La coalición del primer ministro Ponta gana las elecciones rumanas
La coalición gobernante entre socialistas y liberales logra mayoría absoluta con el 80% de papeletas escrutadas La fromación del presidente Basescu obtiene un 16% “El futuro de Rumanía está al lado de la familia europea”, afirma Ponta
La coalición de liberales y socialistas (USL) que encabeza el primer ministro rumano, Victor Ponta, ha logrado la mayoría absoluta en las elecciones legislativas de este domingo. Con el 80% de las papeletas escrutadas, USL obtuvo el 58,6% en el Congreso y un 60% en el Senado. La conservadora Alianza Rumana de Derecha (ARD), a la que pertenece el presidente Traian Basescu, obtiene, respectivamente, un 16,5% y un 16,9%. La participación fue del 41%.
Lo primero que hizo Ponta, nada más conocerse anoche los sondeos a pié de urna, fue proclamar que “el futuro de Rumanía está al lado de la familia europea”. Una clarísima señal de paz a Bruselas, con la que se enfrentó en verano, cuando lanzó una ofensiva institucional en su intento frustrado de acabar con el presidente, el conservador Traian Basescu.
Poseído por un espíritu conciliador, también ha asegurado, aunque está por verse, que “este es el día en que termina la guerra política”, en referencia al agotador pulso que mantiene con Basescu, porque “Rumanía necesita estabilidad”. Además, Ponta ha anunciado que buscará aliarse con la Unión Demócrata de los Húngaros de Rumanía, un partido que representa a la minoría de 1,5 millones de húngaros que viven sobre todo en Transilvania, en el centro del país, para ampliar esa mayoría. El objetivo es lograr una supermayoría de dos tercios que le permitiría cambiar la Constitución para restringir los poderes del presidente.
Pese a las palabras de Ponta garantizando estabilidad, la gran incógnita ahora es saber qué hará Basescu cuando se confirme con resultados la mayoría absoluta de la coalición de Ponta. El presidente, que tiene encomendada la tarea de nombrar a un primer ministro entre las fuerzas más votadas, ha dejado entrever que su opción no será Ponta, lo que distaría mucho de reducir la incertidumbre.
El argumento de Basescu es que la USL es una coalición y no un partido. Como explica el sociólogo y experto en sondeos Barbu Mateescu, “si la USL no acepta otro candidato que no sea Ponta para primer ministro, el nuevo Parlamento suspenderá a Basescu. En ese caso, el presidente provisional puede nombrar a Ponta primer ministro y, aunque Basescu ganara el referéndum y no fuera destituido finalmente, ya no podría revocar a Ponta de su puesto”. Por su parte, el analista Emil Hurezeanu dice que no hay que descartar “una cohabitación entre Ponta y Basescu si la USL consigue mayoría absoluta”.
Rumanía tiene un crédito preventivo de 5.000 millones de euros con el FMI, la Comisión y el Banco Mundial que expira a principios 2013. A la hora de negociar el año que viene un nuevo crédito, la incertidumbre política puede hacerlo peligrar, ya que los acreedores han expresado fuertes reservas sobre la capacidad de Rumanía para emprender reformas.
La campaña, seguida con limitado interés por parte de los ciudadanos, ha estado centrada en la pugna política entre Ponta y Basescu, y no en la lucha contra la corrupción, el sistema de salud, la educación o los bajos salarios, que preocupan a los rumanos. Angela, de 44 años, afirma que está “desilusionada porque no veo que nada se vaya a arreglar ni que vayamos a vivir como en Occidente”.
Este ha sido un año convulso en la política rumana, ya de por sí acostumbrada a la agitación. En enero se produjeron, de manera insólita desde hace muchos años, protestas en la calle por las medidas de austeridad que impulsó el presidente conservador Basescu. En junio, se encarceló por corrupción por primera vez a un auténtico pez gordo, Adrian Nastase, el primer ministro con el que el país entró en la UE y en la OTAN. A lo largo de 2012, Rumanía ha tenido tres primeros ministros.
Pero es la guerra entre el impopular presidente y el primer ministro, Victor Ponta, en el poder desde mayo, la que terminó de calentar la política del país. En julio, Ponta inició un movimiento para suspender de su cargo de presidente a Basescu. Entonces, destituyó a los presidentes de ambas Cámaras, intentó ningunear al Tribunal Constitucional y reemplazó al Defensor del Pueblo. La gravedad de la crisis institucional se puede medir con la contundencia con la que esta vez reaccionó Bruselas, que le exigió respeto al Estado de Derecho. A finales de julio, Basescu logró sobrevivir al intento de suspensión. Hubo un referéndum y, aunque la mayoría votó a favor de destituir al mandatario, era necesaria una participación del 51%, que no se produjo.
El pronóstico que han arrojado los sondeos a pie de urna para el partido de Dan Diaconescu (13%) lo confirmaría como tercera fuerza política. El descarado y estrafalario millonario es dueño de dos cadenas de telebasura y viaja a todas partes en su Rolls Royce blanco. Ha prometido dar 20.000 euros a todo aquel que abra una empresa, bajar los impuestos y crear miles de puestos de trabajo. Tiene dos causas pendientes en la justicia por corrupción.
El analista Sorin Ionita cree que su influencia en el Parlamento sería muy limitada de todos modos, porque ve su partido una mera amalgama de oportunistas: “Creo que se disolverán una vez que estén en el Parlamento, comprados uno a uno por los grandes partidos. Nuestros líderes antisistema no tienen principios, a diferencia de los que hay en Hungría o Grecia, por suerte. No lo veo como un grupo fuerte en el Parlamento de aquí a tres meses”. Otro analista, Emil Hurezeanu, considera que hay un campo abonado para que “emerja el populismo, en todos los partidos. El de Diaconescu es un fenómeno agravado por la crisis institucional y por los problemas irresueltos de los últimos 20 años”.
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