La policía de Ucrania lanza una ofensiva contra los manifestantes
Las fuerzas de seguridad entran en la sede del mayor partido opositor. Kiev se afianza antes de la mediación de la UE y EE UU
Las fuerzas del ministerio del Interior de Ucrania han comenzado a acorralar a los manifestantes de la plaza de la Independencia de Kiev y a ganar el terreno que habían perdido la víspera en la ciudad, indicando así que el presidente Víctor Yanukóvich deseaba reforzar su posición ante la llegada de mediadores internacionales. Para el martes se espera en Kiev a la subsecretaria de Estado norteamericana, Victoria Nuland, y a la responsable de la política internacional de la UE, Catherine Ashton. En Milán, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, defendió el derecho de los políticos de la UE a apoyar a los manifestantes del euromaidán y salió así al paso de las críticas del jefe del gobierno ruso, Dmitri Medvédev y del ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov. Rusia se entromete de forma sistemática y ofensiva en los asuntos internos de Ucrania mediante la propaganda de sus televisiones estatales, pero el Kremlin es hipersensible a las declaraciones de solidaridad con el rumbo europeo de Ucrania.
En la central de los Sindicatos, donde la oposición tiene instalado su estado mayor, muchos habían esperado durante el día que la policía emprendiera una acción expeditiva, ya fuera mediante un bloqueo y corte de la electricidad y el aprovisionamiento, ya mediante un asalto o la combinación escalonada de dichas medidas. Los líderes de la oposición, el boxeador Vitali Klichkó, el tecnócrata Arseni Yatseniuk y el nacionalista Oleg Tiagnibok, interrumpieron la rueda de prensa que dieron por la tarde para ir a comprobar por sí mismos la noticia de que la policía había desbloqueado la sede del Gobierno. Efectivamente, las fuerzas del orden rodearon los piquetes que se encontraban frente al edificio del Ejecutivo y les obligaron a abandonar la calle, facilitando la marcha de los activistas por un estrecho corredor, según manifestó Iván, uno de los desalojados.
Efectivos del ministerio del Interior, con cascos, escudos y porras, tomaron posiciones en dos puntos de la avenida Khreschatyk, aislando así de hecho el mitin de la plaza de la Independencia, adonde la gente seguía llegando aunque por unos accesos cada vez más estrechos y restringidos. Los manifestantes erigieron nuevas barricadas y cortaron la salida por las bocas de metro, por temor a que estas pudieran ser usadas por la policía para emerger directamente en plena plaza con el fin de disolver el mitin desde su mismo corazón. Por la noche, la policía había desbloqueado tres estaciones del metro del centro de la ciudad que habían permanecido cerradas durante el día para comprobar la supuesta existencia de explosivos.
Los embajadores occidentales se entrevistaban anoche con representantes del Consejo de Resistencia Nacional, la entidad colectiva que dirige las protestas contra el régimen de Yanukóvich. Para sentarse a hablar con el presidente, la oposición exige que cese el Gobierno, se castigue a los responsables de la represión policial del sábado 30 de noviembre y se libere a los presos políticos, las personas que están siendo encarceladas por las autoridades como presuntos autores de los desórdenes del domingo 1 de diciembre frente a la administración presidencial. Yuri Lutsenko, otro de los líderes del comité de resistencia, exhortó a no pedir un voto de censura contra Yanukóvich, puesto que no existe tal posibilidad legal.
Por la mañana, al otro lado de la “tierra de nadie” en que se había convertido la calle frente al Gobierno, el partido de las Regiones mantenía un mitin al que asistían personas traídas de provincias con altos índices de paro e industrias en crisis. En el mitin había jubilados y parados a los que se les pagaba una módica cantidad por hacer acto de presencia. “Soy de Kiev y me pagan 200 grivnias al día (unos 18 euros) y a los que están aquí también”, decía una anciana que agitaba una bandera del partido de las Regiones. “Mi pensión es de 1.000 grivnias al mes, así que me viene bien ganarme unas perrillas”, sentenciaba. En el escenario intervenía Anatoli Blizniuk, antiguo gobernador de Donetsk, quien trataba de explicar a los reunidos que Rusia amenaza con introducir visado contra Ucrania si los ucranios recibían la posibilidad de viajar a la UE sin visados. Los argumentos, según los cuales, la hipotética supresión de visados para los ucranianos podía significar que Rusia perdía el control de sus fronteras eran muy poco convincentes, porque Rusia y Ucrania, a diferencia de Rusia y Bielorrusia, tienen servicios de guardafronteras que examinan los pasaportes de quienes cruzan de un país a otro y por lo tanto no se plantea que quien entre en Ucrania puede hacerlo también en Rusia.
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