La prensa florece tras la 'primavera árabe'
Las revueltas de Túnez y Libia han traído una explosión de diarios, radios y televisiones Directores de 40 periódicos magrebíes reclaman leyes que protejan el ejercicio del periodismo
Las revueltas árabes no han traído por ahora los empleos necesarios ni la ansiada prosperidad. Sí trajeron democracia, aunque acompañada de una desconocida inestabilidad política e inseguridad ciudadana. Pero las revoluciones también conllevaron una mejora tangible en cualquier calle u hogar de Túnez y de Libia: la libertad de expresión llegó de un día para otro aunque aún es imperfecta. Rápidamente proliferaron nuevos periódicos, emisoras y canales de televisión. Centenares de ellos han nacido en estos dos años. Otros se tuvieron que reformar.
La redacción de La Presse, el principal diario estatal tunecino, eligió un consejo editorial de cinco personas que ha guiado su particular transición. Olfa Belhassine era una de ellas. Refugiada en la sección de cultura durante la dictadura de Ben Alí, explica que desde la revolución está volcada en el reporterismo político. Los periodistas han dejado de ser rehenes del aparato político. “Nuestro mayor problema es la falta de profesionalismo, cómo ejercer el propio oficio”, explica durante un receso de la reunión de directores de periódicos del Magreb organizada por la Unión Europea la semana pasada en Hammamet (Túnez).
Por ahí iban las conclusiones de la comisión oficial para la reforma de la información y la comunicación de Túnez: “Los periodistas han perdido reflejos tras un largo periodo de inactividad y marginación” por un sistema en el que “la lealtad al poder, el favoritismo, el amiguismo y el nepotismo eran el único criterio para reclutar periodistas a expensas de la capacidad y el mérito”. Tampoco las autoridades están acostumbradas a la crítica y todo lo que conlleva la libertad de prensa. “Opinan que los medios que no se someten son residuos de la prensa afín a Ben Alí, pero no es así”, asegura Taïeb Zahar, director del semanario Réalités y presidente de la Asociación Tunecina de Directores de Publicaciones.
Desde que los tunecinos echaran al autócrata Ben Alí al grito de “dégage” [lárgate] en enero de 2011, el panorama mediático se ha enriquecido con cinco nuevos canales y 12 emisoras más. Se llegaron a registrar 228 cabeceras, pero muchas son publicaciones sensacionalistas que solo buscan ajustar cuentas con otros, no ejercer el periodismo profesional, según el citado informe. Los quioscos y la web están llenos de informaciones, titulares y caricaturas impensables antes de las revoluciones.
La transición de los medios no está exenta de sobresaltos e incidentes graves, cuenta la periodista Belhassine, que se queja de que “aún no existen leyes que protejan a los periodistas y hay milicias afines al régimen que los amenazan”. La comisión para la reforma de los medios ha criticado al Gobierno, islamista, el primero elegido libremente en las urnas, por su reticencia a regular el sector de la información.
En Libia también cayó el dictador, Muamar el Gadafi, pero allí el Estado prácticamente no existía y los medios parten casi de tabla rasa. Tras la liberación, “todo el mundo quiere hacer su periódico, allí se puede porque imprimirlo es muy barato”, explica Khaled Ghulam, exresponsable de la Autoridad Libia para la Prensa. “Se han inscrito unos 450 diarios y revistas”. Uno de los primeros en salir fue Febrero (por el mes en que empezó la revuelta), que fundó el Consejo Nacional de Transición y dirige la periodista Muna Raquiq. Detalla Ghulam que los cuatro diarios que había con Gadafi han desaparecido, “por supuesto”. Y confiesa: “No puedo llamarles periódicos a todos, a muchos les faltan criterios periodísticos, aún hay mucha confusión, pero es un buen comienzo”.
Unos inicios difíciles porque estos nuevos medios también sufren la crisis económica y la de la prensa. Bien lo sabe Sami Zaptia, fundador y director editorial del Libya Herald, que se publica en inglés y por el momento solo en la web. Zaptia cuenta en Hammamet que son un puñado de periodistas que hacen un trabajo casi artesanal con sus escasísimos medios. Se afana en buscar ayudas para la formación de periodistas porque, explica, “es muy difícil competir con las petroleras, que fichan a los jóvenes que saben inglés por auténticos sueldazos”. Zaptia, un consultor que vivió tres décadas en Reino Unido y al que le picó el gusanillo del periodismo hace años, confiesa el orgullo (y el vértigo) que le da saber que muchas embajadas y extranjeros siguen por sus páginas la actualidad libia.
Directores de unos 40 periódicos de los cinco países del Magreb (Túnez, Libia, Marruecos, Argelia y Mauritania) debatieron, y aprobaron, un código ético que incluye los derechos y deberes de los profesionales durante unas jornadas a las que este periódico fue invitado por la UE. Los asistentes acordaron reclamar a sus Gobiernos que dejen de presionar y censurar a los periodistas y aprueben leyes que protejan el ejercicio de la profesión. El foro de Hammamet ha sido el primer encuentro de los directores de medios impresos de la región, como recordó la embajadora de la UE en Túnez, Laura Baeza.
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