“Mata la gallina y asusta a los monos”
Nueve altos cargos, incluidos tres miembros del Comité Central, han sido encausados El PCCh ordena arrestos extrajudiciales de sospechosos
“Sha ji xia hou” (Matar la gallina para asustar a los monos), dice el proverbio chino. Y el presidente chino, Xi Jinping, dispuesto a sacudir las estructuras del partido para paliar el grave problema de corrupción que afecta a todas las capas de la sociedad china, lo ha convertido en un mantra. En una reunión de la comisión disciplinaria del Partido Comunista Chino (PCCh) el pasado enero, Xi advirtió que la lucha contra la corrupción debe alcanzar a tigres y moscas; es decir, a funcionarios de todos los niveles. Los medios de comunicación oficiales han sido movilizados en apoyo de la campaña con editoriales, entre otros, en el Diario del Pueblo —órgano oficial del PCCh—, que ha advertido: “El culto al oro y las posesiones materiales son un camino hacia la ruina”.
Desde que Xi llegó al poder en el congreso del PCCh noviembre, se ha producido una cascada de detenciones, juicios y condenas. Bo Xilai, exsecretario del partido en la municipalidad de Chongqing y exmiembro del Politburó, fue destituido de sus cargos en Chongqing en marzo de 2012 y fue juzgado en agosto pasado. Aunque su caso es anterior a la llegada de Xi y su equipo, ha servido de ariete. Bo está acusado de sobornos, corrupción y abuso de poder, y su condena a cadena perpetua el mes pasado está destinada, en buena parte, a servir de ejemplo a quienes violan la disciplina del partido y las leyes.
Liu Zhijun, ministro de Ferrocarriles durante la presidencia de Hu Jintao —predecesor de Xi— fue sentenciado a muerte con dos años de suspensión de sentencia a principios de julio por aceptar sobornos cifrados en 47 millones de yuanes (5,7 millones de euros) a lo largo de 11 años, mientras que Jiang Jiemin, responsable de la comisión que supervisa a las empresas estatales, fue destituido en septiembre en el marco de una amplia investigación en China National Petroleum Corporation (CNPC).
El cerco a los corruptos se ha ampliado a provincias —Li Chuncheng, número dos del PC en la provincia de Sichuan, fue destituido en diciembre de 2012 y está bajo escrutinio— y ha alcanzado también a las multinacionales extranjeras en China. Las autoridades han puesto el punto de mira en el sector farmacéutico con el objetivo de reducir, de paso, el gasto sanitario.
El culto al oro es el camino a la ruina", 'Diario del Pueblo'
El caso más relevante de compañía extranjera sometida a investigación es la británica GlaxoSmithKline, que ha sido acusada por la policía de sobornar a médicos a través de agencias de viaje para impulsar las ventas de sus medicamentos. Cuatro directivos han sido detenidos. La televisión estatal ha acusado a la francesa Danone de pagar dinero a empleados de hospitales para que dieran su leche maternizada a los recién nacidos, y la prensa china ha señalado también por supuesta corrupción a las farmacéuticas Eli Lilly, Novartis y Sanofi.
Las autoridades han sugerido que empresas automovilísticas, de telecomunicaciones y bancos podrían ser los siguientes bajo la lupa. Algunas compañías han recibido la campaña con nerviosismo y están contratando abogados para asegurarse de que sus operaciones cumplen la ley.
La labor de saneamiento entre los 82 millones de miembros del PCCh es responsabilidad de la temida Comisión Central de Inspección de la Disciplina, un órgano interno de control, cuyo sistema de investigación, conocido como shuanggui, funciona al margen de la ley.
El shuanggui es una forma de detención extrajudicial, que puede durar un tiempo ilimitado, a menudo sin avisar a la familia del acusado, utilizada con los miembros del partido investigados por violaciones de la disciplina. La Comisión actúa con secretismo y carta blanca, pero recientemente ha sido objeto de fuertes críticas y atención pública. Seis funcionarios —cinco de ellos, miembros del organismo y un miembro de la fiscalía— han sido condenados este mes a penas de 4 a 14 años de cárcel por haber torturado a otro funcionario del partido hasta ahogarlo en abril pasado. Le hundieron repetidas veces la cabeza en un cubo con agua helada después de haberlo desnudado, según abogados de la familia. También fue golpeado y aparentemente quemado con cigarrillos. La víctima, Yu Qiyi, un ingeniero de 42 años de una firma de inversión estatal en Wenzhou (ciudad de la provincia costera de Zhejiang), llevaba 38 días en el shuanggui. Los condenados afirman que trataron con dureza al investigado por órdenes superiores.
Los investigadores actúan ahora con carta blanca y sin límite de tiempo
“El shuanggui cumple un gran papel en la lucha contra la corrupción en el partido, pero por otro lado es un sistema de detención ilegal. Habría que situarlo dentro de la ley”, dice Hu Xingdou, profesor en la Escuela de Humanidades y Ciencias Sociales en el Instituto de Tecnología de Pekín. “Xi Jinping solo es capaz luchar contra la corrupción mediante la Comisión de Disciplina, pero solo puede tratar los síntomas, no la enfermedad”, añade Zhang Ming, profesor en el departamento de Estudios Internacionales en la Universidad del Pueblo de Pekín.
Bo Xilai fue objetivo del shuanggui durante 17 meses antes de sentarse en el banquillo. Durante su juicio, en agosto pasado, se retractó de una confesión realizada ante los investigadores del partido, porque, según dijo, fue realizada contra su voluntad.
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