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La política de la chequera

Lluís Bassets

El tirano sabe cómo deben hacerse las cosas. Con un sable en una mano y una chequera en la otra. No admite negativa al soborno. La hoja afilada atenderá a quien lo rechace. Así ha venido comportándose la monarquía saudí desde que encontró en el árido subsuelo de la península arábiga el mayor depósito de riqueza mineral del mundo, los hidrocarburos que la han convertido en una potencia regional y un aliado hasta ahora indispensable de los Estados Unidos de América.

La política del sable y la chequera fue fundamental para la estabilidad de Arabia Saudí durante la primavera árabe de 2011. Centenares de jóvenes fueron a las cárceles y multitud de manifestaciones por las redes sociales fueron desarticuladas antes de que reunieran a más de cien personas. Pero un chorro de dinero para vivienda, subsidio de paro y pagas extras para los funcionarios, por valor de 130.000 millones de dólares, fue el líquido más disolvente de manifestantes que podía imaginarse.

La última manguerada es la que acaba de anunciar el presidente libanés Michel Suleiman, en forma de créditos para el ejército por 3.000 millones de dólares, que casi duplican el presupuesto militar de Líbano y triplican la ayuda de Estados Unidos desde 2006. El regalo forma parte de la estrategia saudí en la guerra de Siria: servirá para contrarrestar la fuerza excesiva de Hezbolá, el partido chiita y proiraní que apoya a El Asad; también para distanciarse de Washington y mostrar sus propias cartas en la negociación con Irán sobre el programa nuclear: las armas que comprarán los libaneses serán todas francesas.

El arma de la chequera está muy experimentada. La expansión del rigorismo wahabí se ha hecho cheque en mano. Así se han financiado las madrasas paquistaníes. Así se hizo la guerra de los talibanes contra los soviéticos en Afganistán. Arabia Saudí no es el único Estado petrolero que practica la política de la chequera. Con un estilo distinto, también lo hace Qatar. Sirve para hacer política exterior e, incluso, para actuar militarmente fuera. Sus efectos políticos pueden ser visibles a corto plazo, pero a la larga son incontrolables y perversos. El dinero saudí sirvió a la causa occidental en la guerra fría, pero plantó las semillas del fundamentalismo y del terrorismo. Veremos qué frutos da la siembra de ahora.

Comentarios

Desde luego, se mire por donde se mire, esta sociedad sobrevive alimentándose del tentáculo económico. Sólo hay que mirar la clasificación de países de la ONU, donde los más ricos tienen más poder. Así debemos ir pensando cómo aliarnos con los más ricos para sacar algo de beneficio de esa alianza.http://goo.gl/azYqJY
La chequera en Arabia no servirá de nada, más pronto que tarde la juventud moderna exigirá un cambio, no pueden continuar viviendo con criterios medievales y viendo al resto del mundo a través de inet. Y entonces Europa temblará, nuestra Europa dependiente del petroleo ha abandonado en manos americanas la seguridad del mundo y a América ya no le sirven los saudíes, tras la revolución energética del fracking y los esquistos......
Lo curioso es el doble rasero que se tiene en occidente con respecto a estas monarquías feudales. A otros tiranos bastante más moderados se les afea constantemente su comportamiento y desde el establishment se subvencionan o jalean campañas en su contra. Pero con las dictaduras del golfo, nada de nada. Una tolerancia que más bien parece servilismo y que da a entender que no solo riegan con petrodolares a sus propios súbditos, sino también a determenidas élites influyentes de Europa y norteamérica.
Sr. Bassets reciba un fuerte saludo por su artículo, con ideas precisas y muy objetivas. Ojalá que el periodismo siga su ejemplo. Solo quisiera añadir que la historia humana se mueve como un columpio, en un continuo sube y baja de la ética social. Ahora, en este período histórico, estamos en la bajada, donde imperan la rapacidad y la hipocresía.
La chequera es un negocio, y como tal se cuida para que rente y no tenga pérdidas.Desde el punto de vista social, lo que cuenta es que la ley y los derechos ciudadanos no se vean perjudicados, ni avasallados por la chequera.Por otro lado la dinamización y el progreso funcionan en el libre mercado a base de chequeras, ya que la mayoría de la gente espera ser conducida con soluciones.Al trabajo, a los derechos sociales, al bienestar, al progreso y al avance tecnológico.La chequera no es mala en si misma, solo el abuso y el engaño cuando desde las instituciones públicas se mal sirven los intereses sociales al servicio de los particulares saltándose la ley.En beneficio propio.
Así es, el dinero lo puede todo. Y siempre tendrá que haber quien tenga menos para que su poder se mantenga omnímodo, porque dime tú dónde vamos si todos fuéramos ricos, a quién podrían comprar los mangantes, digo, magnates. Hay poderosos porque hay mindundis y viceversa, pero todos pobres o todos ricos sería insostenible.
Interesante y acertada reflexión. El sable saudí es más bien insignificante, su chequera indiscutiblemente muy fuerte, y la usan con gran habilidad no solo en el mundo árabe sino también en algunos países del mundo Occidental. Las cosas pueden estar a punto de cambiar si los EEUU pasan a ser el primer exportador mundial de petróleo y gas, algo que ya se prevé a corto plazo, y logra así la independencia energética, a partir de entonces la presión saudí será mucho menor. La política de la chequera provoca que en muchos países occidentales estemos gobernados por políticos que podríamos calificar, por utilizar un término moderno, de outsiders , es decir políticos que tienen dentro de un país su arraigo, sus sentimientos, sus votos, su poder político pero sus intereses, y por tanto el fin de sus políticas fuera, debido a la presión que ejerce alguna familia de esas, como la saudí, con abundante chequera, que gobiernan a sus pueblos manteniéndolos en la más extrema pobreza pero derrochan dinero fuera de sus fronteras para ejercer poder.
El objetivo principal de la familia saudí es doblegar el nacionales árabe, que su latente corazón está en Siria e Irak, sin olvidar el naserismo, su otra faceta, en muchos rincones del mundo árabe. Esto es lo que prolonga la vida de su régimen. Nos lo explica su financiación de los frentes islamistas activos y constituidos por milicias de más de cuarenta países, hoy día y de forma muy evidente en Irak y Siria. La chequera saudí llega donde los EE UU e Israel aprueban su beneficiario. De siempre sabemos la coordinación y el apoyo diplomático estadounidense al régimen de la familia saudí. Últimamente percibimos cierto arreglo entre Israel y Arabia Saudí en su lucha contra un inventado enemigo común, Irán. Alargar la guerra de Siria y remover la falsa estabilidad política en Irak es su objetivo principal. Nadie presiente la celebración de Ginebra II o su éxito en caso de reunirse las delegaciones de los contendientes, porque quien financia esa sucia guerra aún no se pusieron de acuerdo en el reparto de las influencias.
Lluís se atreve con Arabia Saudí. Pero no hay que ser un lince para ver lo que está delante de nosotros. Arabia Saudí no es un país al uso del Oriente Próximo. En muchos aspectos está mucho más atrasado que otros que hoy se convulsionan con la primavera árabe. Es paradójico, hablando de la primavera árabe, que esta no haya pasado por Arabia, el epicentro de esta cultura (árabe), y de este pueblo. Las explicaciones valientes de Lluís, sobre el poder del dinero, para contener la primavera árabe en Arabia Saudí son ciertas. Aún habría que decir que los grandes promotores de la primavera árabe son los saudíes, dato que por si solo revela la verdadera identidad de este movimiento. El apoyo al movimiento así llamado, por parte de Arabia Saudí, ha sido fundamental. Pero este movimiento no surgió en Sidi Bou Said, sino en Afganistán y la cristalización del terrorismo de alqaeda, otras veces llamado movimiento revolucionario de liberación, "freedom fighters". Hoy sabemos que Yasin al-Qadi, miembro de la Hermandad Musulmana, y banquero de alqaeda, gozaba de inmunidad en países aliados de la OTAN. Si los periodistas pusieran el mismo celo profesional con la casa real saudí, que ponen con la casa real española, comprenderíamos que Arabia Saudí es un territorio propiedad de una familia, los Saud, que ademas de dar nombre al territorio lo gobiernan como un cortijo de su propiedad. Los Saud gozan de total impunidad gracias al acuerdo de cooperación con EEUU, por el petróleo, es decir el dinero y el poder que genera, o lo mismo que nos dice Lluís, "dame tu petróleo y serás inmune a todos los conflictos del Oriente Próximo, en los que seremos aliados". Este equilibrio está a punto de romperse, entre otras cosas porque EEUU ha pasado a ser el primer productor de petroleo mundial, desbancando al país árabe. Los esfuerzos, de los periodistas, para explicar como alqaeda consigue impregnar y apoderarse al final, de todos los conflictos del mundo musulmán, sean guerras o revoluciones, son vanos intentos por justificar lo injustificable, es decir, la cooperación directa o indirecta y debido a los intereses, de los países llamados civilizados y democráticos, con el terrorismo internacional, que patrocina la casa de Saud. No hemos de olvidar que Bin Laden, era miembro de una poderosa familia saudí. Las relaciones y vínculos no son ocasionales y circunstanciales, son la esencia misma de los conflictos en Oriente Próximo de los que los Occidentales somos responsables preferentes.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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