Wu Renbao, el hombre que hizo rico a un pueblo chino
Secretario local del PCCh, dirigió Huaxi más de 40 años
Wu Renbao, el hombre que convirtió un pequeño pueblo de China en el más rico del país, falleció el pasado día 18 a los 84 años de un cáncer de pulmón. Wu transformó Huaxi, un enclave rural de la provincia costera de Jiangsu, en un paraíso socialista de fábricas y comercio, y una de las economías más exitosas de China. Sus campesinos, que cultivaban arroz y criaban cerdos en la década de 1980, hoy conducen automóviles de lujo, viven en chalés y tienen una cuenta abultada en el banco.
La historia de Huaxi es la historia de su impulsor, y un modelo de cómo un pueblo pudo hacerse rico, gracias a su líder y las reformas económicas puestas en marcha por Deng Xiaoping en diciembre de 1978, al tiempo que se mantenía fiel a unos ideales socialistas de reparto de la riqueza, que en China se fueron evaporando con el tiempo.
Wu fue nombrado secretario del Partido Comunista Chino (PCCh) en 1961, cuando Huaxi tenía una población de 667 personas y unos activos colectivos de 25.000 yuanes (3.100 euros, al cambio actual); en 2012, la producción del pueblo alcanzó un valor de 52.400 millones de yuanes (6.500 millones de euros), según la agencia oficial china Xinhua. En 2011, Huaxi, que recibe más de dos millones de visitantes al año, inauguró un rascacielos de 328 metros de altura —con un hotel de cinco estrellas—, que costó 470 millones de dólares (364 millones de euros).
Bajo su gestión, la localidad
Wu Renbao fue la máxima autoridad política y empresarial de Huaxi durante más de cuatro décadas, durante las cuales creó 12 corporaciones, que van desde el sector del textil al siderúrgico. Las compañías son propiedad colectiva de los 2.000 residentes oficiales. La gran mayoría de ellos, vecinos de toda la vida; el resto, gente que aportó fábricas o intereses a la comunidad para comprar el privilegio de tener un permiso local de residencia. Quienes dejan el pueblo pierden sus acciones y el derecho a los beneficios, una norma que ha sido calificada por algunos de “injusta”.
“Nuestro antiguo secretario del partido se ha ido, pero nos ha dejado un rico legado material y espiritual. La economía colectiva que se distingue por la prosperidad común es la clave del éxito de Huaxi. Debemos mantener este principio”, ha dicho Wu Xie, el cuarto hijo del carismático dirigente, que en 2003 heredó la jefatura del partido cuando su padre decidió jubilarse.
Wu Renbao solía decir a otros dirigentes cuando visitaban el pueblo que debían olvidarse de sus manuales de ideología y dejar la política a los políticos. “Uno de los eslóganes entonces era ‘ser políticamente correcto e incrementar la producción”, dijo en 2007 a la agencia Reuters, en referencia a las agitadas décadas que siguieron al ascenso al poder de los comunistas de Mao Zedong en 1949. “Pero en realidad, todo lo que querían ser era políticamente correctos. No había incremento de la producción. Yo pensé que la producción era lo más importante”.
No todo el mundo en Huaxi es igual. Las otras 33.000 personas que viven en el pueblo, pero que no tienen certificado de residencia oficial no gozan de los mismos derechos. Y, según algunas informaciones, los hijos de Wu controlan más del 90% de los activos de la localidad y sus familiares ocupan la mayoría de los puestos clave en el Gobierno local. De ahí que no hayan faltado las acusaciones de corrupción y nepotismo —recogidas en las redes sociales en Internet e incluso por la prensa oficial— y el modelo de desarrollo haya sido puesto en cuestión.
Durante su vida, Wu Renbao alcanzó talla de figura casi mítica, se reunió con altos líderes del Gobierno y participó en una película en 2012, hecha en servicio a la causa del partido.
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