Rusia, hacia el estado clerical
Los cuatro partidos del parlamento apoyan un proyecto de ley para condenar a cinco años de cárcel a los profanadores de objetos de culto
“¿Es la caída de un rayo una descarga eléctrica o un castigo de dios?”. La pregunta la formuló el martes el diputado Borís Kashin en el pleno de la Duma Estatal de Rusia (la cámara baja del parlamento) e iba dirigida a uno de sus colegas, Yaroslav Nílov. Este diputado, ingeniero energético de formación, había solicitado a los directivos de los canales de televisión federales que informaran más sobre los fulminantes “castigos” que pueden abatirse contra los responsables de “sacrilegios”. Citando como fuente lo que le contaron en una visita al museo del seminario ortodoxo de Zagorsk, Nílov aseguraba (según la versión de Kashin) que los sacrílegos a menudo eran victimas de accidentes, perdían miembros y morían de repente.
Kashin es comunista y Nílov, el jefe del comité de asociaciones públicas y organizaciones religiosas de la Duma, pertenece al populista Partido Liberal Democrático. Pero, en este caso, su afiliación no es relevante, ya que sus respectivos partidos se sumaron a Rusia Unida (el partido del Gobierno) y a Rusia Justa (de tendencia socialdemócrata), en el apoyo a una declaración en “defensa de los sentimientos religiosos de los ciudadanos”, es decir, a favor de castigar más severamente a los agresores de esos sentimientos hasta ahora no codificados como tales en las leyes rusas. La declaración fue aprobada con el apoyo de 414 diputados (de un total de 450). A los sentimientos de los ateos no se hizo referencia.
A la declaración, siguió el correspondiente proyecto de ley —una reforma del código penal para castigar a quienes profanen los lugares u objetos de culto—, que, avalado por los mismos cuatro partidos, llegó el miércoles precipitadamente a la Duma para su tramitación. Según el proyecto, cinco años de cárcel, el pago de una multa de 500.000 rublos (cerca de 12.500 euros) o bien 400 horas de trabajos forzados son las condenas que podrán imponerse a los culpables de “profanación de lugares y objetos de veneración (peregrinaje), lugares destinados a la celebración de servicios divinos, otros rituales religiosos y ceremonias de asociaciones religiosas, que practican religiones que son parte inseparable de la herencia histórica de los pueblos de Rusia” y también por “causar daños o destruir esos objetos y lugares”.
El código penal ruso en su versión actual permite ya castigar actuaciones de motivación antirreligiosa con penas de hasta 5 años de cárcel por la vía de los artículos referidos al “vandalismo” y al “extremismo”. Pero, en lugar de recurrir al instrumental jurídico existente (y suficiente, según expertos legislativos), los diputados prefieren tipificar nuevos delitos. La incorporación de los “sentimientos religiosos” a la legislación, el núcleo del nuevo proyecto de ley, abre nuevas posibilidades para perseguir la libertad de expresión en Rusia, en opinión de los defensores de derechos humanos.
En la sesión parlamentaria del martes, Kashin fue el único que se pronunció en defensa del principio del Estado laico recogido en la Constitución. “Para Rusia, un país multiconfesional, cualquier desviación de este principio es extremadamente peligrosa y está preñada de las más graves consecuencias”, sentenció el diputado, quien atribuyó los conflictos de carácter religioso en su país a la “caída del nivel de educación”. Kashin puso a Pakistán, Afganistán e Irán como ejemplos de lo que puede llegar a pasar en Rusia, que, según él, se interna por la senda de la “incultura”. Rusia, dijo, se mueve “en dirección” de sociedades como Pakistán y Afganistán, donde “no hay una instrucción elemental y reina el analfabetismo” y que pueden ser “desestabilizadas” con “ayuda de provocaciones primitivas” y no precisamente por falta de instrucción religiosa.
“En Irán han bloqueado el buscador de Google y aquí Kadírov en Chechenia ya prohíbe YouTube”, afirmó, refiriéndose al jefe de aquella república caucásica, que ha reaccionado así a los fragmentos de “La Inocencia de los Musulmanes”, difundidos en la red. “No se puede ignorar que en Rusia se hace una activa propaganda de ideas anticientíficas y a veces oscurantistas”, incluso en documentos de la Duma, señaló el diputado.
En defensa de sus propias concepciones del orden y la paz social, los dirigentes rusos se apartan cada vez más del Estado laico y buscan apoyo en la religión, sobre todo en la ortodoxa, que goza de un trato privilegiado en el Kremlin. En esta vertiginosa deriva hacia una gestión pública cada vez más asociada con la religión el último capítulo es el proyecto de ley enviado el miércoles al Comité de Asociaciones públicas y Organizaciones Religiosas de la cámara.
El episodio más notable de protesta contra la identificación entre el Estado y la religión ortodoxa fue la performance organizada por el grupo punk Pussy Riot el pasado febrero en la catedral de Cristo Redentor de Moscú. Tres de las integrantes del grupo fueron condenadas el pasado agosto a 2 años de prisión por gamberrismo de inspiración antirreligiosa. Las protestas, a favor y en contra de las Pussy Riot, han dividido la sociedad rusa.
En su declaración del martes, la Duma mencionaba la "sierra de cruces”, la “destrucción de templos”, “acciones sacrílegas y de gamberrismo, vandalismo en los cementerios, pintadas ofensivas”. Todas estas actividades, señalaba el texto, van dirigidas a “destruir las bases espirituales y morales de Rusia formadas a lo largo de muchos siglos, a desacreditar los valores tradicionales y, de hecho, provocan odio cívico y socavan la soberanía del Estado.
La Duma consideraba necesario “contestar severamente a las fuerzas destructivas que ensalzan el extremismo antireligioso, el vandalismo y el gamberrismo y que alientan en la sociedad el odio a la iglesia ortodoxa rusa y otras organizaciones religiosas”. “Todas las fuerzas políticas del país deben unir sus fuerzas para reforzar la unidad nacional, para consolidar la paz y el acuerdo cívicos, para unir al pueblo ruso sobre la base de nuestros valores espirituales tradicionales”. A ello, subrayaba, "puede contribuir la educación religiosa de la sociedad, incluido el correspondiente trabajo de instrucción espiritual entre los jóvenes”.
Desde el primero de septiembre, en las escuelas rusas se imparte una nueva asignatura titulada “bases de las culturas religiosas y ética laica”, que da opción de elegir entre el estudio de una religión, religiones comparadas o ética civil. Según datos del ministerio de Educación, citados por Nezavísimaya Gazeta, el 42,7% del alumnado del país se decantó por la ética laica; el 31,7% , por las bases de la cultura ortodoxa; el 21,2% , por las bases de las culturas religiosas del mundo; y el 4% por las bases de la cultura islámica. No obstante, las cifras varían mucho de una zona a otra del país. En las regiones caucásicas de Ingushetia y Chechenia, el 99,9% y el 100% de los escolares, respectivamente, han elegido las bases de la cultura islámica. La ley exige profesores laicos, pero la falta de especialista hace que esta norma sea transgredida en diferentes lugares. En Chechenia, por ejemplo, la asignatura es impartida por miembros del clero musulmán. Rusia tiene una población de más de 142 millones de habitantes, de ellos cerca de 20 millones, musulmanes. En Moscú, donde sólo hay cuatro mezquitas, los musulmanes se quejan de escasez de lugares de oración. Recientemente, la alcaldía de la capital anuló el permiso para construir una nueva mezquita en el barrio de Mytino, después de que varios miles de personas, entre ellos nacionalistas rusos, se manifestaran en contra. Mientras tanto, la iglesia ortodoxa ha anunciado su intención de construir templos en todos y cada uno de los distritos de Moscú. En Rusia se consideran “religiones tradicionales” la ortodoxa, el islamismo, el budismo y el judaísmo.
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