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Rusia refuerza su presencia militar en Asia Central

Moscú mantendrá hasta 2042 su base militar en Tayikistán

Pilar Bonet
Soldados tajikos riden honores a Vladímir Putin y Emomalí Rajmón.
Soldados tajikos riden honores a Vladímir Putin y Emomalí Rajmón.MIKHAIL KLIMENTYEV (AFP)

Rusia mantendrá hasta 2042 su base militar en Tayikistán, según el acuerdo firmado el viernes en Dushambé, la capital de aquel Estado centroasiático, por los respectivos ministros de Defensa en presencia de sus presidentes, Vladímir Putin y Emomalí Rajmón.

La base rusa en Tajikistán es la antigua división motorizada número 201 que se encuentra estacionada en el país centroasiático desde 1993. El acuerdo vigente databa de 1999 y debía expirar en 2014. En virtud del nuevo acuerdo, el periodo de estacionamiento se prolonga 30 años.

En una visita al contingente militar ruso, Putin manifestó que la presencia de la base es un “importante factor de estabilidad” en Tayikistán, un país que constituye un “puesto de avanzadilla de toda la Comunidad de Estados Independientes (organización de países postsoviéticos) en la dirección de Afganistán, muy difícil y de mucha responsabilidad”. Putin manifestó que la base de Kant en Kirguizistán y la base 201 de Tayikistán cumplen “la importante misión de defender los intereses de Rusia”, así como los de Asia Central. Los presidentes de Rusia y Tayikistán estuvieron de acuerdo en la necesidad de “atraer de forma activa” a Afganistán al proceso de colaboración regional.

Moscú mira con desconfianza la presencia de EE UU y sus aliados en Asia Central, territorio que continúa considerando como parte de su esfera de influencia. En medios militares rusos no acaban de creerse que EE UU vaya a abandonar totalmente la zona en 2014, cuando está prevista la retirada de las tropas de la coalición en Afganistán. En previsión de lo que pueda pasar, Rusia refuerza sus posiciones militares en la región. En Kirguizistán, además de la base rusa de Kant, existe también la base norteamericana de Manás, que podría permanecer y coexistir con la presencia rusa más allá de 2014.

Por su parte, Uzbekistán, un país cuya política de seguridad ha oscilado entre Rusia y EE UU, ha abandonado este año el Tratado de la Organización de Seguridad Colectiva (la alianza militar de Rusia y algunos países postsoviéticos) y ha anunciado que aspira a ser un país neutral sin presencia de bases extranjeras. Putin debería haber visitado Islamabad a principios de octubre para acudir a una reunión con dirigentes pakistaníes además de tayikos e iraníes. La reunión fue aplazada y con ella, también el que hubiera sido el primer viaje oficial de un presidente ruso a Islamabad. En septiembre, el ex director general del espionaje militar de Pakistán, Asad Durrani, estuvo en Moscú, donde dio varias conferencias (incluida una a los militares rusos) analizando la situación que se produjo en Afganistán tras la salida de las tropas soviéticas en 1988.

La reintegración del espacio postsoviético es uno de los objetivos principales del tercer mandato de Putin. En otra de las zonas sensibles del entorno ruso, el mar Negro, Moscú se ha asegurado su presencia militar hasta prácticamente mediados de siglo. En 2010, Rusia firmó un acuerdo con Ucrania para mantener su flota del Mar Negro en la península de Crimea hasta 2042.

Además, en los territorios de Abjazia y Osetia del Sur, autoproclamados independientes de Georgia, Rusia firmó en 2010 acuerdos para el establecimiento de bases militares por un periodo de 49 años, prorrogables por otros 15 años más. Los deseos de Georgia de ingresar en la OTAN fueron uno de los desencadenantes del conflicto de agosto de 2008, que concluyó con el reconocimiento de los territorios secesionistas por parte de Moscú. En Dushambé, Putin ha calificado a la OTAN de atavismo de la Guerra Fría. “No se entiende para que existe hasta hoy. Esto es en gran medida un atavismo de la Guerra Fría”, dijo Putin ante los militares de la base militar en Tayikistán. El presidente ruso manifestó que Rusia se opone a que la OTAN salga de su esfera establecida y amplíe su radio de acción convirtiéndose en una organización global. El jefe de la coalición victoriosa en las recientes elecciones de Georgia, Bidzina Ivanishvili, ha anunciado que va a acelerar la integración en la Alianza Atlántica, es decir el rumbo emprendida pro el presidente Mijeíl Saakashvili.

Rusia ha negociado arduamente para mantener su contingente militar (unas 7000 personas) en Tayikistán, y a juzgar por la información divulgada ayer ha conseguido su objetivo. El ministerio de Defensa ruso ha informado que Tayikistán no cobrará arriendo por el emplazamiento de los militares rusos. Estos además tendrán un estatus parecido al diplomático y no podrán ser detenidos ni registrados, al igual que sucede con los militares rusos en Abjazia y Osetia del Sur. Anteriormente, fuentes militares rusas habían dicho que Tayikistán ponía unas condiciones muy onerosas para mantener la base. Tayikistán obligó a los guardafronteras rusos, que vigilaban la frontera entre Afganistán y Tayikistán, a retirarse en 2005 y las autoridades de Dushambé se han opuesto hasta ahora al regreso de aquel contingente. La frontera con Afganistán se considera una de las principales rutas de la penetración de narcóticos en el espacio postsoviético. Putin anunció que entregaba 5 millones de dólares a Tayikistán para la lucha contra el narcotráfico.

El presidente ruso acudió a Tayikistán para firmar el acuerdo sobre la base y también para felicitar a Rajmón, que cumple 60 años, justo unos pocos días antes del mismo Putin, que celebrará también su 60 aniversario el 7 de octubre. Entre los acuerdos firmados en Dushambé hay uno que facilita a los tayikos la emigración a Rusia dándoles la posibilidad de obtener un permiso trabajo para tres años. La emigración es vital para aquel país centroasiático. Se calcula que más de un millón de tayikos trabajan en Rusia y envían cerca de 3.000 millones de dólares de transferencias anuales, lo que, según recalcó Putin, supone casi el 50% del PIB de aquel país asiático.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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