A la conquista del Oeste
El presidente Obama podría hacerse con la victoria en Arizona gracias al voto hispano
El avión de Mitt Romney despegará esta tarde de Reno, en Nevada, pocas horas antes de que el del presidente aterrice en Las Vegas, también en Nevada. Ese estado, el antiguo desierto de los indios shoshone convertido en el siglo XX en el referente mundial del juego, es, junto con Colorado, una de las piezas del Oeste que ambos candidatos necesitan para completar el rompecabezas que les dé la presidencia.
No son los únicos en esa región, tradicional bastión republicano que se han convertido en los últimos años en terreno de competencia electoral. Nuevo México, Arizona -incluso Texas en un futuro no muy lejano-, se han están convirtiendo en lo que en el lenguaje político norteamericano se conoce como 'swing states', estados que cambian su voto de un partido a otro y, por tanto, deciden las elecciones. Hoy por hoy, a juzgar por las encuestas, Obama tiene garantizada la victoria en Nuevo México, y Romney es el seguro ganador en Texas y, probablemente, también en Arizona, aunque en éste último lugar se ha producido una movilización inusitada del voto latino –provocada por la famosa ley de inmigración- y existe aún cierta incertidumbre sobre el resultado final. En un último sondeo, Obama estaba ligeramente por delante en Arizona.
En todo caso, las dos campañas han ignorado esos tres puntos para centrarse exclusivamente en Nevada y Colorado. Obama tenía ventaja en ambos estados hasta aquel fatídico debate del 3 de octubre en el que sufrió un retroceso general, que también se vio reflejado aquí. En estos momentos, ambos están virtualmente empatados.
Aunque Colorado, el territorio de las montañas Rocosas y del célebre río que le da su nombre tan español, es uno de los mayores y más poblados de suroeste, tiene sólo nueve representantes en el Colegio Electoral que designa al presidente, lejos de los populosos estados del Este. Nevada tiene tres menos. Sin embargo, esos 15 representantes pueden ser decisivos en las combinaciones que pueden darse al término de las votaciones del 6 de noviembre.
El presidente de Estados Unidos no es elegido mediante votación popular directa, sino por los representantes que cada estado aporta al Colegio Electoral. Son necesarios 270 para tener mayoría de votos en ese ámbito y obtener la victoria. Aunque Romney no ha tirado del todo la toalla en Pensilvania y Michigan, no está haciendo campaña personal en esos estados, que, por lo general, se le asignan ya al presidente. Eso le daría a Obama, actualmente, 237 votos prácticamente seguros, por 206 para Romney. Añadiendo los 15 de Nevada y Colorado, el presidente tendría vías para conseguir la reelección sin necesidad de ganar ninguno de los tres grandes y más difíciles swing states, Florida, Ohio y Virginia.
El suroeste norteamericano era hasta hace poco un territorio inaccesible para los demócratas. George W. Bush ganó Colorado y Nevada en 2000 y 2004. Bill Clinton, en su gran victoria de 1996, pese a ser un nativo del sur, no pudo ganar Colorado. Obama fue el primer demócrata en conseguirlo en 2008.
Desde entonces, la demografía y las circunstancias sociales de ambos estados se han movido en dirección favorable a los demócratas. “El incremento de la diversidad étnica y el aumento de la densidad de población apunta hacia un crecimiento del voto demócrata”, afirma el profesor David Damore, un experto del Instituto Brookings que trabaja en la Universidad de Nevada en Las Vegas. “Estos estados han dejado de ser los territorios poco poblados y mayoritariamente blancos que antes fueron”.
Atraídos por los puestos de trabajo que genera la industria del juego y el ocio, Nevada ha sido uno de los principales puntos de atracción de inmigrantes de origen hispano, que ahora constituyen más del 27% de la población del estado. En Colorado, igualmente, se ha incrementado ese grupo étnico hasta llegar hasta el 21% del total, en ambos casos por encima de la media nacional. Además, como apunta el profesor Damore, “la población latina es más joven y está crecientemente más involucrada en la política”.
Esa es, sin duda, la gran baza para la victoria de Obama, que tiene el respaldo de más del 70% de los hispanos, según encuestas de cobertura nacional. Romney, cuya campaña había anticipado que necesitaría, al menos, un 35% del voto latino para conquistar la presidencia, no llega al 25%.
Las esperanzas del candidato republicano radican en que las mismas razones que lo han elevado hasta rozar la victoria en el conjunto del país, el paro y la incertidumbre económica, funcionen también en Colorado y Nevada, apoyado por una fuerte participación del voto blanco rural. La campaña de Obama, en cambio, confía en que, con la ayuda de los sindicatos que dominan el sector hotelero de Las Vegas, los hispanos acudan a las urnas en la proporción que precisa. También la población urbana de Denver puede contribuir a darle la victoria en Colorado.
Sin estos estados del suroeste, Romney está obligado a ganar prácticamente todos los demás en juego, puesto que, su derrota aquí, dejaría a Obama con 252 votos electorales, a solo 18 del total necesario.
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