Nueva ola de desplazamientos en la República Centroafricana
Más de 400.000 personas han tenido que dejar sus hogares La ONU estudia aplicar una sanción por el crecimiento de la violencia
El conflicto armado que asuela desde marzo la República Centroafricana ha provocado una nueva ola de desplazamientos esta semana. Cientos de personas de la ciudad de Bouca, al noreste del país, han tenido que abandonar sus hogares y retornar a los bosques huyendo de los combates por segunda vez en dos meses, según afirma un comunicado de Médicos sin Fronteras (MSF).
Varias ONG han solicitado a la ONU un incremento de sus operaciones en el país, donde más de 400.000 personas (un 10% de la población del país) se han visto obligadas a desplazarse desde el golpe de estado del pasado marzo, cuando la coalición rebelde Seleka se alzó en armas al considerar que el entonces presidente, François Bozize, no había respetado unos acuerdos de paz firmados en 2007.
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas está estudiando la imposición de una serie de sanciones, incluido un embargo de armas, para responder a la creciente inestabilidad del país. Francia ha presentado una resolución ante el principal órgano de toma de decisiones de la ONU para que los 15 estados miembros analicen un paquete de castigos que podría quedar aprobado la próxima semana. Serían las primeras sanciones al país en 18 meses.
“Los combates en Bouca [donde 100 personas murieron como causa de los combates en septiembre] son un ejemplo de la violencia que se está adueñando de la República Centroafricana”, dice Sergio Martín, coordinador de proyectos de MSF en el país. “Estamos muy preocupados por las condiciones de vida de los desplazados, por los que se hacinan en escuelas, iglesia o mezquitas, pero sobre todo por aquellos invisibles, que viven en la selva, sin acceso a cuidados médicos, comida, agua y expuestos a epidemias. Mucho más tiene que hacerse y tiene que hacerse ahora”.
Los enfrentamientos en Bouca, que se iniciaron a principios de la semana pasada, ocasionaron varios muertos y heridos entre los combatientes, a unos cinco kilómetros al sur de la población, de 15.000 ciudadanos. MSF denunció ya en septiembre los ataques por parte de grupos armados a la población civil de la localidad, cuando sus equipos fueron testigos de ejecuciones sumarias. La organización asegura que alrededor de 100 personas murieron, 700 casas fueron incendiadas y miles de personas fueron desplazadas. “Entre 700 y 800 habitantes buscaron protección en la misión católica de Bouca. A finales de la semana pasada quedaban sólo la mitad, después de los combates y de que se les impusiera un ultimátum para que dejaran el lugar”, explica la ONG.
“La situación es muy tensa. La comunidad de la misión católica se ha reducido a la mitad. Muchas familias musulmanas están abandonando la ciudad. Sólo quedan ahora hombres armados patrullando”, explica Mathieu Amiraux, coordinador de terreno de MSF en Bouca.
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