“Ya no se puede esperar más de mí”
Ratzinger confiesa a su biógrafo que es un hombre anciano y agotado
Cuando el diablo se aburre, mata moscas con el rabo. Decenas, cientos de periodistas han aterrizado en Roma tras la sorprendente renuncia de Benedicto XVI y, si Dios no lo remedia, seguirán llegando más conforme se vaya acercando el cónclave para elegir a un nuevo Papa. Con tanto diablo suelto, y para evitar las consecuencias del aburrimiento, la Santa Sede parece haber puesto en marcha una política informativa que consiste en ir suministrando, gota a gota, información sobre los acontecimientos que se avecinan. El jesuita Federico Lombardi, portavoz del Vaticano, anunció este sábado que, si todos los cardenales electores llegan a Roma en los próximos días, el cónclave podría celebrarse antes incluso del 15 de marzo. El objetivo es evitar una transición demasiado larga, teniendo en cuenta que Joseph Ratzinger abandonará el papado, y el Vaticano, el próximo jueves 28 por la tarde.
Ya para entonces se sabrá quién habrá ganado, o quién no habrá perdido, las elecciones italianas. Aunque el favorito sigue siendo el líder del centroizquierda, Pier Luigi Bersani, el actual primer ministro técnico, Mario Monti, sigue albergando esperanzas de que una victoria pírrica del favorito lo aúpe de nuevo al poder. Monti, católico practicante, fue recibido hoy en audiencia privada por el todavía Pontífice, en un gesto muy criticado por el resto de formaciones políticas, que saben que en campaña cualquier gesto cuenta y que la Iglesia en Italia sigue teniendo mucho predicamento. El encuentro con Monti es, además, el último acto de Ratzinger antes de emprender una semana de ejercicios espirituales.
Antes, el Papa había recibido al presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina. El encuentro ya estaba previsto y el Vaticano decidió mantenerlo. Tras un encuentro de 25 minutos, el presidente guatemalteco declaró: “Benedicto XVI me ha dicho que cree que su renuncia es lo mejor para la Iglesia, ya que por su edad y también por sus problemas de salud no puede viajar, ni salir más, y que la responsabilidad de la Iglesia es muy grande y que por eso tomó la decisión”. El mandatario dijo que había encontrado fenomenal al Papa: “Le vi en muy buenas condiciones, aunque como es lógico a esa edad, camina lento, pero se le veía franco en sus palabras y alegre”.
También se conoció este sábado que, hace 10 semanas, el Papa mantuvo un encuentro con su biógrafo, el alemán Peter Seewald, autor del libro de entrevistas Luz del mundo. Según Seewald, Ratzinger “estaba agotado desde hacía tiempo” y desvincula su decisión al escándalo Vatileaks. No obstante, añade que la traición de su ayudante, el mayordomo Paolo Gabriele, le causó una gran decepción, pero “nada parecido a la desesperación”. El periodista asegura que el Papa le dijo: “Ya no se puede esperar mucho más de mí. Soy un hombre anciano. Las fuerzas me abandonan. Creo que basta con lo que hice hasta ahora”. Dice el periodista alemán que jamás hasta ahora había visto a Benedicto XVI tan cansado, y que empleó en el libro sobre la infancia de Jesús sus últimas fuerzas.
Ante la fecha histórica de la renuncia, el próximo 28 de febrero, el Vaticano tiene pensado retransmitir en directo tanto la salida del Papa del Vaticano como su llegada a Castelgandolfo. Una vez allí, a las ocho de la tarde, Joseph Ratzinger dejará oficialmente de ser Papa. Se calcula que permanezca en la residencia —a unos 18 kilómetros de Roma— unos dos meses, hasta que se concluyan las obras de rehabilitación del monasterio donde, según su intención pasará el resto de su vida dedicado a la oración y, tal vez, a la escritura. Lo acompañará la llamada Familia Pontificia, formada por su secretario, monseñor Georg Gänswein, y cuatro laicas consagradas.
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