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Venezuela vota a sus alcaldes con la mirada puesta en Maduro

La oposición trata de convertir las elecciones municipales en un plebiscito sobre el presidente, el sucesor de Chávez, seis meses después de que accediera al cargo por un estrecho margen

Capriles pide expresar en las municipales "el rechazo al Gobierno"
Capriles pide expresar en las municipales "el rechazo al Gobierno"IVÁN LUGO (EFE)

“Mañana no hay una elección, sino 337 elecciones”, dijo el vicepresidente de Venezuela, Jorge Arreaza, en una transmisión televisada este sábado. Con la frase, que hace referencia al número de alcaldías que se eligen en los comicios municipales de este domingo, el yerno del fallecido comandante Hugo Chávez ponía de relieve uno de los asuntos que se dirimen en esta votación: ¿deben tomarse sus resultados como un plebiscito a la gestión de tan sólo seis meses del presidente Nicolás Maduro?

Al menos, la oposición ha puesto sus esfuerzos en inducir tal interpretación. El excandidato presidencial de oposición y gobernador vigente del Estado de Miranda, Henrique Capriles Radonski, hizo de jefe de una campaña que puso su acento en actividades presenciales, después de que se quedara con un acceso muy restringido a los medios masivos de información, bajo control de la autodenominada revolución bolivariana. El Gobierno, por su parte, refuta esa lectura: se están midiendo, insiste, liderazgos y gestiones locales.

Se da por descontado que más de dos tercios de las municipalidades quedarán, como en la actualidad, en manos del oficialismo. Pero esa no es la apuesta opositora. Las alternativas al chavismo procuran hacerse del control de las principales ciudades –como la Alcaldía Metropolitana de Caracas, y las de Maracaibo, Valencia, Barquisimeto, Puerto La Cruz, entre otras urbes - y cosechar una cantidad de votos totales a nivel nacional mayor a la del Gobierno. En tal caso, los factores de oposición –que cuestionan la victoria del presidente Maduro en abril pasado por apenas uno por ciento de los votos- contarían con el piso político necesario para activar mecanismos constitucionales con que, a la postre, buscan desalojar a Maduro de la presidencia.

Un augurio favorable para esas aspiraciones es el sostenido crecimiento de los votos opositores desde 2006. También las encuestas le asignan buenas opciones para hacerse este domingo de hasta 100 alcaldías –más que las 90 de hoy-, incluyendo las capitales de 18 de los 24 estados o provincias. Pero los mismos estudios de opinión condicionan esas posibilidades a que se registre una nutrida participación de electores de oposición. Allí reside la debilidad de la oposición: los sondeos pronostican una abstención por el orden del 35-40 por ciento, particularmente marcada entre votantes opositores que desconfían de la vía electoral

El Gobierno de Nicolás Maduro ha utilizado toda su artillería comunicacional y de coerción para desalentar el voto crítico a su gestión. En un gesto en ese sentido, Maduro y otros voceros de su administración propalaron durante la última semana de campaña la especie de que “cada voto del domingo es un voto de confianza en el Consejo Nacional Electoral (CNE)". El CNE es una de las instituciones más aborrecidas por buena parte del electorado opositor y de la que 54 por ciento de los venezolanos dicen no sentir confianza, de acuerdo a un estudio dado a conocer en octubre pasado por la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) de Caracas. "No es visto como el árbitro sino como un jugador más, no independiente”, dijo José Virtuoso, rector de esa universidad jesuita, al presentar entonces el estudio.

Al mismo tiempo, los estrategas del oficialismo han puesto todo su empeño en convertir las recientes “medidas económicas” de Maduro para combatir la inflación –en realidad, requisas de mercancía en tiendas de bienes de consumo para venderla a precios de remate- en un señuelo de seducción para las clases medias, hasta ahora refractarias a la oferta chavista, pero siempre vulnerables a su inveterada pulsión consumista. Este mismo sábado, autoridades ejecutivas del Estado continuaron la razzia contra el comercio, ocupando expendios de telas, lámparas, equipos de computación y electromésticos en Caracas y el interior del país, en operaciones que transmiten en vivo los canales de televisión oficiales.

El Gobierno ha apelado a símbolos persuasivos. Ante la mirada impertérrita del organismo electoral, declaró este domingo de elecciones como Día de la Lealtad a Hugo Chávez. En la ocasión de cumplirse el primer año de la última intervención pública del líder revolucionario –misma en la que Chávez nombró a Maduro como su sucesor- se realizarán actos conmemorativos y se prevé la distribución masiva de folletos con el ideario del desaparecido militar.

A todo esto hay que sumar la sofisticada maquinaria de movilización del chavismo, que tras 14 años de experiencia ha sabido integrar el manejo de bases de datos con el otorgamiento de beneficios sociales a manera de estímulo –o mandato- para el voto, en una operación de micromarketing digna de mercados electorales del primer mundo.

Este sábado, las autoridades del CNE se congratulaban de poder reportar la instalación exitosa de 99 por ciento de las mesas de votación destinadas para estas elecciones, que debieron realizarse antes este año, pero que fueron pospuestas por el deceso del presidente Chávez y la organización sobrevenida de unos comicios para escoger a su sucesor, que se celebraron el 14 de abril pasado.

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