“Tu dinero cuenta”
David Howard propone una imagen renovada para el euro. Restablecer la credibilidad. Restablecer la propiedad
Acompañada de las inevitables críticas que ridiculizan públicamente a los “profesionales de las finanzas” responsables de las circunstancias que parecen haber sido el origen de que se haya derrumbado la confianza en la idea de una moneda única, cualquier campaña publicitaria que aspire a restablecer la imagen del euro tendría que ir dirigida contra la base del creciente malestar.
¿Cómo conseguirlo? Tal vez la respuesta consistiera en volver a dirigir el sentimiento público europeo hacia la idea fundacional del propio euro. Si la intención original de la divisa única era mejorar las transacciones diarias entre los ciudadanos y las empresas y protegernos contra inestabilidades monetarias como las de los años veinte del siglo pasado, quizá sea este el momento de recordar esa ambición incial y loable a todos los europeos.
En lugar de que el euro se considere un “juguete” de los organismos financieros internacionales o una baza con la que negociar en las disputas entre políticos, tal vez haya llegado el momento de redefinir el euro, repetir que es una moneda que es propiedad de sus ciudadanos, utilizada por sus ciudadanos y para sus ciudadanos.
En vez de considerarla un mero “icono” de la deuda, se podría recordar a la población europea de cuántas formas normales y corrientes facilita el euro su vida diaria. En vez de intentar “renovarlo”, “rebautizarlo”, “reinventarlo” o distanciar de alguna otra forma la moneda de los acontecimientos recientes, se trataría de escenificar los miles de millones de transacciones cotidianas y diferentes en las que la moneda sigue “trabajando” para su gente.
Después de que el lanzamiento original se hiciera con el eslogan “Nuestro dinero”, quizá existe ahora la sensación de que los banqueros y burócratas de Europa se han tomado esas palabras demasiado al pie de la letra. A lo mejor podría transformarse en “Vuestro dinero” y dejar claro que la moneda es el motor de muchas transacciones diarias, no solo un instrumento para cuantificar el déficit. Al presentarla como la herramienta de las inversiones públicas centralizadas y la savia de la empresa privada, quizás “Vuestro euro” podría repicar las campanas de Keynes y andar en la procesión malthusiana.
Ahora bien, todo esto no serviría de nada sin unas medidas o iniciativas complementarias destinadas a impulsar la confianza y lograr que los consumidores gasten y rengan dinero que gastar. Si no hay nada de esto, yo recomendaría a Bruselas que siga con las manos metidas en los bolsillos.
David Howard, responsable de planificación, agencia de publicidad FOLD7
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