Nicaragua despide al benefactor Chávez
El proyecto político de Daniel Ortega ha sido financiado por la ingente ayuda petrolera venezolana, que sumó hasta 2011 más de dos mil millones de dólares
La vieja Plaza de la Revolución de Managua, escenario de los grandes acontecimientos políticos de Nicaragua, volvió a colmarse la noche del martes con miles de simpatizantes sandinistas que, convocados por Rosario Murillo, primera dama y jefa de hecho del Gabinete de Daniel Ortega, llegaron a celebrar un homenaje póstumo a quien era el principal patrocinador del proyecto político del ex guerrillero sandinista. “Hugo Chávez, el libertador”, llamó Ortega a su camarada y benefactor. La muerte de Chávez abre una gran incógnita sobre el futuro de la millonaria ayuda petrolera venezolana que desde 2007 mueve la maquinaria sandinista.
Analistas en Managua creen que este pequeño país, de 5.6 millones de habitantes, puede seguir adelante si faltara en algún momento la ingente ayuda petrolera de Venezuela, que entre 2008 y 2011 superó los dos mil millones de dólares, según cifras oficiales del Banco Central de Nicaragua (BCN). La ayuda ha beneficiado principalmente a la élite cercana a Ortega, conocida en Nicaragua como la burguesía orteguista, pero también ha permitido desarrollar la política populista del FSLN, que entrega ayuda a los sectores más pobres de Nicaragua, que son la base electoral del sandinismo.
Edmundo Jarquín, analista político y excandidato presidencial, es de los que opina que ese modelo clientelista patrocinado por Chávez es el que se vería afectado si Caracas decidiera cortar la ayuda petrolera. “Su modelo de clientelismo con los sectores populares se verá sometido a mucha tensión”, opina Jarquín. Una posición similar ha mantenido el sociólogo Oscar René Vargas. Según Vargas, el cambio en Venezuela le impediría a Ortega “tener la posibilidad de mantener la política de dar una paga extra a los funcionarios menores del Estado, entregar techos de zinc a los pobres, repartir tierras, poner en marcha la bolsa solidaria”, explicó. “Creo que una caída de Chávez tendría el mismo efecto que la derrota electoral del sandinismo en 1990”, advirtió Vargas.
La noche del martes, sin embargo, nadie hablaba en la vieja Plaza de la Revolución del futuro de la cooperación petrolera. Rosario Murillo montó un espectáculo perfectamente organizado, cuidando todos los detalles, lo que demostró que fue planificado con tiempo. Una gigantesca imagen de Hugo Chávez dominaba la Plaza donde se celebró la caída de la dictadura de Somoza, un entarimado exquisitamente enflorado recibía a Ortega, su otrora archienemigo el cardenal Miguel Obando y a la misma Murillo. Música pegajosa sonaba en los altavoces, mientras grandes pantallas proyectaban imágenes de Chávez junto a Ortega. “Usted me enseñó a vivir sano, a vivir limpio, a vivir bonito”, dijo Murillo, con la voz entrecortada, dirigiéndose al compañero Hugo, como lo llaman los acólitos del Gobierno. “Usted es vida, luz y verdad para todos nosotros”, dijo. “Hoy todos celebramos el tránsito hacia la inmortalidad de nuestro comandante Hugo Chávez”, agregó.
Daniel Ortega intentó también demostrar su congoja en un discurso corto, algo raro en el comandante sandinista, dado la verborrea fácil. Ortega no dudó en llenar de elogios a su benefactor, al que llamó, sin preámbulos, “el libertador”, comparándolo con la figura de Simón Bolívar, el héroe e inspiración de Chávez. Ortega dijo que Chávez está “iluminando con una luz mucho más intensa, como suelen hacerlo los próceres”, y recordó la vieja consigna de los políticos populistas de América Latina: “Dios lo puso, Dios así lo decidió”.
Lo que suceda en Caracas será clave para el proyecto político de Ortega, reelegido en 2011 en unas cuestionadas elecciones y violando la Constitución, que prohíbe la reelección consecutiva. Dadas las continuas acusaciones de fraude electoral y el golpe a la institucionalidad y la democracia en Nicaragua, la Unión Europea decidió retirar la ayuda que entregaba directamente al Gobierno, medida a la que se unieron todos los países nórdicos, por lo que la ayuda de Chávez ha sido muy importante para el ex guerrillero que el martes, ante una plaza llena, animaba a sus seguidores bajo la consigna “¡Chávez vive, la lucha sigue!”
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