La revolución prende de nuevo en Ucrania
Decenas de miles de ciudadanos exigen la dimisión del presidente Yanukóvich La violencia se dispara y los manifestantes ocupan el Ayuntamiento de Kiev
La revolución arraiga otra vez en Ucrania. El Ayuntamiento de Kiev y la sede de los sindicatos fueron ocupados por la oposición este domingo durante una multitudinaria concentración que pedía la dimisión de presidente, Víctor Yanukóvich, y del jefe del Gobierno, Mikola Azárov. “¡Fuera el bandido!”, “¡fuera la banda!”, eran las consignas que coreaban los manifestantes. Estos nuevos objetivos han desbancado ya a las presiones para que Yanukóvich firmara el acuerdo de Asociación con la Unión Europea el pasado viernes en Vilna.Los manifestantes fracasaron en el intento de ocupar la sede de la presidencia, un incidente que se saldó con más de un centenar de heridos, y no lograron derribar una estatua de Lenin como pretendían por la noche. [En total, al menos 120 policías y 112 manifestantes resultaron heridos en los diferentes disturbios de este domingo].
Al final de la agitada jornada los revolucionarios se atrincheraron en la plaza de la Independencia tras cortar el tráfico con las barreras metálicas que colocaron en torno al gigantesco árbol de Navidad, cuya instalación fue la excusa aducida por las autoridades para desalojarlos el sábado de madrugada. Del árbol solo quedó el esqueleto porque sus ramas y adornos fueron incorporados al atrincheramiento.
La manifestación del domingo, en la que participaban centenares de miles de personas llegadas desde distintos puntos del país, tuvo también episodios violentos. El más dramático fue el intento de asaltar la sede de la Administración Presidencial con ayuda de una excavadora. Cuando los agentes que rodeaban el edificio retrocedían arrollados por las palas del vehículo, unos ciudadanos más moderados se subieron a éstas y frenaron a los radicales. El ministerio del Interior acusó de la acción a Dmitri Korchinski, al frente de 300 personas. Korchinski es un sujeto de complicado pasado (luchó en los conflictos separatistas de la antigua URSS y fue nacionalista) que dirige una organización llamada Vratsvo (la Hermandad).
Las escaramuzas continuaron a lo largo de toda la tarde entre las unidades policiales de intervención especial, las Berkut, que reforzaron la vigilancia del edificio, y de grupos de jóvenes. Los primeros usaron porras y los segundos emplearon palos y todos los objetos contundentes que encontraban a su paso, incluidos adoquines. Ambas partes recurrieron a los gases lacrimógenos. Y como resultado de los choques hubo numerosos heridos, entre los que se cuentan más de cien policías, un número indeterminado de civiles y varios periodistas, incluidos varios ucranios, el cámara del canal de televisión Euronews y un periodista polaco.
Las autoridades mostraban inquietud ante la gravedad de la situación. Un juez vetó las manifestaciones en el pueblo de Novie Petrovzi, en las afueras de Kiev, donde tiene su residencia el presidente Yanukóvich. Antes, 300 coches intentaran llegar a esa residencia. En Járkov, la policía reforzó sus efectivos en la clínica donde está detenida la ex primera ministra Yulia Timoshenko. Dos autobuses llenos de agentes y otros 60 policías llegaron al establecimiento, según fuentes médicas.
Para calmar los ánimos, los líderes de la oposición acudieron a la Administración Presidencial, algo alejada del trayecto de los manifestantes. El campeón de boxeo Vitali Klichkó incluso llegó a zarandear a un joven cogiéndolo por el pecho para obligarle a volver a la plaza de la Independencia, según un fotógrafo que presenció la escena. Por su parte, Oleg Tianybok, el líder del partido nacionalista Svoboda (Libertad) advirtió contra la presencia de provocadores.
Pero los provocadores no eran solo gentes ajenas e infiltradas en la manifestación, como pudo comprobar esta corresponsal al seguir durante varios centenares de metros a un grupo de enmascarados, con cascos y provistos de barras metálicas y palos reforzados con metal, que finalmente acabaron asaltando la alcaldía. Los enmascarados destrozaron los cristales de la fachada principal golpeándolos con sus barras metálicas. Antes, habían marchado largo tiempo al paso como si de un pequeño ejército se tratara, sin que los ciudadanos que iban junto a ellos los percibieran como una fuente de peligro. Cuando llegaron a la alcaldía enarbolaron los palos, echaron a correr y procedieron a golpear la puerta central de madera y las ventanas. Otros manifestantes frenaron la acción vandálica cuando sus autores ya habían causado los destrozos. “Ya no tenemos paciencia”, señalaba una dama elegantemente vestida que de repente se puso a gritar: “Esto es la revolución, la revolución, ¿comprende?”.
“Usaremos todo lo que tenemos al alcance”, dijo uno de los jóvenes, que se identificó como un ejecutivo de la ciudad de Ternópol, en el oeste del país. El joven, que dijo tener 24 años, explicó que era miembro del Sector de Derechas, a saber, según dijo, “la unión de autodefensa formada por las organizaciones nacionalistas de derechas para oponernos a los mercenarios del Gobierno y a los Berkut”. También precisó que pertenecía al Tridente de Stepan Bandera. El tridente es el símbolo de Ucrania y Stepan Bandera es un famoso nacionalista ucranio. Poco después, él y sus compañeros echaban a correr en dirección a la alcaldía. Por la tarde, miembros de Svoboda se habían acomodado en el edificio y legalizaban su situación invocando una ordenanza municipal que permite a los diputados utilizar los locales municipales. Para el lunes, está prevista una sesión de los grupos parlamentarios de la Rada Suprema (el Parlamento), la institución que podría dar un cauce legítimo a las protestas. De momento, prima la revolución.
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