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Las barreras se vuelven contra Cameron

Las medidas del Gobierno británico para limitar la entrada de inmigrantes a partir de enero son rechazadas por sus socios políticos, líderes europeos y jefes religiosos

Protesta en el Parlamento británico contra el voto a la extrema derecha, en 2010.
Protesta en el Parlamento británico contra el voto a la extrema derecha, en 2010.Paul Hackett (REUTERS)

Al primer ministro británico, David Cameron, se le está escapando de las manos el agrio debate sobre la inmigración que él mismo ha azuzado. Cada vez son más abundantes y variadas las voces que critican las propuestas para frenar la entrada de extranjeros, tanto legal o ilegal como procedente de fuera o de dentro de la Unión Europea. En las últimas semanas, desde el presidente de Bulgaria al expresidente de Polonia, desde el líder de los católicos ingleses a altos cargos de Naciones Unidas, desde comisiones parlamentarias a los ministros liberal-demócratas de más peso o destacados centros de estudios conservadores han coincidido por distintos motivos en criticar la agresiva política antiinmigración del primer ministro.

Los tories han desplegado desde hace meses una telaraña de medidas contra la inmigración, acompañadas de dosis enormes de una retórica que incluso en el propio Gobierno empieza a parecer peligrosa. Hace unos días, el siempre directo ministro de Negocios, el liberal Vince Cable, evocó los “ríos de sangre” a los que se refirió Enoch Powell en su célebre discurso de 1968 en contra de la llegada a la metrópoli de miles de inmigrantes de las antiguas colonias británicas. La diferencia es que mientras ahora es el líder conservador y primer ministro quien azuza el debate, entonces Powell fue expulsado del Gabinete en la sombra por el líder conservador Edward Heath, por entender que el discurso era “racista en el tono y tendente a exacerbar las tensiones raciales”.

Ahora, el combativo Cable ha declarado: “De tiempo en tiempo tenemos esa histeria sobre la inmigración; yendo atrás recuerdo los ‘ríos de sangre’ de Enoch Powell y si vamos un siglo atrás tenemos la histeria sobre los inmigrantes judíos. La responsabilidad de los políticos cuando la gente está ansiosa es intentar tranquilizarles explicándoles los hechos, en lugar de recurrir a medidas populistas que hacen daño”. Cable dijo que alguien le había comentado recientemente estar harto de que haya “tantos inmigrantes viniendo a Gran Bretaña” y que “por eso se iba a ir a vivir a España”. “Hay una especie de esquizofrenia en todo eso”, añadió el ministro.

Su jefe, el líder liberal-demócrata y viceprimer ministro, Nick Clegg, ha sido menos agresivo pero igualmente directo al declarar que el proyecto de la ministra del Interior y gran halcón antiinmigración del Gabinete, Theresa May, de introducir un tope que limite a 75.000 personas al año la llegada de inmigrantes de la UE “es ilegal e impracticable”.

La ONU advierte a Londres para que no adopte medidas con "perfil étnico"

Cinco conocidos centros de estudios más bien anclados en el centroderecha critican ahora esa propuesta en una carta conjunta publicada ayer en The Guardian. “El tope en inmigración es un tope en la innovación que las industrias británicas necesitan para desarrollarse”, escriben. La propuesta no es oficial. Forma parte de las aportaciones del Home Office al debate sobre qué se debería renegociar con Bruselas después de las próximas elecciones y con vistas al referéndum de 2017 sobre la permanencia de Reino Unido en la UE, que Cameron ha prometido convocar si los tories siguen entonces en el Gobierno.

Haya tope o no, el debate da una idea muy clara de que los conservadores han roto el tabú y han hecho ya el vínculo entre Europa e inmigración que el antieuropeo y antiinmigrante Partido por la Independencia de Reino Unido (UKIP, en sus siglas en inglés) su bestia negra electoral, lleva años haciendo. Una muestra de ello son las medidas de estos días para limitar el acceso a las ayudas sociales a los inmigrantes comunitarios que lleven menos de tres meses en el país. Una medida fundamentalmente retórica porque casi nadie recibe ayudas nada más llegar al país.

Otros, ni siquiera pueden instalarse en Reino Unido aunque estén casados con un británico. Es el caso de miles de extranjeros no comunitarios a los que el Gobierno exige desde julio de 2012 unos ingresos de al menos 18.500 libras al año (22.000 euros) para permitirles instalarse en suelo británico. Una medida draconiana que afecta cada año a 17.800 familias y que, paradójicamente, no se puede aplicar a los cónyuges de los ciudadanos comunitarios que residen en Reino Unido.

El arzobispo de Westminster y líder de los católicos ingleses, Vincent Nichols, cree que eso es un ataque a la familia. Y más. “Todos los que estamos en la vida pública, incluidos los medios, tenemos la obligación de no provocar miedos irracionales que alimentan los prejuicios. Demonizar a los inmigrantes, que a menudo contribuyen de forma enorme a nuestra sociedad y bienestar, es seguir un camino peligroso”, ha escrito en The Guardian.

Los no comunitarios con pareja británica tienen la residencia muy restringida

La comisión conjunta de Interior de lores y diputados ha advertido de los peligros de las medidas que prepara el Home Office para crear “un entorno hostil” contra los sin papeles. Creen que pueden equivaler “a un tratamiento inhumano o degradante” y cuestionan en particular las medidas que intentan impedir su acceso a una vivienda y a la sanidad.

También Naciones Unidas ha metido baza contra ellas. Un documento de la oficina del alto comisionado para los Refugiados y ex primer ministro portugués, António Guterres, advierte de que esas medidas pueden hacer que la gente sea tratada en función de su perfil étnico y “a largo plazo puede dañar la cohesión social”.

No han sido las únicas críticas procedentes del exterior. En una entrevista en el dominical The Observer, el presidente búlgaro Rosen Plevneliev compara con el telón de acero la batería de medidas que prepara Cameron para disuadir a búlgaros y rumanos de que se instalen en Reino Unido a partir de enero. “Si Gran Bretaña se aísla está dañando su propia reputación. Lo mismo Bulgaria que Gran Bretaña son más débiles si están aisladas. El siglo XXI no es sobre cómo construir barreras, sino cómo derrumbarlas, vinculando pueblos, culturas, economías, industria”, afirma.

El expresidente polaco Lech Walesa ha declarado en su país que Reino Unido “se está comportando de manera irracional y corta de vista” y que debería recordar los sacrificios que han hecho los polacos para acabar con el comunismo. Pero el objetivo de David Cameron no es razonar, sino ganar las elecciones.

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