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Colombia ya tiene su primera santa

La madre Laura Montoya, beatifica en 2004 fue canonizada por el papa Francisco. Dedicó su vida a los indígenas

Imagen de Laura Montoya.
Imagen de Laura Montoya.efe

Los colombianos católicos están de fiesta con la canonización de su primera santa, la madre Laura Montoya, que en 1914 fundó la Congregación de las Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena, conocidas en 21 países como las hermanas lauritas.

“Esta primera santa nacida en la hermosa tierra colombiana nos enseña a ver el rostro de Jesús reflejado en el otro, a vencer la indiferencia y el individualismo”, fueron las palabras del Sumo Pontífice acerca de la madre Laura, a quien se refirió en castellano durante la ceremonia. También dijo que fue instrumento de evangelización “primero como maestra y después como madre espiritual de los indígenas, a los que infundió esperanza”.

Cerca de 2.500 peregrinos colombianos amanecieron en la plaza de San Pedro para no perderse los detalles de la canonización, la primera que celebra el papa Francisco. En cabeza de la delegación colombiana estuvo el presidente Juan Manuel Santos, que calificó el acontecimiento de único. “Después de 500 años de haber sembrado la semilla del catolicismo en Colombia, tenemos nuestra primera santa”, aseguró el mandatario.

Tuvieron que pasar 50 años y la confirmación de dos milagros para que la religiosa fuera elegida santa. Había sido declarada “sierva de Dios” en 1973 y luego “venerable”, en 1991.

El primero de los milagros –por el que fue beatificada en 2004– consistió en la sanación de Herminia González Trujillo, que sufría cáncer de cuello uterino. La mujer de 87 años, quien padeció intensos dolores durante un año, acudió a una de las sedes que fundó la madre Laura en Medellín y le pidió que la sanara. Los tumores desaparecieron sin ninguna explicación científica y así lo confirmó el Colegio de Oncología de Italia.

El segundo milagro ocurrió un año después de que la religiosa fuera beatificada por el papa Juan Pablo II. El médico Carlos Eduardo Restrepo, quien estaba a punto de morir luego de haber sido diagnosticado primero con artritis reumatoidea y luego con lupus y polimiositis refractaria, milagrosamente se curó.

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Restrepo, que tiene 42 años, ha contado a los medios colombianos que en su lecho de muerte le pidió a la madre Laura que lo salvara. De nuevo, según la Comisión Médica del Vaticano, no hubo explicación científica para esa sanación, por lo que fue calificada como un milagro. El médico estuvo presente en la canonización y le entregó una reliquia al Sumo Pontífice al inicio de la celebración.

La madre Laura Montoya nació en Jericó, un pueblo de Antioquia (al noroeste del país) en 1873. Quedó huérfana de padre a los dos años y pronto llegó a vivir a Medellín, la capital antioqueña. En 1914, cuando tenía 41 años, fundó su congregación y decidió irse con un grupo de hermanas a Dabeiba, un municipio, también de Antioquia, que en esa época era una selva espesa donde se refugiaban los indígenas embera-katíos. Allí levantó su primera sede y se quedó para evangelizarlos respetando su cultura, hasta que murió en 1949, a los 75 años, luego de permanecer por una década en silla de ruedas.

Hoy es considerada por su comunidad como toda una figura revolucionaria por su trabajo en la defensa de las comunidades indígenas, y por la Iglesia, como una concertadora de la reconciliación. Su obra como misionera está registrada en más de una decena de libros que ella escribió, así como en una autobiografía que llamó ‘Historia de las misericordias de Dios en un alma’.

Desde diciembre, cuando se conoció que se había aceptado el segundo milagro, miles de peregrinos se volcaron a visitar el santuario de la santa que existe hace 70 años en el oriente de Medellín. Cerca de mil visitantes llegan diariamente para ver la habitación donde murió la madre Laura y algunas de sus pertenencias, pero también para pedirle favores.

En Jericó, su pueblo natal, ocurre algo parecido. Muchos llegan tras sus huellas y su imagen está estampada en camisetas, relicarios, libros y todo tipo de objetos. La fiesta durará varios días. Empezó el sábado, cuando miles de feligreses pasaron en vela para ver en directo la trasmisión de su canonización, que comenzó a las 2:30 de la mañana hora colombiana. Cuando el Papa Francisco la declaró santa repicaron las campanas.

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