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La derrota en Baja Sajonia pasa factura a la coalición de Merkel

La Cámara alta de Alemania queda en poder de socialdemócratas y Verdes

Angela Merkel en la sede de la CDU, en Berlín.
Angela Merkel en la sede de la CDU, en Berlín.WOLFGANG RATTAY (REUTERS)

A Angela Merkel se le notaba el lunes el desgaste de una velada electoral larga y decepcionante. Las seis horas que duró el recuento en las regionales de Baja Sajonia iban abriendo un panorama cada vez más sombrío para la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de la canciller. El candidato David MacAllister era el más popular, lo mismo que ella en el conjunto de Alemania. La CDU lideraba las encuestas y obtuvo más votos que el principal partido de la oposición, el socialdemócrata (SPD). Pero fueron ventajas, análogas a las de Merkel en Berlín, que no permitieron a la CDU mantener la coalición de centroderecha con los liberales (FDP). La canciller ha reconocido hoy su “tristeza” y su inquietud: “No voy a fingir, esta derrota duele aún más por las emociones que despertaron los comicios”.

Un escaño de ventaja bastó para que el SPD y los pujantes Verdes conquistaran un nuevo land al tándem democristiano-liberal. Desde que ganaron las generales de 2009, los partidos de la coalición de Merkel han cedido al centroizquierda cuatro de los principales Estados: Renania del Norte-Westfalia, Baden-Württemberg, Hamburgo y, ahora, Baja Sajonia, donde la CDU perdió la oportunidad de tomar impulso para las generales de septiembre.

Las elecciones del domingo tuvieron otras secuelas berlinesas. Por un lado, el candidato federal del SPD, Peer Steinbrück, admitió el mismo domingo que su fallida gestión de los últimos meses al frente del SPD no contribuyó a la victoria en Baja Sajonia. Un gesto de humildad con el que venía a reconocer que él sí que espera “vientos favorables” desde Hanóver. En la Willy-Brandt-Haus de Berlín esperan que el éxito les permita hacer borrón y cuenta nueva tras las reiteradas meteduras de pata de Steinbrück. El candidato ha derrochado parte de su capital político con quejas extemporáneas sobre los 300.000 euros anuales que gana la canciller, que a él le parecen poco, o sobre la supuesta “ventaja de género” de Merkel en los comicios. Hasta que Steinbrück fue designado candidato del SPD federal el pasado otoño, los sondeos de Baja Sajonia daban una amplia ventaja al centroizquierda. Perder habría sido desastroso para él.

Para los liberales, tan maltratados por las encuestas como por los votantes desde 2009, el 10% de apoyos del domingo tuvo consecuencias paradójicas: su mejor resultado histórico en la región no evitó la caída del Ejecutivo, pero sí probablemente la del presidente del FDP, Philipp Rösler. El vilipendiado ministro de Economía seguirá dirigiendo la formación y ejerciendo de vicecanciller, aunque renuncia a liderar las listas del partido en las generales.

Rainer Brüderle, de 67 años, será la nueva cara liberal en la campaña federal. El FDP se benefició el domingo de una transferencia de votos masiva desde la CDU, muchos de cuyos simpatizantes apoyaron a los liberales con la esperanza de lavar la cara del Gobierno con este voto. El fracaso de esta estrategia arroja más dudas sobre las malas perspectivas electorales del FDP en septiembre.

Además del mal augurio, Merkel encajó el domingo un revés de consecuencias prácticas. La victoria del SPD y Los Verdes da una mayoría decisiva a la izquierda en la Cámara alta del Parlamento alemán (Bundesrat), donde se sientan los representantes de los Estados federados. SPD y Los Verdes podrán utilizarla para torpedear algunas leyes que precisan la aprobación de los länder. De hecho, ya han anunciado su intención de detener en la Cámara alta la polémica subvención a las familias que renuncien a enviar a sus hijos a las guarderías públicas. Además, el SPD quiere impulsar a través del Bundesrat la implantación de un salario mínimo interprofesional en toda Alemania.

En cuanto a Los Verdes, el espectacular 13,7% de apoyo popular obtenido el domingo confirma sus posibilidades de consolidarse como tercera fuerza política de Alemania, alentada por el repliegue de La Izquierda (Die Linke) hacia sus cuarteles de invierno en el Este alemán y por el descalabro del partido de Los Piratas, en proceso de franca descomposición. Ambas formaciones quedaron fuera del Parlamento de Hanóver.

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