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Un poderoso mensaje de apoyo

El acuerdo de prospección de hidrocarburos durante 25 años refuerza la posición del régimen en vísperas de la conferencia internacional de paz

Ángeles Espinosa

El acuerdo de prospección de hidrocarburos firmado el día de Navidad entre una empresa rusa y la compañía nacional de petróleo de Siria es sobre todo un gesto político de respaldo al régimen de Bachar el Asad. Incluso si las prospecciones descubrieran que el lugar tiene reservas de gas o petróleo que hagan rentable la explotación, pasarán varios años antes de que puedan comercializarse. En cualquier caso, y a la vista de los depósitos conocidos, parece poco probable que vayan a suponer un factor significativo en una región dominada por los gigantes Arabia Saudí, Irak e Irán.

Aun así, tanto el ministro sirio de Petróleo, Suleyman Abbas, que anunció el contrato, como el resto de los prebostes de Damasco tienen motivos para celebrar el espaldarazo. Soyuzneftegaz va a cubrir todos los costes de los sondeos (estimados en 75 millones de euros) y si se hallan yacimientos de interés comercial, también construirá la infraestructura necesaria para desarrollar el campo y extraer los hidrocarburos. Además, se compromete a la formación del personal del Departamento General del Petróleo, según la agencia de noticias siria, SANA.

El momento mismo de la noticia es altamente significativo. Se produce en vísperas de la conferencia internacional sobre Siria, que se celebrará en Ginebra el próximo 22 de enero, y a la que Damasco llega con el apoyo casi exclusivo de Irán y Rusia, frente a un frente opositor respaldado por la mayoría del mundo árabe y por Occidente.

Rusia, al igual que China (menos activa), se ha opuesto desde el principio a la intervención internacional en Siria. A menudo, se aduce su base militar en Tartus (la única que tiene en el Mediterráneo) para explicar su respaldo a El Asad. Sin embargo, hay otras consideraciones, ya que de haberse mantenido neutral o haber apoyado la revuelta, es probable que también hubiera podido conservar esa instalación.

"La principal preocupación de Rusia no es el régimen baazista, sino la mera idea de que el régimen [cualquier régimen] pueda ser derribado por Estados Unidos y sus aliados", ha escrito Jean-François Seznec en un informe para el Ministerio de Exteriores de Noruega. Para este politólogo, Moscú se siente vulnerable tras haber perdido a varios países de su esfera de influencia ante las fuerzas democratizadoras apoyadas por Washington.

Firmar un pacto petrolero por 25 años en estos momentos envía un poderoso mensaje de apoyo a Damasco. Las sanciones internacionales con las que se castigó en 2011 la brutal represión al levantamiento popular contra El Asad sacaron de Siria a las compañías que trabajaban hasta entonces allí. La francesa Total, la holandesa Shell y las canadienses Suncor y Mena Hydrocarbon dejaron de extraer crudo sirio en diciembre de ese año.

"El contrato supone un desafío", admitió Abbas al informar del mismo. Para el ministro, "es la prueba de que continúa la cooperación entre los dos pueblos y los gobiernos sirio y ruso".

Como era previsible, un comunicado de la oposición se apresuró a denunciarlo y declararlo nulo. "El Gobierno ruso ha firmado un acuerdo para facilitar al régimen más armas para matar a los sirios", asegura el texto. Siria nunca ha sido una potencia petrolera. Los 380.000 barriles diarios que producía (frente a 10 millones Arabia Saudí) hace ya años que dan para poco más que el consumo interno (290.000 barriles en 2010).

Aun así, las ventas del crudo suponían el 25% del producto interior bruto (PIB). Pero a raíz de las sanciones, su extracción se ha reducido a un 10% de lo que solía.

De igual modo, su producción de gas ha caído de 30 millones de metros cúbicos diarios hasta poco más de la mitad, según cifras oficiales. Además, las pérdidas en el sector se han visto agravadas por la destrucción de las infraestructuras como consecuencia de la guerra civil en la que han desembocado las revueltas.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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