Fría acogida de Dilma Rousseff a Maduro
El presidente venezolano se reúne con Lula da Silva, que apoyó su candidatura durante la campaña electoral
La mandataria de Brasil, Dilma Rousseff, recibió este jueves al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, en la rampa del Planalto con un abrazo protocolario, bien diferente al que los brasileños estaban acostumbrados a ver entre el expresidente Lula da Silva y el fallecido Hugo Chávez, que se trataban de “compañeros”. Estaba presente al encuentro el ministro de Asuntos Exteriores de Brasil, Antonio Patriota.
Maduro, que iba pasar la jornada entera en Brasilia, llegó a la una y media de la tarde en contra de lo que se había anunciado. La prensa nacional ha ignorado prácticamente durante todo el día en sus ediciones digitales la llegada del mandatario al país, que tuvo lugar casi en silencio y sin declaraciones en el aeropuerto.
Dilma y Maduro se presentaron ante la prensa para un saludo y una breve declaración de que ambos países deberán trabajar juntos. Dilma destacó las resultados positivos de las relaciones comerciales bilaterales de ambos países y Maduro le regaló un cuadro ya enmarcado con la foto del fallecido Hugo Chávez.
El esperado encuentro entre Maduro y el expresidente Lula da Silva había sido programado a petición del presidente de Venezuela al que el exmandatario envió un vídeo de apoyo a su candidatura durante la campaña electoral.
El Gobierno brasileño ha informado de que la visita busca "incrementar iniciativas de integración productiva, seguridad alimentaría, políticas públicas de salud y desarrollo social y tecnológico". Se ha especulado con que un tema de conversación entre Rousseff y Maduro podría ser la vuelta de Paraguay a Mercosur y la ampliación del mismo. Entre las actividades de carácter privado está previsto un encuentro con estudiantes y representantes de movimientos sociales en la Universidad de Brasilia.
Este jueves el diario O Globo ha publicado un editorial titulado Lo que Maduro debería escuchar en Brasilia. En él se recuerda que en el inicio de su mandato, Rousseff dijo que prefería “el ruido de los periódicos al silencio de las dictaduras”. El diario dice que “Brasil goza de una democracia robusta en la que los medios ejercen un papel de vigilancia. En los regímenes bolivarianos la libertad de expresión está empecinada”. Y añade: “Brasilia debe decir a Maduro que, por ejemplo, que es lamentable amordazar a Globovisión o cualquier otro medio de comunicación”.
Lo que el Gobierno no quiere es una fricción con el nuevo Ejecutivo venezolano de Maduro que pueda desequilibrar la balanza comercial con Caracas, netamente positiva para Brasil y que aumentó seis veces de 2003 a 2012. El año pasado el comercio bilateral consiguió un récord histórico de 605.000 millones de dólares. Las exportaciones brasileñas de manufacturados para Venezuela crecieron un 30%.
Brasil es consciente de ser hoy una de las grandes democracias del mundo y de su papel fundamental en América del Sur. De ahí sus cautelas con el nuevo líder venezolano, contestado por el 50% de su propio país. La diplomacia brasileña ha sido todo este tiempo más bien cauta con el resultado de las elecciones en Venezuela. Aunque Brasil reconoció enseguida la legalidad de los resultados, la prensa ha recordado que durante el funeral del Hugo Chávez, tras haber destacado su papel político, la presidenta quiso añadir que “en muchas ocasiones el Gobierno de Brasil no concordó íntegramente con él”.
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