prensa, los dos principales actores del nuevo gobierno no ahorraron palabras, ni gestos para enviar un importante mensaje al país: el gobierno de gran coalición se pone en marcha, no existen diferencias y el anhelo de los socios es impulsar el desarrollo de Alemania y ofrecer respuestas a las principales desafíos que afectan a Europa.

Este aspecto fue resaltado por Merkel cuando señaló que el nuevo gobierno de gran coalición tiene la meta de impulsar una economía eficiente, finanzas sólidas, impulsar medidas sociales y sentar las bases de una política energética segura y respetuosa con el medio ambiente.

Para destacar la recuperada unidad que existe en el seno del gobierno, Merkel expresó su total apoyo a la reforma energética que está diseñando el ministro Gabriel y que ha sido criticada por empresarios y políticos del SPD. La reforma prevé un recorte en las subvenciones estatales a las energías renovables.

"Yo apoyo los planes del ministro Gabriel. Será un proyecto de todo el gobierno y no solo un proyecto de un ministro. Solo unidos podemos tener éxito", afirmó la canciller, quien aclaró que el otro gran proyecto del gobierno, la reforma a las pensiones, que incluirá, como se fijó en el acuerdo de coalición, mejoras para las madres con hijos nacidos antes de 1992, la posibilidad de una jubilación anticipada para aquellos que hayan cotizado durante 45 años y subidas en las prestaciones de invalidez, será debatido este jueves. Otro tema que será discutido en la intimidad del castillo de Meseberg, será el rol que tendrá Alemania en Europa y en los conflictos internaciones, como el que afecta a Siria.

Aun no está claro si la reunión de dos días en Meseberg concluirá con una nueva y fresca imagen de unidad, pero la tradición recuerda que en dos ocasiones anteriores, el idílico castillo fue sede de sendas y tormentosas reuniones del gabinete que presidia la canciller Merkel.

Hace cuatro años, la cita del gobierno, formado por la democracia cristiana y el partido Liberal, marcó el comienzo de un caótico periodo de crisis. En el verano de 2007, los ministros del segundo gobierno de gran coalición se reunieron en el castillo para intentar disipar, con poco éxito, la atmósfera de desconfianza que había marcado los dos primeros años de gobierno.

Esta vez y tal como lo señaló Sigmar Gabriel, la meta es otra. Antes que nada, el super ministro de economía restó importancia a las diferencias que nacieron en el seno del gobierno a finales del pasado año, cuando la CSU de Baviera puso énfasis en combatir lo que llamó la "inmigración de la pobreza", un tema delicado y que está protagonizado, sobre todo, por las minorías gitanas que habitan en Rumanía y Bulgaria. El debate envenenó las relaciones entre los socios del gobierno que se acusaron mutuamente de "hipocresía" y de impulsar un discurso populista propio de los partidos de la ultraderecha.

"Yo creo que el comienzo de este gobierno ha sido bueno y es normal que se den diferencias entre los colegas", dijo Gabriel. "Esta reunión es el preludio de un nuevo inicio y ha sido una excelente idea de la canciller. Tendremos una reunión intensa, pero también muy alegre", añadió.

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