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Brasil busca ganar peso en la Iglesia

La archidiócesis de São Paulo agrupa al mayor número de católicos del mundo

Juan Arias
El cardenal brasileña Odilo Scherer, esta mañana en el Vaticano.
El cardenal brasileña Odilo Scherer, esta mañana en el Vaticano.VINCENZO PINTO (AFP)

Brasil está viviendo con gran intensidad el proceso que se ha abierto en el Vaticano tras la renuncia de Joseph Ratzinger. El interés por el tema se refleja en el amplio espacio que todos los medios de comunicación están dando al tema, incluso las radios y televisiones propiedad de las Iglesias evangélicas que, junto a las pentecostales, son las que más se están beneficiando del desencanto de los católicos.

El interés de Brasil por reforzar su papel en el Vaticano no es nuevo. En el cónclave anterior, cuando el expresidente Lula da Silva estaba en pleno auge de su Gobierno, llegó a “soñar” con un papa brasileño. Ahora, el estamento político y diplomático del gigante sudamericano sueña con lo que supondría que el encuentro mundial de las juventudes católicas que se celebrará en julio en Río de Janeiro, donde se espera a más de tres millones de personas, lo presidiera el primer papa brasileño y el primero de América Latina.

Existe, sin embargo, un gran obstáculo para que este sueño sea redondo. El cardenal brasileño que aparece como el más papable, Odilo Scherer, arzobispo de São Paulo —la archidiócesis con mayor número de católicos del mundo—, no es precisamente el más popular entre los otros cardenales de la Iglesia brasileña y latinoamericana.

Scherer, de origen alemán, es considerado el más conservador de los cinco representantes brasileños, con poco carisma, poco amigo de la teología de la liberación y muy amigo de la curia, y desde luego enemigo de la apertura que se considera debe impulsar el nuevo papa. Es contrario a la anulación del celibato; al uso de células madre, al divorcio y al sacerdocio femenino, entre otras cosas. Un periodista brasileño de los que mejor conocen a la Iglesia del país ha confirmado a EL PAÍS que cualquiera de los otros cardenales brasileños, sin ser progresistas, sería más moderado y capaz de dialogar sobre los temas que afligen a los cristianos que el cardenal Scherer.

Las dificultades para la elección de un papa brasileño residen más en los cardenales latinoamericanos que en los europeos y estadounidenses. Uno de los brasileños, antes de viajar a Roma, comentó que llevaba en cartera a cinco posibles papables y dio a entender que ninguno de ellos era brasileño.

Otro problema grave con el que se encuentran los cardenales frente a la elección del nuevo papa, más que el de la nacionalidad, es el de conocer ese documento secreto de escándalos de sexo y dinero que agita a la jerarquía de la Iglesia y que probablemente fue la gota que colmó el vaso de Ratzinger. Hay un temor que se está extendiendo entre los cardenales ahora en Roma, y es la posibilidad de elegir un nuevo papa que al poco tiempo acabe teniendo que dimitir. Y no por encubrir los pecados de otros, sino por los suyos propios.

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