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Clinton y Ashton piden la liberación de la ex primera ministra Yulia Timoshenko

La ex primera ministra ucrania votará en la cárcel El país elige un nuevo parlamento tras una sucia campaña

Seguidores del Partido de las Regiones, en un acto en Kiev.
Seguidores del Partido de las Regiones, en un acto en Kiev.SERGEY DOLZHENKO (EFE)

Ucrania celebra este domingo unas elecciones legislativas que reflejarán el desgaste sufrido por el partido de las Regiones, la organización que lidera de hecho Víctor Yanukóvich, presidente del Estado desde 2010. La campaña preelectoral se ha caracterizado por el juego sucio y los comicios han sido calificados como “guerra” por la exjefa de Gobierno, Yulia Timoshenko, condenada a siete años de prisión por firmar en 2009 unos desventajosos contratos para la importación de gas desde Rusia. Timoshenko y su exministro del Interior, Yuri Lutsenko, votarán desde la cárcel, como otras decenas de miles de presos.

En la “guerra” por los votos todos los métodos son válidos en pos del triunfo: calumnias, provocaciones, abusos de los recursos administrativos, compra e intimidación de los electores y propaganda ilegal. La Suprema Rada (el parlamento) está formado por 450 diputados que, en virtud de una nueva modificación legislativa, se eligen por un sistema mixto, 225 por listas de partido y 225 por distritos mayoritarios. En los distritos de carácter agrario, los votos se compran por el devaluado precio de hasta 100 grivnias (diez euros) por unidad.

De un modo u otro, todos los participantes en las elecciones han utilizado técnicas sucias, pero el partido en el poder aventaja a sus competidores. Una semana antes de la cita con las urnas, un 25% del electorado no se había definido, entre otras cosas porque la campaña les ha provocado un sentimiento de repulsión. Las encuestas indican que el partido de las Regiones no podrá conservar su mayoría actual. Hace cinco años, el partido de Yanukóvich obtuvo más del 34%, pero en las elecciones de este domingo los pronósticos más optimistas le dan un 25%. En los dos años que Yanukóvich lleva en la presidencia se habla mucho de reforma económica, pero se ha avanzado muy poco en este campo. En el índice de la corrupción de Transparency International, sin embargo, Ucrania ha pasado del puesto 118 en 2007 al puesto 152 en 2011. La misma tendencia siguen las reformas políticas.

Pese a la mengua en el número de sus de diputados, es posible Yanukóvich mantenga el control sobre el parlamento gracias a los votos de los comunistas y de los legisladores elegidos por distritos mayoritarios, tanto de los apoyados por el partido de las Regiones como de los que, adoptando una posición de independientes, se unirán después al partido en el poder en el nuevo parlamento. Esta previsible mayoría tendrá un carácter inestable. En las últimas elecciones, los comunistas apenas pudieron superar el listón del 5% para situarse en el parlamento, pero ahora lograrán entre el 8% y el 12%.

En la nueva Rada, los comunistas apoyarán la lucha de Yanukóvich contra la oposición, pero también limitarán sustancialmente la capacidad de maniobra de las autoridades para realizar las necesarias reformas económicas en el país así como el rumbo de la política exterior.

Entre las fuerzas que aspiran a estar en la Suprema Rada, el Partido Comunista, por su retórica, es el más proruso. A juzgar por las últimas actividades y declaraciones de las autoridades, es evidente que el partido de las Regiones está dispuesto a modificar el rumbo geopolítico, por mucho que Yanukóvich insista en que Ucrania ha apostado de forma definitiva por Europa. La alta representante de la Política Exterior de la UE, Catherine Ashton, y la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, han pedido a las autoridades ucranianas que garanticen unas elecciones limpias y que liberen a los presos políticos, en primer lugar a la ex primera ministra Yulia Timoshenko y al ex ministro de Interior, Yuri Lutsenko. En respuesta a Ashton y Clinton, Yanukóvich ha dicho que no necesita asesoras extranjeras. En cambio, el presidente le ha hecho un generoso regalo a Putin, al permitir que los servicios de seguridad rusos, tal vez con ayuda de sus colegas ucranianos, secuestraran en Kiev y luego trasladaran a Rusia al disidente ruso Leonid Razvozzháiev, que trataba de obtener asilo político en Ucrania.

Pese a la evidente violación de la soberanía de Ucrania, el ministerio de Exteriores no encontró ningún pretexto formal para presentarle una nota de protesta a Rusia. Dada la facilidad con la que los oponentes del régimen de Putin solían obtener asilo político en Ucrania, la entrega de Razvozzháiev supone un claro mensaje de Yanukóvich a su colega ruso. En el Kremlin, les guste o no Yanukóvich, no pueden dejar de apreciar su gesto, pero es difícil decir si la entrega del disidente ruso bastará para compensar la firmeza del presidente ucraniano en las negociaciones con Rusia sobre los precios de la exportación del gas y el encarcelamiento de Timoshenko, que negoció aquella exportacion con Putin. El Kremlin no da consejos ni hace declaraciones sobre la campaña electoral.

Una de las intrigas a desvelar por las urnas es saber cual será la principal fuerza de oposición. Aspiran a serlo el partido “Udar” (Golpe) que dirige Vital Klichkó, el campeón del mundo de boxeo, y la Oposición Unida encabezada por Arseni Yatseniuk, que ha heredado el partido “Batkivschina” de Yulia Timoshenko y lo ha unido a su propio partido. La mayoría de las encuestas indican que Klichkó aventaja a Yatseniuk, pero con una diferencia mínima, dentro del margen de error. En vísperas de las elecciones, Klichkó y Yatseniuk no lograron ponerse acuerdo para presentar candidatos comunes en los distritos mayoritarios, así que los candidatos a dirigir la principal fuerza de oposición mantienen una lucha más dura entre sí que contra el partido de las Regiones.

Hace un año, Klichkó, como político, era un desconocido fuera de Kiev. Su vertiginoso ascenso se explica por las demandas de reforma de la sociedad ucraniana. Joven, apuesto, rico, este hombre que se ha hecho a si mismo es la encarnación del sueño ucraniano, de la opción europea y de las futuras reformas. Hace dos años, ese sueño era encarnado por Serguéi Tigipko, que en las presidenciales de 2010 obtuvo más del 13% y ocupó el tercer puesto. Tras los comicios, Yanukóvich propuso a Tigipko el puesto de viceprimer ministro y el reformador y partidario del acercamiento con Europa aceptó incorporarse al gobierno de Nikolái Azárov. Tras esta decisión hubo que olvidar las reformas de Tigipko, que resultó un pragmático, no en sentido político sino en sentido humano. Los electores de Tigipko son partidarios de reformas liberales, que consideran inaceptable tanto la retórica nacionalista de los “naranja” como la retórica prorusa del partido de las Regiones. Los seguidores de Tigipko son ahora seguidores de Klichkó y los malintencionados pronostican que éste seguirá el destino de aquel.

Klichkó o no tiene planes de reforma o bien los oculta concienzudamente, pero en cambio anuncia con firmeza que echará a los corruptos de la Administración. Aunque todas las fuerzas políticas prometen mantener una lucha irreconciliable contra la corrupción y lo vienen prometiendo desde que Ucrania se hiciera independiente, los indicadores de la corrupción empeoran de año en año, pese a lo cual los electores de Ucrania están dispuestos a creer de nuevo en un nuevo héroe liberador.

Arseni Yatseniuk no supo preservar la herencia electoral de Timoshenko, pero la Oposición Unida quedará en tercero o tal vez segundo puesto. El 25 de octubre, desde su encarcelamiento, Timoshenko se dirigió a los electores para pedirles que no voten por los falsos partidos de oposición. La ex jefa de Gobierno advirtió a sus seguidores del peligro que suponen los multimillonarios propietarios de canales de televisión e ilimitados recursos financieros, que pueden pagar a expertos cínicos y profesionales, y “moldear” partidos de oposición o nuevos líderes a partir de cualquier material disponible, “incluso de un mono”. Timoshenko no aclaró a quién se refería al hablar de la “falsa” oposición, pero si se juzga por la propaganda y actividades de sus seguidores, aludía a todos los partidos que se declaran de oposición, excepto, claro está, su propio partido y el partido nacionalista radical “Svoboda” (Libertad), con el que la Oposición Unida ha llegado a un acuerdo para presentar candidatos comunes en distritos mayoritarios. El principal lema de Timoshenko y de la Oposición Unida es que “quien no está con nosotros, está contra nosotros”.

Otra intriga es saber si entrarán en el parlamento los partidos “Adelante, Ucrania” y “Svoboda”. El primero es dirigido por la joven y atractiva Natalia Korolevskaia, hasta hace poco del equipo de Timoshenko, y hoy irreconciliable adversario de sus antiguos camaradas. El rostro de “Adelante, Ucrania” es Andréi Shevchenko, el futbolista más popular del país, que ha abandonado este año su carrera deportiva.

En cuanto a “Svoboda”, que es popular en el Occidente de Ucrania, se trata de un partido que responde al lema “Ucrania para los Ucranianos” y que seguramente logrará algún diputado en el parlamento gracias a los distritos mayoritarios, aunque no supere el listón para ingresar por lista de partidos.

La única oportunidad de legitimar estas elecciones es que el procedimiento de las votaciones y el recuento de votos se realicen de forma legal, pero es difícil confiar en unos comicios limpios después de una campaña preelectoral tan sucia.

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