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El jesuita que acusó al Papa: “Doy los hechos por cerrados”

El sacerdote Jalics, secuestrado durante la dictadura argentina cuando el papa Francisco era superior de los jesuitas, asegura estar "reconciliado con aquellos sucesos"

El jesuita Francisco Jalics, en una imagen sin fecha.
El jesuita Francisco Jalics, en una imagen sin fecha.- (AFP / DPA)

“No puedo pronunciarme sobre el papel del padre Bergoglio en aquellos hechos”. El jesuita Francisco Jalics dice haberse “reconciliado con los sucesos” de 1976, cuando fue secuestrado, interrogado y torturado durante cinco meses por esbirros del régimen dictatorial de Jorge Videla. Jorge Bergoglio, hoy papa Francisco, era entonces jefe de los jesuitas argentinos y se vio salpicado por las dudas sobre su actuación en el doble secuestro en Buenos Aires de Jalics y el ya fallecido jesuita Orlando Yorio. Según testimonios diversos, Yorio no perdonó a su superior Bergoglio, de quien sospechaba que los había delatado él mismo a las autoridades.

En una “declaración” personal publicada el viernes en la web de los Jesuitas alemanes, Jalics explica que, tiempo después de su secuestro, tuvo “ocasión de hablar de ello con el padre Bergoglio, entonces ya arzobispo de Buenos Aires”. Tras aquella reunión oficiaron una misa y se abrazaron “de forma solemne”. Remata Jalics en su nota en alemán: “Doy los hechos por cerrados”.

Firmando con su nombre centroeuropeo Franz, el padre Jalics cuenta que se mudó en 1974 a “una favela, una de las villas miseria de la ciudad” junto a otro jesuita. Era Yorio. Desde allí siguieron impartiendo clases en la universidad bonaerense. “En la situación análoga a una guerra civil”, explica, “la Junta Militar mató a unas 30.000 personas en uno o dos años, tanto guerrilleros de izquierda como civiles inocentes”. En aquella confusión, “los dos de la villa de emergencia” no mantenían contactos “ni con la junta ni con los guerrilleros”. Pero Jalics denuncia que “informaciones deliberadamente falsas” sembraron dudas sobre sus relaciones con los grupos violentos, “también dentro de la Iglesia”.

En aquellos días, prosigue, ambos perdieron “el contacto con un colaborador laico que decidió unirse a las guerrillas”. Fue apresado “nueve meses más tarde” por los militares, que descubrieron su relación con los jesuitas. Acto seguido los detuvieron y los interrogaron “durante cinco días”. El oficial encargado reconoció su inocencia y les prometió la libertad. “A pesar de esto, de forma para nosotros inexplicable, nos mantuvieron en prisión durante cinco meses, atados y con los ojos vendados” en una de las prisiones clandestinas del régimen.

En su libro Ejercicios de contemplación explica que “mucha gente que sostenía convicciones políticas de extrema derecha veía con malos ojos” su presencia y la de Yorio en las villas miseria. Relata su arresto: “trescientos soldados fuertemente armados y patrulleros policiales rodearon nuestra casucha, penetraron brutalmente en nuestra vivienda, nos sujetaron las manos, nos encapucharon casi asfixiándonos y nos secuestraron”. Los mantuvieron tendidos en el suelo durante días.

Franz Jalics, nacido en Budapest en 1927, vive en Alemania desde 1978. Ha dirigido hasta hace poco un centro de ejercicios espirituales en Baviera, donde todavía reside. Sus ayudantes explican que estará de viaje durante las próximas semanas, “fuera del país”. Rechaza las entrevistas. El portavoz de la Compaña de Jesús en Alemania, Thomas Busch, dice que su reunión con el actual papa se produjo en 2000. Orlando Yorio murió ese mismo año.

Jalics termina su aclaración del viernes: “Le deseo al papa Francisco la bendición abundante de Dios para su cargo”.

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