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Aung San Suu Kyi reconoce su deseo de ser presidenta de Myanmar

La premio Nobel de la Paz solo accederá al cargo si acuerda con los militares cambiar la ley

Aung San Suu Kyi, en la apertura del Foro Económico Mundial en la capital de Myanmar.
Aung San Suu Kyi, en la apertura del Foro Económico Mundial en la capital de Myanmar.Soe Than WIN (AFP)

La reunión asiática del Foro Económico Mundial en Naypidaw, la capital de Myanmar (la antigua Birmania), ha empezado a lo grande. Aung San Suu Kyi, la mujer a la que todos los participantes habían ido a ver, ha abierto el acto con un anuncio que no por esperado resulta menos simbólico: su candidatura a las elecciones presidenciales de 2015. "Quiero ser presidenta y lo digo con claridad", afirmó Suu Kyi. "Si no lo hiciera, no estaría siendo honesta". La participación en las elecciones de la premio Nobel de la Paz, símbolo de la resistencia a la truculenta dictadura militar que rige el país desde 1962, estaba en duda debido a su edad (67 años) y a su delicado estado de salud, fruto en parte de 15 años de arresto domiciliario, levantado en 2010.

La candidatura de Suu Kyi, por ahora, es un brindis al sol: la Constitución birmana aún prohíbe a los ciudadanos que tengan parientes directos con nacionalidad extranjera acceder al más alto cargo de la república. Esta salvedad legal parece hecha a propósito para descalificar a la líder birmana, viuda del británico Michael Aris y con dos hijos nacidos en Reino Unido. La reforma constitucional requiere al menos tres cuartas partes de los votos del Parlamento (en la que Suu Kyi, elegida diputada en 2012, está en minoría) lo que obliga a cualquier reforma a recibir al menos un voto de los 110 diputados nombrados directamente por los militares.

"Los expertos dicen que esta es una de las Constituciones más difíciles de enmendar del mundo", ha afirmado Suu Kyi. "Hay que empezar enmendando los requisitos para modificar la Constitución". La líder birmana ha insistido en que el proceso de reformas democráticas debe contar con la participación de todos los ciudadanos. "Si la gente cree que forma parte del proceso este será irreversible, o al menos será más difícil de revertir", ha afirmado. "Pero si hay mucha gente que se siente excluida el riesgo de que la situación se invierta es mayor".

Las palabras de Suu Kyi recuerdan los riesgos que corre el país asiático ante la posibilidad de que se agraven los conflictos étnicos y religiosos de los últimos años. Tres mujeres musulmanas de la etnia rohingya murieron el miércoles en el estado de Rakhine, al oeste del país, después de que las fuerzas de seguridad disparasen en el interior de un campo de refugiados. Es un episodio más de una violencia sectaria que el pasado mes de marzo dejó 20 muertos. Los rohingyas, más de 800.000, fueron privados de la nacionalidad birmana por la anterior junta militar. "No hay ningún país dispuesto a acoger a los rohingya", afirmó el martes a France Presse Manasvi Srisodapol, portavoz del ministerio tailandés de Exteriores, "porque creen que si les abren la puerta, vendrán cientos de miles más"

El anuncio de Suu Kyi ha resultado, paradójicamente, un triunfo para el actual presidente, Thein Sein, y para el Ejército, que sigue indirectamente controlando el país. Esta edición del Foro Económico Mundial, una suerte de Davos asiático, representa la salida del ostracismo para Myanmar. Es simbólico que el acto se celebra en la desangelada capital del país, Naypidaw, una ciudad con menos de diez años de vida construida por y para el régimen, con anchas avenidas, imponentes palacios y templos y poca o ninguna vida fuera de los hoteles y de los edificios oficiales.

El proceso de apertura iniciado por el régimen, que ha incluido la liberación de presos políticos y el levantamiento parcial de la censura, ha permitido el cese parcial de las sanciones internacionales. El Foro Económico Mundial ha servido para atraer a Myanmar a más de 900 delegados de 50 países que ansían una tajada de los suculentos recursos naturales y la mano de obra barata del país asiático, hasta ahora explotados casi exclusivamente por China, el mayor aliado de los militares.

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