Tibio respaldo en Islandia a la propuesta ciudadana de reforma de la Constitución
Menos de un 50% del electorado islandés -el 66%, a favor- participa en el referéndum Más del 80% cree que los recursos naturales tienen que ser propiedad del Estado La mayoría de los votantes respalda la celebración de referendos sobre asuntos cruciales
Islandia ha vuelto a decir sí en un referéndum, aunque esta vez lo ha hecho en voz baja. El símbolo de la revolución ciudadana iniciada en 2008 tras el batacazo financiero y posterior crisis económica, esto es, la tan ansiada reforma de la Constitución, recibió este sábado el espaldarazo de la mayoría de los islandeses que acudieron a las urnas -un 66% de apoyos, según resultados todavía preliminares. Una mayoría que si bien permite al Parlamento trabajar a partir de ahora en el borrador de la nueva Carta Magna, no muestra un gran entusiasmo hacia la reforma. La participación en la consulta, que no tiene carácter vinculante, ni siquiera alcanzó el 50% del electorado (que comprende a 235.000 de los 320.000 habitantes del país).
Seis fueron las cuestiones a las que tuvieron que responder los islandeses que ejercieron su derecho al voto. La primera, la que preguntaba sobre la reforma de la Constitución a partir de la propuesta redactada por el comité constituyente, recibió un 65,9% de adhesiones. El texto (inglés), que ahora discutirá y, si lo cree oportuno, modificará el Althing (Parlamento islandés), ha sido consensuado por una asamblea de 25 personas, elegidas entre 522 islandeses mayores de 18 años.
Todo un ejercicio de participación ciudadana -con aportaciones de los ciudadanos incluso a través de las redes sociales- que la oposición al actual Ejecutivo, dirigido por la primera ministra socialdemócrata Jóhanna Sigurdardóttir con el apoyo de Los Verdes, no ha visto con buenos ojos. Y es aquí donde peligra la tímida respuesta ofrecida este fin de semana por los islandeses ante el reto de renovar una Constitución que Reikiavik calcó de la danesa en 1944. El Partido de la Independencia, tradicionalmente en el poder y a los mandos del Gobierno durante el colapso financiero de 2008, ha instado a los ciudadanos a no participar en el referéndum.
La tibia respuesta de los islandeses dará alas a la oposición para modificar en el Congreso la propuesta constitucional si, como dice los sondeos, el Partido de la Independencia logra la mayoría en las legislativas del próximo mes de abril -y a las que ya no se presentará por el lado socialdemócrata Sigurdardóttir.
Las otras cinco preguntas incluidas en la papeleta del referéndum, cinco pilares del texto elaborado por el comité, han dejado bien a las claras que los islandeses quieren que los recursos naturales sean de propiedad nacional (un 81% voto a favor); que apoyarían que la Carta Magna estableciese un Iglesia nacional (57,4%); que desean que ciudadanos independientes accedan al Parlamento (76,4%); que el voto valga lo mismo en todo el territorio (56,2%), y que si un porcentaje determinado de ciudadanos quiere elevar a referéndum un asunto, pueda hacerlo (70,8%).
Los islandeses han dicho que sí, pero la escasa participación en el referéndum, en relación con las consultas sobre la deuda de 2010 (62,7%) y 2011 (77%), rebaja el entusiasmo de la revolución islandesa, referente de los movimientos civiles nacidos durante la actual crisis económica. Más si como advierte en su editorial el semanal en inglés The Reikiavik Grapevine "los banqueros y hombres de negocios culpables [del varapalo de 2008] permanecen sin castigo, escondidos en restaurantes de lujo, en el extranjero, haciendo bromas sobre la gente que lucha todavía en sus hogares por reparar los daños que dejaron aquellos a sus espaldas".
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