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Virginia, microcosmos del futuro electoral de Estados Unidos

El estado ha sufrido un importante cambio demográfico y refleja lo que será Estados Unidos dentro de tres décadas

Obama, rodeado de mujeres de diferentes minorías en el escenario de uno de sus discursos en Fairfax.
Obama, rodeado de mujeres de diferentes minorías en el escenario de uno de sus discursos en Fairfax.Damiá S. Bonmatí (EFE)

Obama llegó a la Casa Blanca en 2008 gracias al apoyo de una coalición de votantes formada principalmente por jóvenes, mujeres y las dos grandes minorías del país: hispanos y afroamericanos. Cuatro años después, uno de los Estados que necesita para revalidar su victoria cumple el mismo patrón. Virginia, la gran sorpresa de las últimas elecciones, ha sufrido además un importante cambio demográfico que le convierte en un microcosmos de lo que será el país dentro de tres décadas. Allí el presidente espera confirmar que su victoria en 2008 no fue una excepción sino el inicio de una tendencia que amenaza con minar las posibilidades del Partido Republicano más allá de 2012.

El demócrata no confiado su reelección al azar y desde enero ha ofrecido en Virginia 18 mítines electorales. Tres de ellos en las tres últimas semanas. En todos recuerda que Virginia tiene en sus manos las llaves de la Casa Blanca. “En 2008 cambiamos el paso. En 2012 vamos a proteger ese cambio”, afirmó recientemente. Pero a menos dos semanas de las elecciones, los sondeos dan un punto a favor de Mitt Romney. Si se cumplen las predicciones y el republicano vence en Florida y Obama en Ohio, Virginia romperá el equilibrio.

Los 13 votos electorales de Virginia dependen además de un electorado profundamente transformado y cuya decisión resulta casi impredecible. Adentrarse en el estado desde la capital es un trayecto de urbanizaciones residenciales, interrumpido por comercios hispanos y restaurantes asiáticos que desde las aceras revelan una realidad nueva. El crecimiento de las agencias de defensa, situadas al norte, y un mayor desarrollo de la región agrícola, han desplazado a ciudadanos más progresistas hacia el sur, mientras las ciudades dormitorio alrededor de Washington bullen de jóvenes profesionales e hispanos, multiplicando el cambio de tendencias. Desde 2000, tres de cada cuatro nuevos ciudadanos de Virginia son asiáticos, afroamericanos o hispanos. Uno de cada diez residentes es extranjero. La rapidez del cambio es aún más evidente en las generaciones más jóvenes: el 40% de los recién nacidos en Virginia en 2008 no eran blancos. Y los mayores de 65 años, influyentes en la orientación política del Estado hasta ahora, apenas suponen el 12% de la población. Por cada ciudadano de la tercera edad, hay dos menores de 18 años.

El estado eligió en 2008 un presidente demócrata por primera vez desde 1964 y muchos justificaron esa apuesta por un cambio demográfico que no tardará en llegar al resto del país. “Se demostró que las minorías son los grupos de población que se vuelven más demócratas con el tiempo”, asegura Michele Claibourn, experta en demografía de la Universidad de Virginia. En 2004, Kerry ganó el voto hispano por un 4% de diferencia. Obama aumentó ese margen hasta el 30% con respecto a su rival, John McCain. Virginia acababa de dar la sorpresa en el centro de esa decisión estaba un cambio demográfico que no tardará en llegar al resto del país: los ciudadanos de diferentes grupos raciales suman la mayoría, mientras que los americanos blancos son minoría.

Desde 2000, tres de cada cuatro nuevos ciudadanos de Virginia son asiáticos, afroamericanos o hispanos. Uno de cada diez residentes es extranjero.

De momento, Romney puede confiar en que el electorado no ha cambiado igual que el conjunto de la población. Mientras que las minorías crecieron un 10% entre 1992 y 2008, su proporción en el electorado asciende al 5%. Según Claibourn, hay una diferencia importante con respecto a 2008 porque hay un 2% más de votantes hispanos. Su nivel de participación pasó del 50% en 2004 al 54% 2008 y este año puede ser superior.

El apoyo de las minorías permite a Obama perder cierto margen de votos entre los ciudadanos blancos de más avanzada edad, aunque sólo si hispanos y afroamericanos son igual de fieles a su candidatura como lo fueron en 2008. El demócrata necesitará por tanto mantener el apoyo del 92% de afroamericanos y el 65% de los hispanos que votaron por él en Virginia hace cuatro años. Y según los expertos, ha hecho un mejor trabajo a la hora de ajustar sus mensajes a cada una de las comunidades de votantes. “Han sabido reconocer cómo los distintos grupos de población, sus diferentes edades y circunstancias, hacen que reaccionen de maneras distintas”, asegura Claibourn.

El presidente ha dedicado especial atención a los hispanos, un grupo del electorado que en Virginia ha crecido en la última década un 76% y puede decidir el resultado dentro de dos semanas. Según una encuesta de Latino Decisions, el presidente Obama contaría con el 66% del voto hispano, frente a un 22% que respaldaría a Romney. Para el 64%, además, la inmigración es el asunto más importante de estas elecciones, por delante de la economía. “Se trata de un asunto muy personal que afecta a todas sus decisiones”, declaró Michael McDonald, profesor de la Universidad George Mason, durante un evento reciente para analizar la importancia del voto hispano en Virginia.

El otro grupo que puede obstaculizar una victoria de Romney son los jóvenes y las mujeres, que prefieren a Obama por una diferencia de 18 puntos. Obama se rodea de mujeres en los mítines en Virginia. Políticas locales, empresarias y voluntarias. Y convierte casi todas sus propuestas en un punto de referencia a su futuro. La reforma sanitaria y la salud reproductiva -“Romney quiere devolverlas a los años 50”, afirmó en la Universidad George Mason; las becas para estudiantes, el acceso al mercado laboral y la igualdad salarial.

Obama puede perder votos entre los ciudadanos blancos, pero sólo si hispanos y afroamericanos son tan fieles a su candidatura como en 2008

Ambos candidatos han podido comprobar la profunda división de este grupo del electorado en Virginia. Una mayoría de mujeres blancas con una media de edad que superaba los 40 años recibió a Romney en Van Dyck Park, en Fairfax. Días después, al presidente le abrazaba allí una audiencia más parecida al entramado racial que desde las grandes ciudades ha contagiado regiones rurales. Dos jóvenes musulmanas. Dos blancas. Varias afroamericanas. Una hispana. A Romney le acompañan votantes republicanos tradicionales. Obama usa de telón de fondo un reflejo del electorado demócrata. Y éste coincide con la imagen cada vez más actual de EE UU.

Virginia es uno de los pocos lugares donde la campaña republicana se ha asegurado de que Romney esté rodeado de ciudadanos de diferentes minorías raciales, pero evita hablar de temas sociales y se limita a la economía. Antes de que llegara el autobús oficial a su discurso en Van Dyck, Amy Jing, empresaria y emigrante de Laos defendía su versión del sueño americano. Logrado, eso sí, “a pesar” de Obama. Entre los espectadores, Cindy Han, emigrante de Vietnam, asegura convencida que Romney “va a conseguir relanzar la economía". Y, desde el escenario, otra empresaria lamenta ser “una de las 23 millones de personas que todavía no tienen trabajo”.

Pero ni siquiera éste es un argumento fiable para Romney. El desempleo en Virginia es del 5.8%, muy por debajo de la media nacional. Tampoco le favorece el nivel de prosperidad de las minorías: entre 2002 y 2007, los negocios creados por afroamericanos crecieron un 54%, los de hispanos un 47% y los de asiáticos un 51%. Entre ellos está Nassir Ahmed, un pakistaní que llegó a EE UU hace 27 años y que acabó siendo testigo de lo que hoy todavía consideraba increíble: la victoria de Obama. “Y volverá a ganar”, asegura. “Insha'Allah”.

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