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El regreso de Sarkozy revoluciona la derecha francesa

El 59% de los franceses rechaza su regreso a la política. El expresidente da hoy ante la cúpula de la UMP su primer discurso desde la derrota electoral

Sarkozy corre el viernes en el Bois de Boulogne de París.
Sarkozy corre el viernes en el Bois de Boulogne de París.MIGUEL MEDINA (AFP)

Hace mucho tiempo que Francia no es lo que fue. Cada vez más alejada de los Treinta Gloriosos, las tres décadas de prosperidad y desarrollo posteriores a la II Guerra Mundial, el país de la grandeur, la quinta potencia mundial, lleva algunos lustros sumida en una honda depresión económica, política y moral. La vuelta al poder de los socialistas hace quince meses no ha alterado esa sensación, aunque la gran apuesta por la educación pública de François Hollande pueda servir como ejemplo a países que protegen a los bancos y a la Iglesia mientras cargan contra la enseñanza y la cultura.

Tras ganar las presidenciales en mayo de 2012 a Nicolas Sarkozy y las legislativas al partido que dominó el último decenio, la UMP, el paro, la recesión y la ausencia de audacia han menguado la imagen de Hollande, mientras la derecha se desangraba en luchas intestinas y su líder se dedicaba a dar conferencias, pasear a su hija, correr por el Bois de Boulogne, asesorar a estadistas y millonarios amigos, y coquetear con la idea de presidir un fondo de inversión de Catar.

Ahora, impelido por la ruinosa situación financiera de su partido, y asediado por los escándalos judiciales que amenazan su futuro político, el carismático jefe de la derecha ha asegurado que quiere "recuperar su libertad de expresión" y que está listo para volver a la batalla, aunque todo indica que Sarkozy se limitará a realizar una aparición relámpago porque la cita importante, las presidenciales de 2017, está todavía demasiado lejos.

Su regreso, anunciado el viernes en su cuenta de Facebook y no exento de tonos mesiánicos y berlusconianos, ha sido recibido con alegría por los votantes de la UMP (un 65% apoya su regreso), aunque el sondeo de Le Journal du Dimanche estima que una amplia mayoría de los franceses es menos entusiasta: el 59% prefiere que Sarkozy no sea candidato dentro de cuatro años.

Según cuentan sus colaboradores más cercanos, el exjefe del Estado se limitará a pronunciar un único discurso —el primero desde su derrota— ante el comité político extraordinario de la UMP que se reunirá el lunes en París. "Y después, telón otra vez", aseguró Brice Hortefeux, exministro del Interior y presidente del comité de amigos de Sarkozy.

La cita de la cúpula del principal grupo de oposición es, más que extraordinaria, un asunto a vida o muerte, porque va aparejada a la colecta nacional plebiscitaria lanzada por Sarkozy y por el actual líder del partido, Jean-François Copé, para intentar solventar el grave agujero económico producido por ellos mismos, los dos máximos responsables de la formación, en los últimos años.

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La UMP acaba de perder 10,7 millones de euros de financiación electoral pública porque el Consejo Constitucional ha fallado que Sarkozy —que es miembro del Consejo a título vitalicio como exjefe del Estado— trucó las cuentas de su campaña presidencial y superó el máximo permitido por la ley (22,5 millones de euros), al anotar 1,7 millones a cargo del Elíseo y del partido que en realidad eran imputables a su campaña personal.

En un calco de las críticas de Berlusconi a las togas rojas, Sarkozy ha cuestionado la imparcialidad de la institución y ha señalado que se trata de una decisión "inédita" en la historia de la V República. En efecto, nunca antes un presidente de la República había sido censurado por maquillar las cuentas electorales.

Lo que no dijo el expresidente es que los ardides contables de su campaña han colocado al principal partido de la oposición al borde de la suspensión de pagos. El grupo fundado por Jacques Chirac arrastra una deuda de 55 millones de euros, y su futuro depende de la magnanimidad de los bancos, especialmente de BNP y Sociéte Genérale.

Si la deuda pública es uno de los peores legados de Sarkozy —aumentó en 600.000 millones durante su mandato—, los créditos decididos bajo su presidencia desangran hoy al partido. Entre 2011 y 2012, la UMP pidió 77 millones a los bancos. Al dejarse 120 diputados en las legislativas, perdió 14 millones anuales de ayudas públicas, y emprendió un plan de economía de guerra: hoteles, viajes, mítines, comidas, coches e incluso canapés han sido reducidos al mínimo.

La buena noticia es que la cuestación con la que Sarkozy espera pagar su deuda va viento en popa. El partido afirma haber recaudado un millón de euros en tres días. Aunque, según ha asegurado Marine Le Pen, que asiste complacida a la ruina de su enemigo, "un movimiento político no muere por falta de dinero, sino por falta de ideas". Le Pen, en todo caso, no teme el regreso de Sarkozy: "Primero, es demasiado prematuro. Y segundo, desde que él llegó el poder nosotros no hemos dejado de crecer", ha dicho.

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