Ivan Rogers, el tranquilo banquero de Cameron

Un tranquilo antiguo banquero, del que se ha dicho que es uno de los más destacados funcionarios británicos de su generación, es el principal asesor de David Cameron en todo lo relacionado con la UE mientras el primer ministro se abre paso por el campo minado de las negociaciones.

Ivan Rogers, que se fogueó como jefe de gabinete del vicepresidente de la Comisión Europea Leon Brittan a mediados de los noventa, respondió a la llamada para volver a trabajar en el Gobierno en 2011, cuando estaba en Barclays Capital.

Fue designado jefe de la Secretaría para Asuntos Europeos y Mundiales del primer ministro después de que sir Jon Cunliffe se convirtiera en representante permanente del Reino Unido ante la UE. El antiguo funcionario del Tesoro es la persona que habla formalmente en nombre del primer ministro con las autoridades de las principales capitales de la UE. El jefe de gabinete de Downing Street, Ed Llewellyn, que trabajó en el gabinete de Chris Patten en Bruselas cuando este sucedió a Brittan, en 1999, también es un rostro conocido en los círculos de la UE.

Rogers, de 52 años, comenzó su carrera con grandes ambiciones en el Tesoro. Pero Lord Brittan le reclamó para que fuera su jefe de gabinete en Bruselas entre 1996 y 1999. En 1999 volvió al Tesoro y entre 2003 y 2006 fue secretario privado jefe de Tony Blair; en 2004 y 2006 fue el sherpa del Reino Unido en el G-8.

En 2006 dejó la Administración para convertirse en responsable del sector público del Reino Unido en Citigroup, puesto que ocupó entre 2006 y 2010. Entonces pasó a ser responsable del grupo de industrias del sector público en el Reino Unido e Irlanda en Barclays Capital, entre 2010 y 2011.

Dice Lord Brittan: “Ivan parece muy tranquilo y relajado. Pero es muy serio. Al tiempo que era completamente leal a la Comisión Europea, fue capaz de mantener buenas relaciones con el Gobierno británico. Y no era nada fácil. Dirigía el equipo con gran eficacia”.

Una fuente del Gobierno dice: “Ivan tiene un estilo más relajado que Jon Cunliffe. Pero posee una inteligencia y una capacidad de análisis extraordinarias. Se le da muy bien explicar ideas complejas con sencillez. Y no le da miedo decir las verdades. No va a gritarle al primer ministro, pero sí es capaz de decirle: ‘Esto es un problema, primer ministro”.