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Y el río de dólares se secó

Las remesas que llegan a México disminuyen desde hace seis años Eso afecta a pequeñas poblaciones donde son una de sus principales fuentes de ingresos

Mari Luz Peinado
En Puebla abundan las casas de cambio y de envío de dinero.
En Puebla abundan las casas de cambio y de envío de dinero.M. PEINADO

A sus más de sesenta años, Teresa ejerce de madre de sus dos nietas de 8 y 12 años. “Cada día piden más cosas”, se queja. Hasta ahora se mantenían con el dinero que su hija, que vive en una población estadounidense de cuyo nombre Teresa no se acuerda, les enviaba. Pero la crisis ha hecho que las remesas que llegan a México desde Estados Unidos se reduzcan. En marzo de 2013,  el número de divisas cayó un 14,69% respecto al mismo mes del año pasado. Ahora la hija de Teresa sobrevive con un trabajo por horas y ya no puede enviar la misma cantidad de dinero, “Antes mandaba todos los meses, ahora cuando le sobra”, explica. Por eso Teresa ha tenido que buscar una manera de compensar ese dinero: ha vuelto a salir al campo, un trabajo duro, y a vender tortillas en el municipio de Nealtican, en el Estado mexicano de Puebla. 

En la plaza principal del municipio de Huaquechula, en la misma región que Nealtican, aún quedan unos cuantos vestigios de la época dorada de las remesas. Ahí puede contemplarse la casa que construyó la familia de Camila, situada en un lugar privilegiado, pared con pared con la presidencia municipal. Los 12 hermanos que componen esta familia emigraron en un momento u otro a Estados Unidos. Y con todo el dinero que iba llegando construyeron su hogar y abrieron una tienda de alimentación en la planta baja. Con lo que recibía y lo que sacaba de la tienda, Camila, de 29 años, podía vivir y mantener a sus dos hijos. Pero ahora ha dejado de recibir dinero, sus hermanos ya no envían porque ya no ganan como antes. De momento, ha tenido que buscarse un trabajo adicional: combina sus labores como dependienta en la tienda con un puesto en la biblioteca local. Todo con tal de sacar adelante a sus dos niños. Incluso está pensando en regresar a Estados Unidos: “No quiero ir por el país, sino por los dólares”, explica. 

En esa misma plaza de Huaquechula se encuentra una casa de cambio, en la que cuelga un cartel: “Se compran dólares”. Las remesas que llegaban a México sufrieron un crecimiento trepidante desde mediados de los años noventa. En el año 2000, las divisas que llegaron alcanzaron los 6.573 millones de dólares y la cifra fue en aumento hasta 2007, cuando se recibieron 26.076 millones de dólares de quienes decidieron marcharse. En 2008 empezó la crisis y comenzó un descenso que aún continúa. Los datos del Banco de México muestran que el dinero que llegó de los mexicanos en el exterior en 2012 fue un 14% menor que en 2007. Y la caída continúa. Según los datos publicados este jueves, el envío de dinero en el primer trimestre del año fue un 10% menor que en los primeros meses del año pasado.

En marzo de este año, el número de divisas se redujo un 14,69% en comparación con el mismo mes del año pasado

“La caída de remesas ha sido algo generalizado en los últimos años”, explica Arturo Villaseñor, del Observatorio Ciudadano para Políticas públicas para Migrantes de Puebla. El Estado es el quinto receptor de remesas en el país y las divisas que llegan suponen, aproximadamente, el 4% del PIB poblano. De ahí que se sienta tanto su caída. Además, explica Villaseñor, ahora hay un saldo migratorio cero: se van aproximadamente los mismos que deciden retornar, por lo que entran todavía menos dólares. Y fueron muy pocos quienes se preocuparon de ahorrar, añade. 

Antes de empezar a trabajar en la presidencia municipal de Huaquechula, Isabel Torres formó parte del equipo de la Casa del Migrante de Atlixco. Allí presenció cómo, además de que muchas madres de familia tuvieron que ponerse a trabajar, creció el número de solicitantes de ayuda social porque los dólares que llegaban de Estados Unidos eran menos. Por ejemplo, muchas personas recurrieron al programa Oportunidades, que apoya con dinero y alimentos a las familias a cambio de que los niños vayan a la escuela. 

Isabel ha visto cómo muchas familias han tenido que recurrir a planes asistenciales.
Isabel ha visto cómo muchas familias han tenido que recurrir a planes asistenciales.

Isabel también cuenta que este proceso es perceptible en las poblaciones de la región: ya no se construye con tanta alegría como antes, cuando muchas casas ganaron otra altura. Eran tiempos felices en los que los dólares mantenían la región y las casas de cambio vivían un trajín constante. Los niños se acostumbraron a manejar teléfonos móviles de última generación. Incluso una maestra recuerda el caso de un niño que con 13 años tenía un coche propio. Pero Estados Unidos ya no es la gallina de los huevos de oro y cruzar la frontera de manera ilegal ya no supone tantas ventajas. 

La salida masiva de los habitantes de Huaquechula empezó por una crisis agrícola. Primero, por un problema con un pueblo vecino por la propiedad del agua en los años setenta que dejó sin trabajo a buena parte de la población. Luego, por una sequía que redujo el caudal de los ríos. En la comunidad de la que proviene Isabel, San Juan Huiluco, parte del mismo municipio, el pionero se llamaba Don Beto. Fue el primero en marcharse a trabajar a Estados Unidos a finales de los setenta y todos recuerdan el momento en que regresó por primera vez al pueblo. Aunque Isabel era una niña, en su comunidad se habló mucho de aquello. “Don Beto apareció con un sombrero tejano, pantalones de vestir, camisa de seda y botas picudas. había tenido éxito y eso animó a que muchos siguieran su ejemplo”, cuenta Isabel. Él encarnó el sueño americano y transmitió la idea de que con dólares se vivía mejor que con pesos mexicanos. Ahora se calcula que al menos el 80% de los habitantes de Huaquechula tiene un familiar directo en Estados Unidos y que más de la mitad reciben remesas.

Pero muchas familias ya no pueden contar con ellas y últimamente cruzar la frontera es mucho más complicado. Aunque eso no detiene a muchos poblanos que todavía insisten en la idea de emigrar al vecino del norte Estados Unidos. Igual que Camila, Jonathan, de 24 años, quiere marcharse. Incluso tiene localizado a un ‘pollero’ que le ayudará a cruzar al otro lado. Ahora tiene un trabajo en la presidencia municipal de Huaquechula pero sabe que sirviendo mesas allí ganaría más de lo que gana aquí ahora. Y no le da miedo: “Aquí no hay trabajo, no hay futuro”. Y ahora tampoco hay dólares.

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Sobre la firma

Mari Luz Peinado
Redactora jefa de Estrategia Digital. Ha sido directora de Verne, por lo que recibió el Premio de Periodismo Digital José Manuel Porquet junto a Lucía González. Antes, fue redactora de El País en México y trabajó en Smoda, MSN y Soitu.es. Escribe el boletín semanal 'Correo sí deseado', que selecciona historias positivas y que aportan soluciones.

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