El expresidente Bush pide al Congreso que reforme el sistema de inmigración
El mandatario republicano venció en las elecciones de 2000 y 2004 con un importante apoyo de los hispanos
El expresidente George W. Bush pidió este martes al Congreso de Estados Unidos que apruebe una reforma del sistema de inmigración. Bush afirmó durante una conferencia en Texas que los inmigrantes contribuyen a la economía y “refuerzan nuestra esencia” con sus aportaciones y que deben ser bienvenidos en el país.
“Estados Unidos puede tener una sociedad basada en el cumplimiento de las leyes, pero también puede ser acogedora al mismo tiempo”, aseguró el expresidente en Dallas, (Texas) en un encuentro dedicado a la economía y la inmigración. Bush es el último mandatario norteamericano que ha intentado reformar las leyes migratorias, en 2007, con el apoyo de su propio partido y de la oposición demócrata.
Las declaraciones de Bush llegan un mes después de las elecciones presidenciales en las que Obama obtuvo la victoria gracias, en gran parte, al apoyo del 73% de los votantes hispanos. Ese respaldo estuvo impulsado especialmente por el contraste entre su renovada promesa de reformar el sistema migratorio, y la propuesta de su rival republicano, Mitt Romney, que apostó por las “autodeportaciones” de indocumentados como medida para luchar contra la inmigración ilegal.
Las palabras de Bush este martes dibujaron otra marcada diferencia entre el expresidente y Romney, el último candidato de su mismo partido. “Los inmigrantes vienen con nuevas habilidades y nuevas ideas. Llenan un vacío crítico en nuestro mercado laboral”, afirmó el expresidente. “Pueden ayudarnos a construir un futuro más dinámico”.
Los inmigrantes vienen con nuevas habilidades y nuevas ideas. Llenan un vacío crítico en nuestro mercado laboral” George W. Bush
Durante la pasada campaña electoral, Obama acusó a Romney de distanciarse hasta tal punto de la postura del expresidente republicano y que ahora intenta recuperar su partido. Y la defensa de Bush este martes podría ayudar a cohesionar a los políticos republicanos, que cuentan con mayoría en la Cámara de Representantes, de cara a las negociaciones que comenzarán el próximo mes de enero.
“Cuando nuestro país comience el debate sobre cuáles son las medidas adecuadas a tomar en materia de inmigración, espero que lo hagamos con un espíritu benevolente y que pensemos en las contribuciones de los inmigrantes”, aseguró Bush, que no se ha pronunciado apenas en esta materia desde que dejara la Casa Blanca.
La nueva legislación abarcará varios aspectos del sistema de inmigración como los visados para trabajadores extranjeros, los métodos de verificación para prevenir la contratación de indocumentados, así como la creación de una vía para acceder la ciudadanía estadounidense a los 12 millones de sin papeles que se estima que residen en el país.
Tanto demócratas como republicanos reconocen la importancia de acometer esta reforma, aunque mantienen diferencias significativas en cuanto a la prioridad de cada uno de los apartados. Dentro de las filas republicanas se ha defendido además la estrategia de cambiar los diferentes aspectos del sistema por separado, pero los defensores de la reforma advierten del riesgo de poner parches a la legislación vigente sin resolver sus fallos de manera definitiva.
El expresidente Bush venció en las elecciones presidenciales de 2000 y de 2004 con el 35% y el 40% del voto hispano, respectivamente. Ese margen está considerado desde entonces como la barrera que debe superar cualquier candidato republicano para volver a la Casa Blanca. Sin embargo, el cambio demográfico que ha sufrido Estados Unidos en la última década y la dureza de las políticas migratorias impulsadas por los republicanos han hecho que el último aspirante apenas superase el 20%. Aquel respaldo entre los hispanos contribuyó a que Bush impulsara una reforma migratoria que además contaba con el apoyo de demócratas y republicanos en el Capitolio, pero aquel esfuerzo acabó escapando de sus manos.
Desde entonces, diversas coaliciones de empresarios, organizaciones por los derechos de los inmigrantes y agrupaciones religiosas han presionado tanto a la Casa Blanca como al Congreso para que negocie una reforma. Líderes como el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, el empresario Rupert Murdoch y responsables de las grandes empresas de tecnología del país defienden que la reforma es imprescindible para lograr la recuperación económica y que EE UU recupere la posición de liderazgo en el mercado internacional.
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