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Dimite el ministro de Cultura egipcio en protesta por la brutalidad policial

El titular de Cultura, Mohamed Saber Arab, abandona su cargo tras la publicación de un vídeo en el que las fuerzas de seguridad dan una paliza a un hombre desnudo

El escandaloso y célebre vídeo en el que varios policías propinan una brutal paliza en la calle a un hombre desnudo ha provocado ya una primera dimisión en el ejecutivo egipcio. Sin embargo, no se trata del ministro del Interior, como han solicitado activistas y medios de comunicación, sino del ministro de Cultura, Mohamed Saber Arab. Según ha informado el diario oficialista al-Ahram, con su gesto, el ministro ha querido mostrar su rechazo por la brutalidad policial.

Los abusos que sufrió Hamada Saber, un desempleado de cincuenta años, han vuelto a poner sobre la mesa la impunidad y excesos de las fuerzas de seguridad a la hora de atajar los disturbios callejeros. Durante los últimos diez días, han muerto más de 60 personas en enfrentamientos entre policías y manifestantes hostiles al presidente islamista Mohamed Morsi.

La última víctima mortal de esta oleada de violencia, la más sangrienta de la “era Morsi”, ha sido Mohamed al-Guindy, un militante de la Corriente Popular, el movimiento político opositor que lidera el excandidato presidencial Hamdin Sabahi. Según sus amigos y familiares, el joven ha fallecido el lunes a causa de las torturas que padeció en una comisaria tras ser arrestado el pasado 27 de enero. De acuerdo con el parte médico, al-Guindy, de 28 años de edad, ha fallecido a causa de una hemorragia cerebral.

“Aunque mucha gente está sorprendida por la muerte de al-Guindy, no es el primero en morir por torturas durante el gobierno de Morsi, pero se conoce su nombre porque es un activista político”, ha denunciado a través de su cuenta de Twitter Hossam Bahgat, director de la EIPR, una conocida ONG egipcia de derechos humanos.

El vídeo de la paliza a Saber ha suscitado una gran indignación entre la sociedad egipcia. No en vano, poner fin a la la brutalidad y arbitrariedad de las fuerzas del orden fue una de las principales demandas de la revolución egipcia, que el pasado día 25 conmemoró su segundo aniversario. Sin embargo, el ministerio del Interior aún no ha sido purgado, y con la excepción del ex ministro Habib al-Adly, ninguno de sus altos cargos ha sido condenado por la represión durante la revolución, que se saldó con más de 850 muertos.

Durante las últimas horas, el caso de Saber ha dado unos extraños giros. El incidente tuvo lugar el viernes, durante unos duros enfrentamientos en los aledaños del palacio presidencial de Ittihadia. En sus primeras declaraciones a los medios desde un hospital militar, Saber aseguró que habían sido los manifestantes quienes le habían desnudado y golpeado, y que la policía “le ayudó”. Ante la claridad de las imágenes, activistas y reporteros dudaron de la veracidad de su versión, y se extendió la sospecha de que le habían forzado a mentir.

Un día después, cuando la fiscalía le tomó declaración, el hombre se retractó. “Les dije [a los fiscales] que [la policía] me disparó en la pierna, y luego me arrastraron. Cuando me resistí, me arrancaron la camiseta. Me resistí más, y me arrancaron los pantalones y los calzoncillos”, afirmó en una entrevista telefónica con la cadena al-Hayat. “Me repetían que me levantara, y yo insistía en que estaba herido”.

Saber explicó que mintió en su primera narración de los hechos por miedo y para pasar página al asunto lo más rápido posible. No obstante, al ver el vídeo y hablar con sus familiares, se dio cuenta de su error. “Ahora mi familia reniega de mí. Mi esposa y mis hijos no me hablan. El país entero está enfadado conmigo por [haber dado un falso testimonio]”, lamentó.

El fiscal general ha iniciado una investigación sobre el incidente, y se han identificado una quincena de policías sospechosos de haber participado en los abusos. El sábado la presidencia condenó los hechos a través de una nota oficial: “La presidencia lamenta el turbador vídeo de policías arrastrando a un manifestante de una forma contradictoria con la dignidad y los derechos humanos”.

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