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Las primeras víctimas mortales agravan el conflicto callejero de Ucrania

Médicos de la oposición confirman que hay cinco muertos y, al menos, 300 heridos

Imágenes de las protestas de esta mañana en Kiev.Foto: atlas
Pilar Bonet

La nueva fase, más violenta, en la que entró el miércoles el conflicto político y callejero de Ucrania —con dos víctimas mortales por lo menos en el centro de Kiev— tensa los frágiles vínculos que mantienen unidas a las distintas regiones de este país. Sobre este telón de fondo, el jefe del Estado, Víctor Yanukóvich, y los líderes de la oposición parlamentaria, los liberales Vitali Klichkó y Arseni Yatseniuk y el nacionalista Oleg Tiagnibok, se entrevistaron durante más de tres horas sin llegar a un compromiso que permita desbloquear ya la crisis, aunque seguirán conversando el jueves.

La continuación de las conversaciones indica que la vía política no se ha agotado. Sin embargo, ésta no es la única apuesta. El drama de Ucrania está formado por múltiples temas y todas ellos—centrales y secundarios— se desarrollan en paralelo, a diferentes velocidades y en distintos escenarios, sin que se sepa aún cuál de las muchas tramas, entre las muchas que evolucionan en la calle, en los cenáculos de la oposición, en los cuarteles de la policía, en las regiones y en las capitales internacionales acabará imponiéndose. El desenlace cada vez parece más próximo.

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Los líderes de la oposición no quisieron hacer comentarios al salir de su cita con Yanukóvich, a la cual asistía también el secretario del Consejo de Seguridad, Andréi Kliúyev, y la ministra de Justicia, Yelena Lúkash. Más tarde, en la tribuna de la Plaza de la Independencia, ante decenas de miles de personas que habían ido concentrándose durante toda la jornada, el ex boxeador Vitali Klichkó exhortó a no dejarse provocar y a no permitir que las autoridades puedan utilizar la violencia de los manifestantes como excusa para ejecutar sus designios de desalojar la plaza. Efectivamente, esta corresponsal fue testigo de cómo el personal de varias instituciones oficiales del centro de la capital recibió "orden del consejo de ministros" de marcharse a casa en previsión de una operación de desalojo de quienes a lo largo de todo el día se enfrentaron con las fuerzas de intervención especial, los Berkut, ora avanzando ora retrocediendo, en la cuesta que conduce a los edificios del Gobierno.

Entre unos y otros se alzaba un verdadero telón de fuego y humo formado por neumáticos ardiendo, que los manifestantes se afanaban por mantener encendidos y los policías por apagar con ayuda de mangueras de agua. El telón de fuego, para bien y para mal, impedía a unos y otros ejercitar su puntería. En el tejado de la Casa de Ucrania, un edificio situado en la plaza de Europa, al pie de la cuesta que conduce a los edificios del Gobierno y el Parlamento (es decir en la retaguardia de los manifestantes), se habían apostado personas con cascos, que algunos identificaban con francotiradores. El edificio, aparentemente, estaba bajo el control del Gobierno.

Dos son las víctimas confirmadas por la fiscalía del Estado, un veinteañero de nombre Serguei Nigoián, y otro hombre no identificado de unos treinta años de edad. Nigoián habría muerto de madrugada a consecuencia de heridas de armas de fuego en el pecho y el cuello, según fuentes de la oposición.

Tal como había anunciado en la plaza, la oposición se puso el miércoles por la tarde manos a la obra (en un local fuera de la tensa zona de los enfrentamientos) y comenzó a crear estructuras paralelas de poder, concretamente la llamada Rada Popular, un parlamento constituido a partir de los diputados de la oposición (UDAR de Klichkó, "Patria" de Yatseniuk y la encarcelada Yulia Timoshenko, y "Libertad" del nacionalista Tiagnibok, además de diputados sin partido).

En las regiones, con menos atención mediática que la capital, reemergían con fuerza las "dos Ucranias" que nunca han acabado de reconciliarse, la del Este y el Sur, con mayoría de población de habla y cultura rusa, y la del Oeste, que se considera portadora de las esencias nacionales de Ucrania. En Ternópol, en el Oeste, se organizaba una movilización general de ciudadanos que el Comité de Resistencia Nacional trasladaba a Kiev a apoyar el Euromaidán. En Odessa, el gran puerto del mar Negro, el parlamento regional, reunido en sesión extraordinaria, exhortaba al jefe del Estado a actuar "de forma decidida" para atajar el "golpe de Estado" de "radicales y provocadores" utilizando para ello medidas "adecuadas a la amenaza" surgida para la "seguridad nacional". En la península de Crimea, donde tiene su sede la flota rusa del mar Negro, el parlamento local aprobó un comunicado donde responsabilizaba de los sucesos de Kiev a los líderes de la oposición y sus "exigencias ilegales", entre ellas la celebración de elecciones anticipadas la presidencia de Ucrania. Según los diputados de Crimea, las "marionetas políticas" (los líderes de la oposición) intentarán arrebatar a Crimea su estatus de república autónoma en el seno de Ucrania y exhortaban a Yanukóvich a poner orden con severidad. "Los habitantes de Crimea nunca participarán en elecciones ilegítimas, no reconocerán sus resultados y no vivirán en una Ucrania de "partidarios de Bandera", afirmaba el comunicado, refiriéndose a Stepán Bandera, un líder nacionalista exaltado en el Oeste de Ucrania y etiquetado como "fascista" en el Este del país y también en Polonia y Rusia.

Como elementos que podrían contribuir a una salida política está la anulación de las llamadas "leyes dictatoriales" mediante las cuales se ha reforzado el poder de las fuerzas del orden público y se han restringido los derechos cívicos. El partido de las Regiones, mayoritario en el parlamento, aprobó esa ley a mano alzada, aunque sus dirigentes admiten no haber podido contar cuántas manos habían votado por el documento. Ahora, un sector de Regiones está dispuesto a convocar una sesión extraordinaria del parlamento con el fin de anular las polémicas leyes, que han recrudecido las tensiones acumuladas desde el 21 de noviembre cuando comenzaron las manifestaciones. Inicialmente éstas tenían como objeto convencer al presidente de que firmara el acuerdo de Asociación con la Unión Europea, pero luego se han transformado en un movimiento de rechazo general al sistema representado por Yanukóvich.

La existencia de víctimas ha potenciado el fuerte componente emocional de los manifestantes. A caldear los ánimos han contribuido también las provocaciones protagonizadas por individuos de paisano vinculados con los servicios de seguridad que, por convicción o a sueldo, se han dedicado a hostigar a activistas de la oposición. Estos han detenido e interrogado a diversos individuos de este contingente especial de "colaboradores de los servicios" que existe también en otros países de la ex URSS y que perpetúa las prácticas soviéticas de intimidación a los disidentes. En un bosque cercano a Kiev se ha encontrado el cadáver, aparentemente con signos de tortura, de un hombre que había sido raptado por individuos de paisano cuando era atendido en un hospital de Kiev. Otra de las personas raptadas en el mismo hospital, el activista Igor Lutsenko, tuvo más suerte y fue liberado.

KLICHKÓ: "Si hay que pelear, pelearé"

Pilar Bonet, Kiev

"Hoy tienen intención de desalojar el Maidán. Debemos hacer todo lo que podamos para que eso no ocurra. Mañana, si el presidente no cede, aún seremos más y emprenderemos la ofensiva. No tenemos otra salida", dijo Vitali Klichkó ante la multitud concentrada esta noche en el Euromaidán. El político y ex boxeador admitió que el jefe del Estado, Víctor Yanukóvich, no había dado respuesta a las reivindicaciones de la oposición, durante la reunión mantenida con sus líderes.

Desde la tribuna, Klichkó se dirigió al presidente: "Sé que en este momento está mirando (…). Tiene usted la posibilidad de solucionar este asunto. Las elecciones anticipadas cambiarán esta situación de forma incruenta. (…). Escuche a la gente", dijo.

"Estoy con todos vosotros aquí en la plaza. Si hay que resistir, resistiré. Si hay que ir a pelear, pelearé. Muchos me dicen: “Vitali, confiamos en ti”. Y yo haré todo lo que de mi depende para no permitir que siga vertiéndose la sangre y para solucionar esa situación”, sentenció.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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