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Aforismos ante la sede vacante

Lluís Bassets

El poder no se deja. Es el poder quien deja a quien ya no es capaz de mantenerlo.

Durar es la aspiración esencial de quien tiene el poder. Durar hasta el límite de la propia muerte, naturalmente.

Abandona el poder quien ha sido ya desposeído.

El poder es inescrutable por definición. Un poder transparente es una contradicción en sus términos.

No hay imperios espirituales. O mejor: no hay imperios solo espirituales. Si es imperio también es material.

El imperio es católico, global quiero decir, por vocación. No hay ambición imperial con límites.

Donde hay poder hay lucha por el poder. Y la lucha por el poder siempre es finalmente a muerte.

Extrañas heroicidades: reconocer las culpas, rendirse ante el asedio interior de quienes quieren tener más poder que quien lo tiene todo y finalmente renunciar.

Hay que sospechar de quien luce como única proeza su renuncia al poder. Hay que sospechar sobre todo de tanta unanimidad y tanto aplauso.

Si lo hace el Papa, ¿por qué no debería hacerlo el Rey? Respuesta: porque nadie se ha apoderado todavía del poder que pugna por abandonarle.

La gloria terrena para quien solo perseguía la eterna: recibir en vida los elogios reservados para después de la muerte. Solo quedará la cuestión del título: a este no se le puede aclamar con el santo súbito. No hay santos vivos.

Comentarios

Amén.
Vanitas vanitatis. Papanatas papanatatis, y que no se tome como un insulto, que en su acepción de la RAE no lo es. La carne es débil y es fácil caer en ellas.
Quien busca la gloria divina se desvive por la terrenal. Poder escuchar sin volverse loco las ensoñaciones de lo que se habría dicho cuando no esté, el otro día escuché un caso de alguien que celebraba su funeral por anticipado para conocer qué habrían dicho de ella en tal caso. ¿Será el Papa un caso igual?
Y esa es otra, presentar la renuncia como una proeza. Seguro que los mismos que aplauden, de ser otro, pitarían por no haberse quedado hasta el final. Aparte de que si Juan Pablo II levantara la cabeza le recriminaría su abandono, eso si no lo tildaba de cobardía. El Papa cobarde no supo resistir a la tentación, y da más la sensación de que ha dicho en latín a su curia, a su rebaño, lo que no se atrevía a decirles en román paladino: ¡qué os follen a todos!
Nunca me gustaron los aforismos por ser, a menudo, el intento de forzar al verdadero pensamiento, llevándolo a los extremos, transformándolo en extractos conceptuales simplificados, inacabados y vacíos. Bah, los clásicos topicazos...Deberíamos hacer una distinción (por lo menos teórica) entre funcionarios políticos -dentro de los cuales podríamos incluir al rey- y por el otro lado a la supuesta misión espiritual que conlleva en sí misma asumir el sacrificio de las consecuencias por la disputa del poder hasta sus últimas consecuencias ¿no?
Como decía mi abuela: "Si pasas te orino y si no pasas te meo". Hablar por hablar y sin conocimiento de causa es de bobos. Que aforismos ni que niño muerto. Cero información.
Adibú badá. Con perdón de ustedes.P.d. ¿Quieren saber lo que es el poder? Lean a Nicolás de Maquiavelo... "El Príncipe " era el libro de cabecera de Napoleón. Y en muchos casos, sigue siendo un libro certero como pocos, que describe muy bien como se llega, como se sostiene y que se espera del poder ( hablo del poder real, no el figurado o bien pensante). En cierto modo, un libro terrorífico por las conclusiones que saca. Y uno de los primeros en los que se advierte de la "ceguera del trono". Esa ceguera que por cierto, ataca de raíz a nuestra clase política, muy amagada, pero que incapaz de soltar el lastre que la enterrará, prefiere nadar en el cenagal antes que purificarse y regenerarse, aunque su número disminuya. La idea que tienen de que los partidos son como grandes clanes donde la lealtad partidaria prima debe perecer. Lo que prima son los derechos del ciudadano, y éste exige que se facilite la investigación independiente de la corrupción, además de que cambie el sistema político hacia uno más transparente y abierto. Si se está retrasando esto, es porque evidentemente, no hay interés en que suceda desde el estamento político. Conclusión peligrosa para ellos, pues los convierte en un obstáculo más que en una pieza fundamental para transformar la realidad política. Están pues, en un punto muy delicado, y jugándose mucho el futuro de nuestra sociedad. Se espera mucho de ellos, y una cosa fundamental en estos tiempos ( y que falta a muchos políticos europeos, por cierto) es la probidad y la agilidad para actuar en pro de los ciudadanos. Si fallan, podemos imaginar que el ciudadano pensará en no mucho tiempo, que quizá deba tomar la riendas en vez de delegar en otros ( en otras palabras, un escenario a la islandesa) . Un ejemplo de este hartazgo lo podemos ver en el resurgimiento de los nacionalismos, que justifican su horizonte como la posibilidad de acercar la política al ciudadano y sus intereses. No olvidemos que la economía es un motor poderoso para justificar muchas cosas. Economía y derechos, intereses.... Si las cosas fueran bastante peor de lo que ya van, vascos y catalanes no dudarían en buscar la manera de irse. Por eso digo, que nuestra clase política está un poco "ciega" ... Y no ve el mar de fondo que se está gestando.
Algunas personas al ser nombradas para un determinado cargo adquieren poder, otras en cambio son nombradas gracias a que previamente ya tenían mucho poder.
¿Pero se va o le echan? Porque no he oído a nadie pidiéndole que se quede. Y no me creo que sea por respeto.
Gran artículo. Interesante, profunda y triste reflexión acerca de la naturaleza del poder. Chapó
Sr. Bassets, imitar los aforismos de Yoda es una debilidad impropia de alguien tan inteligente como usted. Pero lo entiendo. A veces la realidad se parece tanto a una película de caballeros "jedi" que es difícil resistirse. Ahí va otro: Del poder solo conocemos las sombras que proyecta.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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