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“Fidel es responsable del desastre económico”

El experto en economía cubana habla sobre el legado del castrismo y los errores en su gestión

El experto en economía cubana Carmelo Mesa-Lago, en 2009.
El experto en economía cubana Carmelo Mesa-Lago, en 2009.GORKA LEJARCEGI

Es uno de los grandes expertos en la economía cubana. Y atesora los mejores archivos estadísticos, algo que no es obvio dada la tradición del régimen castrista de falsear los datos. Carmelo Mesa-Lago (La Habana, 1934) dejó Cuba hace muchos años, pero regresa cuando tiene oportunidad y mantiene un intercambio constante con los economistas de la isla. Catedrático emérito de la Universidad de Pittsburgh (Estados Unidos), ha enseñado en varias universidades europeas y es autor de decenas de libros, entre ellos Cuba en la era de Raúl Castro (Colibrí).

Pregunta. ¿Viven hoy los cubanos mejor que antes de la revolución?

Respuesta. La población de menores ingresos, del interior del país, está probablemente quizás mejor hoy que antes porque, a pesar del deterioro de los servicios sociales en Cuba, tienen acceso a la educación, a la salud, aunque de baja calidad por todo lo que ha ocurrido. También a las pensiones de la Seguridad Social. La clase media está peor. Con la población afrocubana ha habido mejoras, pero la cuestión racial no se ha liquidado, porque el Gobierno asumió que con la revolución se acababa la discriminación y no ha sido así.

P. ¿Cuál es el legado económico del castrismo?

"Cuba tiene hoy tanta dependencia de Venezuela como antes de la URSS"

R. Ahí mi opinión es mucho más negativa. Cuba ha recibido más ayuda que ningún otro país en América Latina, de la URSS y otros países: 65.000 millones de dólares en 30 años, a lo que se suman ahora los 13.000 millones de dólares anuales que aporta Venezuela (en comercio, inversión, petróleo, compra de servicios profesionales de médicos, etc.). A pesar de toda esa ayuda, Cuba no ha sido capaz de reestructurar su economía. Tiene hoy tanta dependencia con Venezuela como la que tenía con la URSS, o antes con EEUU. Ha tardado 22 años en sobrepasar el valor de sus exportaciones en 1989. Y sus importaciones de mercancías están en un 73% por encima del año 89, lo cual implica que hay un déficit de 8.000 millones de dólares. Y ahora hay una dependencia nueva en términos de servicios, concentrados en servicios profesionales que Cuba vende a Venezuela: más de 5.000 millones, y el turismo es alrededor de 2.000 millones. La industria azucarera ha sido un desastre: de 8 millones de toneladas se ha pasado a 1,3 millones de toneladas. La producción de níquel, petróleo y gas natural aumentaron para luego estancarse. La producción manufacturera es un 45% de lo que era en 1989, y la producción agrícola es lo peor de todo. Cuba podría ser autosuficiente, y sin embargo en 2012 importó alimentos por valor de 1.600 millones de dólares, y por 1.800 millones en 2013. No han logrado resolver los problemas y además muchas de las grandes conquistas sociales de la revolución en materia social se han deteriorado de manera extraordinaria enormemente. Desde la crisis de los noventa han aumentado las desigualdades sociales, incluso raciales, por el diferente acceso a las divisas, a través del turismo y otras ocupaciones.

P. ¿Cuáles han sido los principales errores en la gestión económica?

R. El principal error en Cuba es el sistema mismo. Y no es que haya habido una continuidad del sistema socialista de planificación central que se implantó en 1961. Yo he demostrado que desde 1959 ha habido diez cambios en política económica y estrategia de desarrollo: ciclos ideológicos que llevaban a una crisis, seguidos de ciclos pragmáticos de reforma para reducir el descontento —porque el objetivo era mantener el poder— y de nuevo marcha atrás. No ha habido un modelo que haya durado el tiempo suficiente para que cuajara, aún si era malo.

P. ¿Y quién fue el responsable?

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R. El responsable, básicamente, fue Fidel. Ha habido también otros factores, pero el factor fundamental de esos ciclos ideológicos y pragmáticos de Cuba del desastre ha sido Fidel, que además puso en marcha toda una serie de proyectos grandiosos (la zafra de los 10 millones, el autofinanciamiento alimentario) que fracasaron. Y eso supuso una enorme pérdida de tiempo y de recursos, por no hablar además del cansancio ciudadano. ¡Y aún al final hablaba de una nueva planta con proteínas, la moringa! Si hubiera estado él en el poder, habrían sembrado de moringa toda la isla.

P. ¿Cómo explica esa actitud de Fidel Castro?

R. El principal problema fue la excesiva concentración de poder en una persona. Fidel era presidente del Consejo de Estado, presidente del Consejo de Ministros, primer secretario del partido. En ocasiones asumía las carteras más importantes, como Planificación o Industria; tenía el control de la Asamblea Nacional. La judicatura la nombra el Gobierno Y además de la concentración de poder extraordinaria, tenía ese afán de experimentar con cosas que si se hubieran hecho primero a pequeña escala, se habría podido ver si funcionaban o no. De repente se le ocurrían cosas, bien porque leía algo o porque alguien le hablaba, y las ponía en marcha a escala nacional, y sin consultar. Por ejemplo, en la zafra de 1970 puso a la gente de Planificación a trabajar para alcanzar los 10 millones de toneladas de azúcar, y como no se logró, los despidió. Y además contaba con un aparato de planificación central, que facilitaba la rápida implantación de esas políticas a escala nacional sin experimentación controlada.

P. En 1959 Cuba era una potencia agrícola, una potencia agrícola y la tercera economía latinoamericana. ¿Qué queda hoy del aparato productivo?

R. En 2011, solo un 19% del PIB era producción minera, industrial y agrícola. El 81% restante son servicios (un 15% los servicios básicos —electricidad, gas y agua— y un 64% los servicios sociales). ¡Uno ve estas cifras y parece que Cuba está en la etapa posindustrial, como Estados Unidos! Pero no es esto. Es que Cuba nunca llegó a una etapa de industrialización plena porque se frustró. Y la mayor parte de esos servicios son servicios sociales. Realmente es un desastre. Y eso lo ha reconocido Raúl, porque uno de sus puntos recurrentes es que Cuba no puede aguantar el peso de los servicios sociales, y eso se agrava porque el país tiene la segunda población más envejecida de América Latina, pronto superará a Uruguay, y el costo de las pensiones y la salud se incrementa considerablemente... La población de 60 y más años (aproximadamente 18%) es superior a la población de hasta 14 años.

P. ¿Qué sector podría impulsar el desarrollo futuro del país?

"Las reformas de Raúl son positivas pero insuficientes, y encuentran trabas"

R. Cuba tiene condiciones excepcionales para la agricultura. Es inconcebible que tenga que importar alimentos. Dentro de un sistema de planificación central ineficaz e improductivo, la agricultura es lo peor de todo. Eso ocurrió también en Europa del Este, Vietnam o China, y ahí lo primero que hicieron fue la reforma agrícola. Raúl intenta resolver el problema agrícola con el usufructo. Es positivo. Todas las reformas de Raúl son positivas y están orientadas al mercado, pero son reformas insuficientes con relación apara la magnitud de los problemas que se han acumulado en medio siglo. Van a pedazos Y se encuentran con conflictos internos. El sector más recalcitrante de la cúpula pone obstáculos que hacen que el compromiso político sea ineficaz desde el punto de vista económico.

P. Pero a cada reforma le sigue una contrarreforma. Abren la mano a actividades privadas, pero luego las dificultan con tasas de importación, impuestos altos...

R. Por eso digo que hay un conflicto interno en la dirigencia. Raúl habla de unidad, pero yo no creo que haya tal unidad. Se aprueba una medida que es positiva, pero entonces los ortodoxos de la vieja guardia empiezan a ponerle trabas y entonces sale un híbrido ahí que no funciona.

P. ¿Se creó una oligarquía dentro de la revolución?

R. En Cuba siempre ha habido una diferencia entre el top de las autoridades políticas y económicas y el resto del país. La dirigencia nunca se ha visto limitada por las restricciones al consumo o los viajes que afectan a la mayoría de la población. En ese sentido, la ley migratoria es un paso muy positivo: elimina costos, no hace falta carta de invitación o la tarjeta blanca del Gobierno. Pero luego hay una lista de excepciones. Para tener un pasaporte, los profesionales (médicos) deben someterse a un procedimiento especial complicadísimo, y al final, el que decide si se les entrega el pasaporte a esos grupos (dirigentes políticos o económicos, profesionales de sectores vitales) es el Consejo de Ministros. ¡Dios mío, con todas las cosas que tienen, que el Consejo de Ministros se dedique a aprobar pasaportes!

P. Ciclos ideológicos y pragmáticos. ¿Los pragmáticos llegan para compensar el fracaso de los ideológicos?

R. Correcto. Cuando hay un gran fracaso, como la zafra de los 10 millones… (eso está vinculado a la idea de Guevara de crear un hombre nuevo, que fracasó, y ambas cosas fracasan). Y eso entonces crea un problema porque para lograr esa meta el resto de la economía se fue al suelo. Y cuando se encuentran con esas crisis, entonces viene un ciclo pragmático. Con el tiempo, los fracasos de los ciclos ideológicos son cada vez mayores, y las reformas, que eran muy tímidas, se van haciendo más avanzadas hacia el mercado. Desde 2007, cuando llega Raúl, se inicia el ciclo de reformas más profundas que se han hecho bajo la revolución. Con Fidel, una vez que ese ciclo pragmático, las reformas, aunque fueran tímidas, daban algún resultado —porque el trasfondo de todo esto era mantener el poder y si hay una amenaza real o percibida al poder político, vamos a hacer una reforma económica controlada para lograr una recuperación y para evitar el descontento de la población—, pero cuando esas reformas empezaban a dar su fruto, entonces Fidel daba marcha atrás. La última vez que lo hizo fue en 2003, la batalla de las ideas. Empezó a tener el apoyo de Hugo Chávez, y entonces dio al traste con las reformas de los años noventa y vuelta otra vez a la recentralización.

P. ¿La reforma económica acabará en una reforma política?

R. Esa sería mi esperanza, pero cuando uno ve lo que ocurrió en China y Vietnam… Yo creo más bien que una reforma económica puede resultar a largo plazo en cierta flexibilidad política, salvo que ocurra una rotura en el partido, pero no me atrevo a hacer esa predicción. En la parte económica hace falta una generación más joven, que no tenga esos rezagos ideológicos de los más ortodoxos.

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