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Los yihadistas fusilan a un hombre en público en Tombuctú

El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas comienzan este jueves 4 de octubre a debatir la posible intervención militar internacional en Malí propuesta por la Comunidad Económica de Estados de África del Oeste

José Naranjo

Miembros de Ansar Dine (Defensores de la Fe), uno de los grupos yihadistas que controlan el norte de Malí desde hace seis meses, fusilaron este martes en público a un condenado a muerte en Tombuctú. La ejecución tuvo lugar por la tarde ante un centenar de vecinos. Según varios testimonios, el preso, que era miembro del Movimiento Nacional para la Liberación del Azawad (MNLA), estaba acusado de haber matado a un pescador a una treintena de kilómetros de Tombuctú.

Es la segunda vez que los grupos armados que se han hecho fuertes en el norte de Malí llevan a cabo un ajusticiamiento en público. El primero tuvo lugar el pasado 29 de julio cuando los miembros del Movimiento por la Unicidad de la Yihad en África Occidental (MUYAO) lapidaron a una pareja por tener hijos sin estar casados, apelando a la sharia o ley islámica que aplican de manera extremista.

Asimismo, el pasado 10 de septiembre, el MUYAO amputó una mano y un pie a cinco presuntos ladrones en la ciudad de Gao. Desde que se hicieron con el control de este vasto territorio, tanto Ansar Dine como el MUYAO y Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI) han castigado con latigazos a decenas de personas por fumar, beber alcohol o por adulterio. La última vez ha ocurrido también este martes en Duentza, localidad bajo su control, donde cuatro hombres recibieron 40 latigazos tras ser detenidos en un establecimiento clandestino donde se vendía alcohol.

Recientemente, la organización Human Rights Watch (HRW) presentó un informe en el que alertaba sobre los métodos que están empleando estos grupos yihadistas. “Los grupos armados islámicos se han vuelto cada vez más represivos a medida que han ido aumentando su control sobre el norte de Malí”, según dijo Corinne Dufka, investigadora sobre África de HRW. “Lapidaciones, amputaciones y latigazos están a la orden del día en un aparente intento de forzar a la población a aceptar su visión del mundo”, añadió.

Asimismo, HRW puso el acento sobre el reclutamiento de cientos de niños de hasta doce años de edad para engrosar las filas de estos grupos armados.

Mientras esto ocurre en el norte de Malí, los países miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas comienzan este jueves 4 de octubre a debatir acerca de una posible intervención militar internacional que ha sido propuesta por la Comunidad Económica de Estados de África del Oeste (Cedeao), pero que necesita del aval del Consejo de Seguridad para llevarse a cabo.

Estas discusiones son el paso previo a una reunión, aún sin fecha fijada pero prevista para el presente mes de octubre, a la que serán convocados representantes de la Cedeao para que expliquen el plan militar ya diseñado y aporten detalles sobre el mismo, como cuáles son los países que enviarán tropas, cuál es el presupuesto de la operación o cuál es la duración prevista.

La Cedeao ha diseñado un plan de intervención que incluye el desplazamiento a Malí de 3.300 soldados de distintos países africanos.

Por su parte, el Gobierno maliense ha solicitado formalmente dicha intervención para recuperar el norte del país y combatir el terrorismo islamista que campa a sus anchas en su mitad septentrional, mientras que la Unión Africana y países europeos como Alemania y sobre todo Francia han mostrado su respaldo explícito y su disponibilidad para prestar apoyo logístico a este despliegue de tropas. La pelota está ahora en el tejado de la ONU, cuyo aval es imprescindible.

Las tres regiones del norte de Malí, Gao, Kidal y Tombuctú, se encuentran ocupadas desde finales del pasado mes de marzo por los grupos terroristas y yihadistas Ansar Dine, el MUYAO y AQMI. Unas 400.000 personas han abandonado sus hogares y huido de la zona en dirección a distintas ciudades del sur del país o a los países vecinos, Argelia, Níger, Mauritania y Burkina Faso, donde viven en campos de refugiados, provocando una crisis humanitaria.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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