El conflicto magisterial en México, más cerca del fin
El principal problema político del último año podría ver la luz si los maestros de Oaxaca regresan a las aulas el próximo lunes
El conflicto magisterial, la protesta que ha alterado la vida de más de un millón de escolares en todo México y ha puesto en jaque a Gobiernos local y federal, así como trastocado la vida en la capital del país durante semanas, podría estar llegando a su fin. Después de una asamblea celebrada este domingo, maestros de la sección 22 de Oaxaca, uno de los grupos más fuertes dentro de la disidencia, acordó volver a las aulas el próximo 14 de octubre. Con 37 jornadas de retraso, los docentes se incorporarían al curso escolar 2013- 2014 y despejarían, en parte, la céntrica plaza del Monumento a la Revolución, en el Distrito Federal, donde se instalaron el pasado 14 de septiembre después de que el Gobierno de Peña Nieto entrara en el Zócalo capitalino para echarlos.
Tras la reunión del domingo, el secretario general de la sección 22, Rubén Núñez, asegura que continuarán con sus demandas, pidiendo que se deroguen las reformas a los artículos 3 y 73 de la reforma educativa, la ley por la que llevan peleando desde el mes de marzo. El Congreso y el Senado aprobaron a primeros de septiembre una norma secundaria, la ley del servicio profesional docente, que entre otras cuestiones obliga a los profesores a someterse a evaluaciones periódicas para conservar su puesto de trabajo. Antes de que fuera sometida a votación, en el mes de agosto, maestros llegados de Estados como Chiapas, Michoacán y Oaxaca iniciaron un plantón masivo en la capital y alteraron a diario la vida de los cerca de 20 millones de habitantes que residen en la zona metropolitana. Los profesores cerraron calles, sitiaron las Cámaras y hasta bloquearon el aeropuerto internacional e instituciones como la bolsa mexicana.
La ley fue ratificada por el presidente a principios de septiembre. Desde entonces, la voz de los maestros se ha ido apagando, pero meses de protestas han pasado factura a las autoridades. El Ejecutivo federal se vio obligado a entrar con la policía en el Zócalo el pasado 14 de septiembre -un tipo de intervención evitada desde la matanza de Tlatelolco en el 68 y la represión estudiantil de 1971- cuando un grupo de resistentes se negó a abandonar la principal plaza del país para permitir las celebraciones del Grito y el desfile del Día de la Independencia.
Por su parte, Miguel Ángel Mancera, jefe del Gobierno del Distrito Federal, ha salido bastante tocado de la gestión de esta crisis. Según una encuesta publicada este lunes por el diario El Universal, el líder de la izquierda en la capital habría perdido gran parte de su apoyo entre los votantes, descontentos con su actuación. En tan solo ocho meses sus cifras de aprobación han bajado del 57 al 43% y un 75% de los encuestados considera que su manejo de las marchas y plantones ha sido inadecuado.
El traslado de los docentes al Monumento a la Revolución capitalino fue un punto de no retorno. Con la ley aprobada, el territorio cedido y el curso ya empezado era cuestión de tiempo que los docentes emprendieran la retirada, no sin llevarse varios triunfos en las alforjas: se les han prometido recursos para mejora de escuelas, se han abierto negociaciones sobre maestros detenidos ligados a delincuencia común y se les ha perdonado, de facto, la pena por inasistencia, que en algunos casos ameritaría el cese de los maestros ausentes. Aunque la sección 22 de Oaxaca ha decidido dejar al 20% de sus maestros en el plantón, en teoría la mayoría comienza ya a recoger. Profesores de otros estados todavía no se pronuncian sobre lo que harán en los próximos días y el mando de las protestas no es único. Este lunes en el entorno de la plaza se hablaba de la llegada de nuevos grupos procedentes de Chiapas. El desalojo es todavía minoritario, pero se observa ya el movimiento de maletas y sacos de dormir. Entre 3.500 y 4.000 personas permanecían este lunes en el campamento de la Ciudad de México.
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