Sin pistas sobre los asesinatos de dos fiscales de un condado de Tejas
Una semana después de la última muerte, crecen los escépticos sobre la teoría de que tras las muertes se encuentra un grupo supremacista
El pasado 31 de enero, Mark Hasse, ayudante del fiscal del Condado de Kaufman (Tejas), era abatido de varios disparos a plena luz del día, cuando salía del coche que acaba de aparcar frente a los juzgados de Dallas. Horas después, en ese mismo aparcamiento, su jefe, el fiscal Mike McLelland aseguraba que “perseguiría a la escoria” que había asesinado a su asistente “hasta el último rincón de la tierra” y arrojaría sobre ella “todo el peso de la ley”. Justo dos meses después, la policía encontraba los cuerpos sin vida de McLelland y su esposa, Cynthia, acribillados a balazos en su propio hogar.
Las muertes sin resolver de dos de sus fiscales han sumido a los vecinos del Condado de Kaufman, una zona rural a 32 kilómetros de Dallas, de poco más de 100.000 habitantes y dedicada a la recolección del algodón, en un estado de incertidumbre y ha levantado todo tipo de elucubraciones sobre el vínculo entre ambos asesinatos y sus responsables. Aunque las autoridades insisten en que no han encontrado todavía evidencias que permitan establecer una conexión entre el fallecimiento de McLelland y el de su ayudante, las especulaciones sobre su autoría abarcan todo tipo de conjeturas, desde el grupo supremacista, Hermandad Aria, -que incluye una posible relación con el asesinato, el 19 de marzo, del jefe del Departamento de Prisiones de Colorado a manos de un exrecluso, miembro de la organización racista 211-, hasta los cárteles de la droga mexicanos.
La teoría de la autoría del grupo supremacista es la que cobró más fuerza durante los primeros días de la investigación, en parte porque el propio McLelland acusó a la Hermandad Aria, una organización surgida en las cárceles tejanas, de estar detrás del asesinato de su ayudante
La teoría de la autoría del grupo supremacista es la que cobró más fuerza durante los primeros días de la investigación, en parte porque el propio McLelland acusó a la Hermandad Aria, una organización surgida en las cárceles tejanas, de estar detrás del asesinato de su ayudante. “Les hemos hecho mucho daño por aquí en el último año”, declaró el fiscal a AP semanas antes de morir asesinado. La oficina de McLelland era una de las muchas implicadas en una larga investigación federal que concluyó en noviembre del año pasado con la condena de 34 de sus miembros. El mismo día de la muerte de Hasse, dos de sus integrantes se declararon culpables de pertenencia al crimen organizado en un tribunal de Houston.
El Departamento de Seguridad Pública de Tejas considera a la bandas carcelarias, como la Hermandad Aria, la segunda amenaza más peligrosa relacionada con el crimen organizado tras los cárteles mexicanos. En diciembre, las autoridades tejanas publicaron un memorándum advirtiendo a los funcionarios públicos de que ese grupo supremacista podía estar preparando represalias en venganza por el golpe sufrido el mes anterior.
Hasse había comenzado a llevar un arma y a cambiar su rutina porque había empezado a temer por su vida, cuentan algunos amigos. Tras su asesinato, McLelland, un veterano de la operación Tormenta del Desierto, con 23 años de servicio en el Ejército de EE UU, también optó por ir armado. Durante una temporada, su casa en Forney estuvo custodiada por un agente de la fiscalía. La pareja estaba alerta, aunque no obsesionada con su seguridad, según han indicado amigos de los McLelland a los medios de comunicación locales.
Los miembros de la Hermandad Aria interrogados niegan su implicación en los asesinatos. Desde el Southern Poverty Law Center, una organización que estudia a los grupos supremacistas, indican en un correo electrónico que la Hermandad Aria es “un grupo extremadamente violento” que se rige por el código de la sangre. “Para entrar es necesario perpetrar una acto violento y sólo se sale con la muerte”. La agrupación surgió en las cárceles tejanas en 1980 y, sólo en 2007, fue responsable de 100 asesinatos y 10 secuestros, señalan. La Hermandad Aria está involucrada en el tráfico y la producción de metanfetamina y apoya a los cárteles mexicanos -que financian los laboratorios que elaboran esa sustancia en el Este de Tejas- en la distribución de esa droga y de crack, según las autoridades tejanas.
La Hermandad Aria está involucrada en el tráfico y la producción de metanfetamina y apoya a los cárteles mexicanos en la distribución de esa droga y de crack, según las autoridades tejanas
A medida que pasan los días sin que se resuelvan los asesinatos, crece el escepticismo sobre la tesis supremacista. “La banda es más fuerte dentro que fuera de la cárcel”, ha indicado Doug Lowe, amigo de Hasse y fiscal del condado vecino de Anderson. Terry Pelz, antiguo funcionario de prisiones, que mantiene contacto con algunos reclusos pertenecientes a la Hermandad Aria, ha asegurado a varios medios de comunicación que la forma en la que fueron asesinados Hasse, McLelland y su mujer no es la que emplea el grupo, sino que se asemeja al estilo con el que proceden los cárteles.
Una semana después, el misterio que rodea a los asesinatos de los McLelland y de Hasse, sigue lejos de desentrañarse. El gobernador de Tejas, Rick Perry, ha ofrecido una recompensa de 200.000 dólares a quién ofrezca nueva información y todas las vías de investigación siguen abiertas.
La pista supremacista de Colorado
El 19 de marzo, Tom Clemens, el jefe del Departamento de Prisiones de Colorado, era asesinado de un disparo mientras abría la puerta de su casa al asesino. Dos días después, en Tejas, una persecución, acompañada por un tiroteo, de la policía de ese Estado concluía con la captura y posterior fallecimiento por herida de bala de Evan Ebel, un preso de Colorado, en libertad bajo fianza, perteneciente a la banda supremacista aria 211, consolidada en las cárceles de ese territorio.
Un análisis de los casquillos permitió vincular a Ebel con el asesinato de Clemens. Ebel llevaba tatuada una esvástica en el pecho, además de otros símbolos nazis alrededor de su cuerpo. Mientras la policía de Colorado investigaba si en la muerte del jefe de Prisiones sólo estaba involucrado, de manera aislada, el exrecluso o si había sido un encargo de su grupo supremacista ordenado desde la prisión, el 31 de marzo fallecían, de varios disparos y también en su residencia del Condado de Kaufman, en Tejas, el fiscal del distrito Mike McLelland y su mujer, Cinthya.
La semejanza entre ambas muertes, la posibilidad de que en estas últimas también estuviera implicado otro grupo supremacista tejano, la Hermandad Aria, y la inexplicable presencia de Ebel en el Estado tejano en el momento de su captura y fallecimiento, despertaron las sospechas sobre una posible cooperación entre ambas bandas supremacistas y la conexión entre los asesinatos, casi simultáneos en el tiempo, de dos funcionarios estatales.
Todas las vías de investigación siguen abiertas para esclarecer la muerte de McLelland y su mujer. La investigación del asesinato de Clemens se va concretando cada día que pasa. Este viernes, James Lohr, miembro de la banda 211, fue arrestado para ser interrogado sobre el fallecimiento del jefe de Prisiones. Su compañero supremacista, Thomas Guolee, se encuentra en busca y captura. La policía no los considera sospechosos del crimen, pero quiere constatar si el asesinato de Clemens fue orquestado por Ebel, de manera individual, o si los 211 son los responsables.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.