El marco roto
Cuanto mayor es el marco más difícil es moverlo. Los que son modestos y sencillos también son fáciles de transportar e incluso de cambiar. Pero cuando tienen grandes dimensiones y están sobrecargados de molduras y adornos resulta muy difícil llevarlos de un sitio para otro e instalarlos en su emplazamiento definitivo. El riesgo de que den en una pared o se caigan es enorme.
Pero el marco ya está roto. Por más propósitos de reparación que hagan unos y otros, cada vez está más claro que ya no tiene remedio. Y, una vez roto, nada será igual. De hecho, ya ha llegado un nuevo fabricante de marcos y molduras dispuesto a sustituir el viejo y averiado por otro nuevo, aparentemente más ligero y fácil de instalar, incluso más atractivo e ilusionante.
La idea del marco, frame en inglés, es del psicólogo George Lakoff, que se hizo famoso con su libro No pienses en un elefante. También puede explicarse con la idea de relato: Mas nos ha contado una historia que se ha convertido en la hegemónica en los últimos meses, sin que ningún otro político consiguiera imponer un relato alternativo. O como un asunto de agenda política: quien sabe organizarla e imponerla tiene ya la mitad del trabajo hecho.
Para imponer la agenda, el relato o el marco es evidente que hay que tener ideas, partir de un buen análisis de la realidad y organizar una buena estrategia. Pero no basta. Lo que cuenta es saber comunicarlo, y esto solo se puede hacer cuando se cuenta con medios, en el sentido más amplio de la palabra, que son los auténticos constructores del marco, el relato o la agenda.
Entre los medios están las empresas, las organizaciones sociales, los grupos de interés, las redes sociales y, naturalmente, los grandes grupos de comunicación, capaces de producir impactos masivos en muy poco tiempo o de efectuar bombardeos sistemáticos durante tiempo prolongado. Berlusconi ha dado sobradas muestras sobre la eficacia de su utilización política.
Pues bien, el marco que ahora funciona no es el de Artur Mas, sino el de Oriol Junqueras y su Esquerra Republicana. Y ni uno ni otro cuentan con los mismos medios que sirvieron para acarrear el anterior y soberbio marco que quedó hecho añicos el 25N y sustituirlo por este nuevo que nos han anunciado. En prime lugar, porque el nuevo producto de la marquetería soberanista ya no es business-friendly. No va a gustar tanto en la City ni en Wall Street como el anterior. Luego, porque las asociaciones empresariales y patronales ya han dicho la suya: no les convence ni les conviene.
El primer editor catalán y español que es Planeta lo hizo antes de las elecciones, por lo que es fácil pensar qué estará diciendo ahora. Respecto a los dos bancos catalanes, sabemos que son muy buenos administradores de sus silencios y tan elocuentes sin abrir la boca que a nadie se le oculta lo que piensan. El Grupo Godó ya le puso un semáforo rojo a Artur Mas, y sus críticas cada vez más intensas al programa económico son el rompehielos de la oposición al programa soberanista: recordemos que en el ámbito catalán cuenta con el primer periódico, la primera emisora de radio y el primer programa de televisión en la interesantísima franja horaria que pivota alrededor de las nueve de la noche.
La ventaja del marco con el que Mas ha sustituido su averiada moldura es que esta es más pequeña, ligera y fácil de cambiar. Estamos en tiempos veloces y volátiles. Si las cosas no funcionan, se manda el marco al desván y se sustituye por otro. Y también se hace con el fabricante, claro.
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