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La protesta proeuropea se redobla en Ucrania pese al desalojo policial

La jefa de la diplomacia de la UE negocia con Yanukóvich una salida a la crisis Kiev pide a Bruselas 20.000 millones para firmar el tratado de asociación

Pilar Bonet

Las esperanzas de resolver rápidamente la crisis política en Ucrania se disipaban ayer tras el fallido intento de las autoridades de aprovechar las primeras horas del día para restablecer el orden en Kiev. Pese a los numerosos efectivos desplegados, las fuerzas de intervención especial, las Berkut, y la policía, incluidos cadetes del Ministerio del Interior, no lograron ni disolver el mitin permanente en la plaza de la Independencia ni desalojar a los ocupantes del Ayuntamiento de la capital. En la plaza, los manifestantes, que mostraron gran sangre fría, recuperaron el terreno perdido en la madrugada, se afianzaron en él y erigieron nuevas barricadas.

Tres autobuses policiales acabaron marchándose sin poder tomar el Ayuntamiento, cuyos ocupantes, dispuestos a “morir por Ucrania”, hicieron frente a las Berkut con palos y con chorros de agua helada, además de rechazar físicamente a los primeros agentes que, con escudos, cascos y porras, trataban de penetrar en el edificio. El carácter radical de un sector de los ocupantes del consistorio preocupa en las filas de Patria, el partido político de la encarcelada Yulia Timoshenko, y Udar, formación dirigida por el campeón de boxeo Vitali Klichkó, los partidos que, junto con Svoboda, de carácter nacionalista, forman la columna vertebral del Comité de Resistencia Nacional. Medios de Patria dijeron que la víspera se había incautado un “cargamento de hachas” y que un grupo de legisladores hacían guardia permanente para evitar el excesivo celo de los jóvenes dispuestos a echar del poder a la banda —el presidente Víctor Yanukóvich y el Gobierno de Nikola Azárov— en nombre del “resurgimiento nacional” y la “erradicación del comunismo”.

Varias personas fueron heridas en las refriegas entre policía y manifestantes, pero el nivel de la confrontación fue muy inferior al que se registró el 30 de noviembre y el 1 de diciembre.

En el laberinto político ucranio se movían ayer la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, y la subsecretaria de Estado norteamericana Victoria Nuland. Ambas se entrevistaron con Yanukóvich, la primera el martes y la segunda ayer. Ashton dijo que el presidente le había prometido tomar medidas para resolver la crisis en una jornada y valoró positivamente la liberación de personas que habían sido arrestadas tras las manifestaciones anteriores. Dijo también que los acontecimientos en la plaza de la Independencia han dificultado el inicio de un diálogo para firmar el tratado de asociación con la UE. Por su parte, Nuland consideró que los métodos utilizados para disolver a los manifestantes resultaban totalmente inaceptables en un Estado democrático y moderno y dijo haber dado a entender a Yanukóvich que “todavía hay posibilidades de salvar el futuro europeo de Ucrania”.

Ashton fue a pasear a la plaza de la Independencia el martes por la noche y Nuland acudió allí ayer por la mañana a repartir bocadillos y bollos a manifestantes y policías. La jefa de la política exterior de la EU, que volvía a reunirse por segunda vez con Yanukóvich ayer por la tarde, contó que en su primer encuentro —de tres horas y media, el martes— el líder ucraniano se extendió en detalles sobre las dificultades económicas que sufre la región de Donetsk y los problemas de sus dos hermanas residentes en esa zona industrial del este. En medios diplomáticos europeos reina cierta perplejidad ante las argumentaciones del presidente. El primer ministro Azárov hizo saber ayer que Ucrania quiere 20.000 millones de euros de la UE para firmar el acuerdo de asociación.

En las capitales europeas hay divergencias entre quienes piensan que hay que aislar a Yanukóvich y quienes, por el contrario, consideran que, dado que se trata del presidente legítimo, debe evitarse el vacío de poder y asegurar la legitimidad del proceso democrático. Pero la revolución sigue atrayendo a gente hacia Kiev. Hacia el euromaidán (europlaza) se desplazaban presurosos sacerdotes con sotanas y hasta delicadas monjas grecocatólicas. Dos expresidentes, Leonid Kravchuk y Leonid Kuchma, participaron ayer en una mesa redonda para buscar una salida a la crisis, pero la oposición no acudió a ella. En la sede central de los sindicatos, ocupada por el comité de resistencia nacional, Yuri Lutsenko, ministro de Interior con Timoshenko, exhortó a salir a la calle en una gran manifestación el próximo fin de semana para impedir que “Ucrania sea entregada” a Rusia el 17 de diciembre, cuando ambos países deben firmar un acuerdo de colaboración estratégica.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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